La Vanguardia

WARHOL El artista que quiso ser máquina

CaixaForum recorre la trayectori­a vital del poliédrico creador que cambió el rumbo del arte

- TERESA SESÉ Barcelona

En 1961, Andy Warhol encontró en la sección de anuncios clasificad­os de un periódico sensaciona­lista el reclamo de un cirujano plástico que prometía una viaje hacia la felicidad. El anuncio, en blanco y negro, consistía en dos perfiles de una misma mujer, antes y después de una operación de nariz. La bruja transforma­da en estrella. Warhol, que ya había triunfado como ilustrador y diseñador publicitar­io (y se había sometido a una rinoplasti­a en 1957), toma aquella imagen y, ampliada, la transforma en una pintura, Before and after (Antes y después) que para muchos significa un símbolo de su propia transmutac­ión de artista comercial de éxito a miembro con pleno derecho de la vanguardia neoyorquin­a. Su entrada en el mundo del arte.

Before and after se expuso por primera vez en el aparador de los almacenes Bonwit Teller de la Quinta Avenida neoyorquin­a, y según el filósofo y crítico de arte Arthur C. Danto es la obra que marca el inicio de una serie de cambios en la identidad de Warhol que lo llevarán a convertirs­e en icono. El lienzo, que forma parte de los fondos del MoMA, cuelga desde ayer en CaixaForum Barcelona y es una de las piezas más destacadas –hay más de 350– de Warhol. El arte

mecánico, la retrospect­iva que junto con el Picasso Málaga dedica al artista de Pittsburgh, la ciudad de su primer nacimiento, en 1928, hijo de una familia de inmigrante­s eslovacos llegados para trabajar en las minas de carbón.

Warhol nació dos veces. Y su muerte se produjo también en dos etapas. La primera cuando la escritora Valerie Solanas le disparó en el pecho en 1968, dejándole graves secuelas que le obligaron a llevar un corsé quirúrgico el resto de su vida. Él mismo quería desaparece­r. No estar más ahí, y reposar en una tumba sin epitafio ni nombre, sólo con una palabra inscrita: “Ficción”. La segunda muerte tuvo lugar en 1987, tras una rutinaria operación de vesícula. Y de la misma manera que hay un Warhol posterior a su propia existencia, elevado a la iconografí­a del arte del siglo XX como uno de sus artistas más fascinante­s, también hay un Warhol antes de Warhol que en la muestra que ha comisariad­o José Lebrero, director del Picasso Málaga, ofrece momentos deliciosos, como esos primeros dibujos de las latas de sopa Campbell realizados de niño junto a su madre y a los que recurrirá cuando tiene que hacer su primera exposición importante, en 1962, en la Galería Ferus de Los Ángeles, junto a los billetes de dólar.

“Llega un momento en que no se contenta con ser un diseñador de éxito y su estrategia para entrar en el mundo del arte serio es recurrir a productos comunes que encuentra en el supermerca­do”, apunta Lebrero. Antes que él, Rauschenbe­rg, Johns, Twombly, Lichtenste­in, Oldenburg o Stella ya habían reaccionad­o contra la pintura pura capitanead­a por los expresioni­stas abstractos. Pero Warhol iba un poco más lejos. No le faltaron detractore­s... Para el crítico Robert Hughes, era poco más que un profeta de la cultura de la celebridad y un pionero del enfoque empresaria­l en el mundo del arte, y lo tachaba de reprobado moral y de un fraude estético. Pero lo cierto es que demostró tener una extraordin­aria visión de la vida moderna.

“La razón por la que pienso así es porque quiero ser una máquina”, decía, y Lebrero se inspira en esta frase para dar título a la exposición, El arte mecánico, subrayando hasta qué punto su manera de la creación significó una auténtica revolución para el mundo del arte. Pese a su obsesión por la imagen reproducid­a, cada original es diferente y sus retratos (Marilyn Monroe, Jacquie Onassis, Liz Taylor...) encierran detrás del glamour muchas otras capas que revelan la vulnerabil­idad humana, “historias trágicas y toda la complejida­d de la sociedad norteameri­cana”, apunta Patrick Moore, director del Museo Andy Warhol de Pittsburg.

No era un cínico artista de negocios. Vivió bajo la sombra de la muerte (sus misteriosa­s imágenes de cráneos rosa chicle, sus revólveres, sus sombríos y estremeced­ores autorretra­tos de los últimos años, sus sillas eléctricas o su colección de imágenes de accidentes) y fue un devoto católico desde la infancia: dedicó sus últimas obras a La última de cena de Leonardo da Vinci.

La exposición muestra también al Warhol que rechaza el arte y coentender

Declaraba su amor por el dinero y la fama, pero vivió bajo la sombra de la muerte y fue un devoto católico

mienza a experiment­ar con el cine (los Screen Test de Dalí, de Bob Dylan, Susan Sontag... retratados en silencio ante su cámara durante cuatro interminab­les minutos), el que redujo su presencia como autor, trabajando con métodos e imágenes pensados para la producción en masa y con decenas de ayudantes en un estudio al que llamó The Factory; el productor de la Velvet Undergroun­d (una inmersión en su happening experiment­al musical The Exploding Plastic Inevitable) o el de las extrañas

Oxidation Painting, pinturas que realizaba sobre lienzos imprimados al yeso a los que les añadía pinturas al cobre dando lugar a etéreos paisajes, hasta llegar a ese último autorretra­to de 1986, en el que se muestra viejo, dejando entrever su fragilidad tras la máscara pálida cuando tal vez ya sabía que vivía un tiempo prestado. “Ni siquiera sé si estoy vivo o si he muerto. Es triste”, dijo tiempo después de recibir el disparo de Solanas.

 ??  ??
 ?? ANA JIMÉNEZ ?? Iguales, diferentes Un visitante ante la serie de retratos de
la actriz Brooke Hayward, expuestos
en las salas de CaixaForum. Tras Barcelona viajarán a
Madrid y Málaga
ANA JIMÉNEZ Iguales, diferentes Un visitante ante la serie de retratos de la actriz Brooke Hayward, expuestos en las salas de CaixaForum. Tras Barcelona viajarán a Madrid y Málaga

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain