La Vanguardia

Juncker advierte al eje franco-alemán contra la Europa a varias velocidade­s

- BEATRIZ NAVARRO Estrasburg­o. Correspons­al

Una Europa, una moneda, una velocidad. El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, lanzó ayer un alegato a favor de la unidad en un discurso más personal sobre el futuro de la Unión, un aviso al eje franco-alemán contra la tentación de lanzar iniciativa­s para sólo un club selecto de países. “Es hora de pasar de la reflexión a la acción”, defendió en su discurso sobre el estado de la Unión ante el pleno del Parlamento Europeo.

El panorama es mucho más favorable que hace sólo un año, cuando Europa estaba aún noqueada por la decisión del Reino Unido de dejar la Unión y Donald Trump avanzaba con paso firme hacia la Casa Blanca. El Brexit ha actuado como un revulsivo para la unidad del club, la economía ha mejorado, la crisis de asilo parece encauzada... “El viento vuelve a soplar a favor de Europa, (...) aprovechem­os el momento”, pidió Juncker. Preocupado por la grave brecha entre el Este y el Oeste, planteó medidas para evitar que haya “estados miembros y ciudadanos de primera y de segunda categoría”. Rumanía y Bulgaria deben ser admitidas en la zona Schengen (cumplen los criterios técnicos, pero Francia y Holanda lo vetan por razones políticas) y se debe ayudar, con un fondo preadhesió­n, a que todos los países ingresen en el euro.

En la UE, hay derechos y obligacion­es, recordó el presidente de la Comisión. En alusión a la actitud de los gobiernos de Polonia y Hungría, que se niegan a cumplir una sentencia de la justicia europea que les obliga a acoger refugiados, Juncker recordó que la base de la UE es el respeto a la ley. “En Europa impera la fuerza de la ley, no la ley del más fuerte. La UE se basa en el Estado de derecho y hay que respetar las sentencias judiciales”, dijo.

En aras de la claridad y la eficiencia, Juncker propuso fusionar el cargo de presidente de la Comisión con el de presidente del Consejo Europeo (hoy, Donald Tusk). El euro necesita un superminis­tro de Economía, ese puesto que corres- ponde al comisario de Asuntos Económicos, y presidir el Eurogrupo (hoy lo hace un ministro nacional). La mayoría de eurodiputa­dos agradeció la visión de Juncker y su renovada ambición, que el primer ministro holandés, el pragmático Mark Rutte, ridiculizó . “Juncker es un romántico. Yo soy más bien de los que piensan que si tienes visiones, debes ir al oftalmólog­o”, dijo.

La hoja de ruta de Juncker, que cree que podría cumplirse para el 2025, choca con algunas ideas expuestas por la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Emmanuel Macron, en el fondo y en la forma. Todas sus propuestas pueden realizarse de forma rápida en el marco de los tratados actuales, sin reformarlo­s, como París y Berlín sopesan hacer. Macron anunció ayer que el 26 de septiembre presentará sus ideas de futuro. Habrán pasado dos días después de las elecciones alemanas, pistoletaz­o de salida para la reforma europea.

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