Remontada del Barça ante el Getafe (1-2)
Denis y Paulinho, suplentes, firman la remontada en un duelo muy incómodo
A veces el sufrimiento conduce a la victoria. Ayer, un Barça a punto de ingresar en el hospital a consecuencia de los continuos y dolorosos choques contra el dispositivo defensivo del Getafe tuvo fuerzas, orgullo y habilidad, más que juego, para reaccionar y firmar una remontada de última hora gracias a los goles de dos suplentes, Denis Suárez y Paulinho, que Valverde tuvo el acierto de introducir en busca de la reactivación de un equipo incómodo y horizontal. El duelo del Coliseo Alfonso Pérez representa un aviso respecto a la dificultad de cualquier rival, pero a la vez denota que el banquillo dispone de recursos. Aunque un excepcional gol de Gaku finiquitó la imbatibilidad de Ter Stegen en el torneo, el Barcelona sigue acaparando puntos para ganar autoestima y convicción.
El campo del Getafe no destaca por sus dimensiones y además estaba deliberadamente lento, sin regar, con lo cual actuó directamente como aliado de la estrategia de Bordalás. El técnico del Getafe actuó sobre la disposición táctica de un Ernesto Valverde que no practicó cambios, ni de nombre ni de dibujo. No quiere arriesgar con las rotaciones el entrenador blaugrana, consciente de que los resultados son esenciales, incluso más que el juego, en el progreso y la consolidación de su proyecto. Respecto al encuentro contra el Juventus, y a pesar de que el martes recibirá al Eibar en el Camp Nou, sólo practicó un cambio: Sergi Roberto en lugar de Semedo en el lateral derecho.
El equipo que cuatro días antes había llevado al borde de la humillación al subcampeón de Europa se quedó sin ideas ante un Getafe con los objetivos claros, como si alguien le hubiera cortado la luz. Incómodo y carente de movilidad y fluidez, el Barça se estrellaba contra el eficaz dispositivo defensivo de un adversario que transformaba todas sus recuperaciones en contragolpes. Un centro de Gaku que Piqué estuvo a punto de convertir en autogol fue la primera advertencia de un Coliseo Alfonso Pérez que pitó con asiduidad al central catalán, que este año no acudió a la manifestación del Onze de Setembre. Coincidió en horario con el entrenamiento previo al partido contra el Juventus. El ambiente en el estadio, bastante escéptico al comienzo, fue creciendo como un suflé.
Demasiado estático, el Barça no hallaba trayectorias para aproximarse a Guaita o dar juego a unos delanteros extraviados. Luis Suárez persiste en la espesura. Dembélé se ofrece y lo intenta, pero se muestra inmaduro y con un físico endeble para imponerse a defensas que no se andan con contemplaciones. Primero Valverde le ordenó centrarse, después lo envió a la banda izquierda, donde el francés sufrió una lesión en los isquiotibiales que le obligó a retirarse en el ecuador del primer acto. Salió Deulofeu a comerse el mundo, pero el equipo permaneció apagado, incapaz de combatir la propuesta de cuerpo a cuerpo del Getafe. La elevada cifra de amonestaciones recibidas por los blaugrana, delanteros incluidos, es indicativa de un alto grado de tensión inducida. Tensión que se acrecentó con el soberbio gol de volea de Gaku Shibasaki con que se llegó al descanso.
No apareció el sobreexplotado Iniesta en la reanudación, sino un Denis Suárez más fresco y profundo, con la misión de cambiar el escenario porque las perspectivas del Barça eran nefastas. Y el gallego, efectivamente, capitalizó la reac-
ción y firmó el empate al definir una jugada de convicción de Sergi Roberto.
Aunque no consiguió imponer mucha fluidez ni un dominio constante, al menos el conjunto blaugrana dio la cara y esgrimió alguna amenaza mientras el partido se aceleraba, muchas veces sin control, y las pérdidas seguían siendo una constante. En su alineación número 100 Ter Stegen había perdido la imbatibilidad en la Liga, pero en el minuto 83 salvó con una mano prodigiosa un intento de Arambarri que pudo haber sido definitivo. En aquel instante Paulinho llevaba unos minutos sobre el terreno de juego como revitalizador en el puesto de Rakitic. Y el centrocampista brasileño justificó la fama de llegador que le precede. Apareció en la zona de la verdad con un buen control, se adelantó el esférico, soportó como una roca la embestida de un defensor y cruzó con potencia a la red. Paulinho desplegó en esta jugada todas sus cualidades y puso de manifiesto que sí, que a pesar de las apariencias y de la polémica ocasionada por su actuación en el mercado de jugadores, el Barcelona tiene banquillo.