La Vanguardia

Horizonte huracanado

La gente que había ido a vivir al estado costero por su buen clima duda ahora sobre su futuro

- ANDY ROBINSON

La gente que había ido a vivir a Florida por su buen clima duda sobre su futuro.

“Vinimos aquí porque en Michigan los inviernos son muy fríos; pero el domingo decidimos ‘¡Nunca más!’”, dijo Maryann, sentada en una pizzería llena como nunca en medio de las comunidade­s de jubilados en Naples, en el sudoeste de Florida, bastante castigadas por el huracán Irma. “Vamos al norte”, añadió.

En los alrededore­s podía comprobars­e cómo los sueños de una jubilación de sol, palmeras y bailes al aire libre al son de Julio Iglesias pueden convertirs­e en 48 horas en una pesadilla. Incluso las urbanizaci­ones más caras de bungalows coquetos y campos de golf tenían un aspecto desolador de palmeras sin copa y farolas de estética retro arrancadas del suelo. En las comunidade­s para los jubilados de menor renta, con casas prefabrica­das y caravanas convertida­s en montones de chatarra, el paisaje recordaba Alepo tras el bombardeo.

El huracán pasó directamen­te por las propiedade­s de Royal Palm Golf donde viven el matrimonio septuagena­rio Maryann y Roy desde que vinieron de Detroit hace 15 años tras jubilarse. Han pasado cuatro días sin luz ni agua y sin poder comprar comida. “Este es el segundo huracán y, como en el béisbol, a la tercera te eliminan, así que nos vamos”, dice Roy. Por lo visto, otros residentes jubilados de la zona –los llamados snowbirds (pájaros de nieve), tanto los que vienen del norte para pasar los meses de invierno como los que viven aquí todo el año– se plantean marcharse también.

Florida es el estado que más fuertement­e ha apostado por una estrategia de desarrollo económico basado en atraer a los snowbirds, jubilados de los estados fríos del norte –y de algunos países europeos , sobre todo el Reino Unido– que quieren pasar las últimas décadas de su vida en un clima cálido. La migración empezó en Florida ya hace casi un siglo, cuando la frenética construcci­ón de residencia­s provocó una burbuja inmobiliar­ia que fue el desencaden­ante del crac de Wall Street en 1929.

Después de la Segunda Guerra Mundial, millones de jubilados de procedenci­a anglófona y judía llegaron desde Nueva York, Detroit y Chicago huyendo –hay que decirlo– no sólo del frío sino de la creciente presencia de afroameric­anos e hispanos en sus ciudades. Y en las últimas décadas las comunidade­s de jubilados han crecido como la espuma... El modelo tenía bastantes admiradore­s en España, que también miraba al norte para llenar sus propias urbanizaci­ones en la costa. En el 2006, el Barclays Bank y el Iese celebraron una conferenci­a en Barcelona titulada “España, la nueva Florida de Europa”.

La oferta dirigida a los snowbirds es bastante variada en Florida. Están las megaurbani­zaciones como The Villages en Orlando, donde 120.000 residentes –todos mayores de 55 años– dan vueltas en sus carritos de golf y aprovechan las happy hours para tomar un cóctel a las cuatro de la tarde. Más al sur, los jubilados de mayor nivel económico vienen a vivir a las comunidade­s en resorts playeros muy cotizados como los de Naples, con acceso a un club de golf privado. Aquí un chalet de dos dormitorio­s cuesta medio millón de dólares. Pero hay urbanizaci­ones para los más humildes también. Miles de prejubilad­os cincuenton­es compraron pisos en los bloques de Century Village al norte de Miami, de cara a su jubilación, en los años de la burbuja (hasta el 2007) cuando todo lo demás era demasiado caro. Y para los de muy escasos recursos están los trailer parks en la zona de Naples Estates, que el presidente Donald Trump visitó el pasado viernes.

La población de gente mayor de 65 años ha subido de 2,3 millones a 3,6 millones en Florida desde 1992. La mitad de ellos tienen más de 85 años. Mientras ciudades como Detroit perdieron la mitad de su población, la llegada de los jubilados –así como de inmigrante­s más jóvenes– ha impulsado un aumento del 35% de la población de Florida desde 1992.

Los snowbirds no sólo disfrutan del clima templado sino también de la ausencia de un impuesto sobre la renta en un estado que no pone demasiadas trabas a la hora de construir un inmueble o abrir una clínica privada o una residencia de ancianos.

Pero tras registrars­e subidas del nivel del mar de más de seis centímetro­s en los últimos 25 años, y con huracanes cada vez más fuertes debido a las elevadas temperatur­as del Caribe, el clima de Florida ya no es lo que era. Es más, tal como se demostró con la muerte de ocho ancianos después del huracán Irma en una residencia de ancianos en Miami, gestionada por una empresa acusada de fraude, el modelo Florida quizás no sea el mejor parar garantizar servicios para los viejos. En Century Village los residentes llevaban dos días sin poder usar los ascensores después del huracán.

“¿Tras el Irma, Florida seguirá siendo un paraíso para los jubilados?”, se preguntaba la semana pasada Michelle Singletary en

The Washington Post. “Cuando los jubilados dicen ir desde el norte al sur se aíslan y pierden las redes de familiares y de amigos que son esenciales en emergencia­s”, destaca. Los bajos impuestos coinciden, además, con la falta de buenos servicios públicos. Es más, invertir en una vivienda en Florida ya no es tan atractivo debido al riesgo de inundacion­es en la costa y al coste creciente de las pólizas de seguros. Según la inmobiliar­ia Zillow, el 13% de las viviendas de Florida se encontrará­n bajo el agua en el 2100 si no se logra detener la subida del nivel del mar.

Lo cierto es que no hacía falta el huracán más grande de los últimos tiempos para poner en entredicho el modelo de Florida como destino para la jubilación. En el ranking de ciudades considerad­as buenas para hacerse mayor elaborado por el Milken Institute de California, Miami ocupa el puesto 73 y Florida no figura en los diez primeros estados. Los primeros puestos del ranking los ocupan ciudades en Iowa, Wisconsin y Dakota, estados del norte y del Medio Oeste. Incluso Michigan registra mejores resultados en este estudio que Florida.

Pese a todo, hay snowbirds en Naples que no se arrepiente­n de nada. En la muy cotizada urbanizaci­ón Fiddler’s Creek, que cuenta con un millar de bungalows de ladrillo con su propio spa y un campo de golf ultraselec­to, nadie quiere marcharse. “Esto es el paraíso”, resumió Wanda, de 75 años, oriunda de Chicago, tras resistir la tormenta sola en casa. “Me senté encima de la nevera y cuando llegó la calma del ojo del huracán, salí a la calle y me encontré con otros vecinos y nos unimos; fue como un milagro”, dice. Hay otro consuelo para Florida en la era del cambio climático. Su principal rival en el mercado para atraer a jubilados del norte es Arizona, en el desierto del sudoeste, donde los incendios forestales este año son los peores que se han registrado desde hace mucho tiempo.

ESTRATEGIA TRUNCADA

Es el estado que más ha apostado por atraer a jubilados de regiones más frías

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aquí? Una pareja regresa a su casa tres días después del paso del Irma. Este tipo de huracanes de gran intensidad serán más frecuentes en el futuro por el aumento de temperatur­a del agua del Atlántico a causa del cambio climático
NICOLE RAUCHEISEN / AP ¿Quién quiere vivir aquí? Una pareja regresa a su casa tres días después del paso del Irma. Este tipo de huracanes de gran intensidad serán más frecuentes en el futuro por el aumento de temperatur­a del agua del Atlántico a causa del cambio climático
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