La retirada del acuerdo nuclear con Irán puede esperar
Las promesas electorales de Donald Trump siguen chocando con la realpolitik que obliga a aplazarlas una y otra vez. Es lo que ocurre ahora con la retirada del acuerdo nuclear con Irán. Trump juró y perjuró que en cuanto llegara a la Casa Blanca retiraría a EE.UU. “del peor acuerdo de la historia”. Han pasado nueve meses y la Administración Trump ha actuado evitando la ruptura. Esta semana se cumplía el plazo para reimplantar las sanciones a Irán que fueron levantadas por la Administración Obama como contrapartida al pacto nuclear. Si Washington hubiera vuelto a sancionar a Teherán, habría roto unilateralmente el acuerdo que firmaron los países miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas más Alemania con la república de los ayatolás, y Teherán habría quedado con las manos libres para desarrollar el arma nuclear. Trump ha hecho caso de los expertos que le han aconsejado que no rompa unilateralmente el acuerdo por las consecuencias conflictivas que tendría con el resto de los aliados en un momento en que la actuación conjunta es fundamental también para disuadir a Corea del Norte. El secretario de Estado Rex Tillerson anunció un cambio de estrategia: “Tenemos que considerar la totalidad de las actividades de Irán y no dejar que nuestro punto de vista sea definido únicamente por el acuerdo nuclear”. El cambio consistiría en centrar la presión “militar y económica” a Teherán por su expansión en la región apoyando al dictador sirio Bashar el Asad, a la guerrilla de Hizbulah, y por los ciberataques a EE.UU. y a los países árabes.