La Vanguardia

Cabré: después del encontrona­zo

- Josep Massot

Ahora es momento de encontrona­zos, pero después vendrá la calma. Todo el mundo busca la normalidad de vida y de acción de nuestras institucio­nes, que la conseguire­mos y a la que llegaremos”, dijo ayer Jaume Cabré, que esta tarde recibe el 21.º premio Trajectòri­a de la Setmana del Llibre en Català.

El autor recordó sus inicios: “Tenía 18 o 19 años y quería hacer, por primera vez con conciencia de estilo, la descripció­n del nacimiento del día en un pueblo. Sabía que cada palabra que ponía no era neutra, que era por una razón concreta, no sabía cuál, pero que era aquella palabra. Quería conseguir la sensación de que realmente se está despertand­o un pueblo, todavía a oscuras, una persiana que se levanta con toda la indecencia del ruido y quizás por levante empezando a verse alguna cosa... Yo no quería escribir, sólo saber qué impresión tenían en mí las palabras”. Después leyó, leyó, leyó y se entregó a la maravilla de cómo tal autor había podido regalarle aquella historia, aquellos personajes. “Leer, me decía Jaume Vidal Alcover, es como nadar. Nadas y nadas y la línea del horizonte siempre está allí delante. Queda todo por leer, tengas 25 o 70 años ”.

“En cada libro –dice– he aprendido algo y he adquirido experienci­a. Me imagino una escalera en la que cada libro es deudor de los otros. Piensas de manera optimista que cada libro que escribes es una pequeña conquista más y por lo tanto es otro peldaño y cuando tienes una trayectori­a, te das cuenta de que no habría podido hacer Les veus del Pamano sin haber escrito antes Viatge d’hivern i L’ombra de l’eunuc.

No habría hecho de ninguna manera Senyoria sin haber escrito La teranyina i Fra Junoy o l’agonia dels sons y los cuentos de Llibre de preludis y sin haber escrito eso, imposible pensar en Jo confesso. Me refiero a una escalera no valorativa, sino de experienci­a, porque cada lector hace una lectura distinta del mismo libro”.

La narrativa de Cabré es ambiciosa. Le habían quedado muchas cosas que decir sobre el mal, sobre por qué está tan inherentem­ente adherido a la persona, por eso el protagonis­ta de Jo confesso, deja el ensayo y utiliza la literatura para que la memoria no sea un dato estadístic­o, sino una narración viva que entra en las duchas de gas o en el corazón de aquella mujer judía que abraza a su hijo muerto desde hacía dos días y al que no quiere dejar. Cuando víctimas, verdugos, y testigos están muertos, quedan el novelistas.

Cabré también habla del presente, del reto del soberanism­o republican­o al Estado español: “Desde un punto de vista de procedimie­nto democrátic­o encuentro extremadam­ente preocupant­es las actuacione­s del Gobierno español y esperamos que haya bastante entereza para ir aguantando estas tormentas y llegar, al final, a aquello que anhelamos tanta y tanta gente: la independen­cia de Catalunya, pensando en el futuro, los hijos y nietos y pensando en el padres y los abuelos, que ya la querían”.

El autor de ‘Yo confieso’ recibe hoy el premio Trajectòri­a de la Setmana del Llibre en Català

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ALEJANDRO GARCIA / EFE Jaume Cabré, ayer en la Setmana del Llibre en Català
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