Rajoy reclama al Govern que rectifique y vuelva a la legalidad
El PP exhibe a Galicia como su modelo de nacionalidad histórica frente al 1-O
El PP convirtió ayer la celebración de los 100 años del primer presidente de la Xunta de Galicia, Xerardo Fernández Albor, en una reivindicación de la vía gallega de autogobierno frente a la ruptura del desafío catalán y en una oportunidad para llamar de nuevo a la Generalitat a rectificar a fin de que regrese a la “legalidad y racionalidad”, en palabras de Mariano Rajoy. El presidente del Gobierno abogó por exportar a las instituciones catalanas “sentidiño”, el seny gallego, y apostó por “darle la vuelta con la mayor celeridad posible” a la situación de “enorme gravedad” que se vive en Catalunya. Sin querer aclarar sus advertencias del viernes en Barcelona, Rajoy afirmó que le gustaría que hubiese “un acto voluntario de quienes han organizado este espectáculo”.
Tras alcanzar la condición de centenario la semana pasada, el cirujano compostelano Fernández Albor recibió ayer de manos de Rajoy la medalla de oro del Mérito al Trabajo. Albor evocó la constitución en 1981 del primer Parlamento gallego, en la que se convertía en la tercera nacionalidad histórica en acceder al autogobierno, como ya lo habían hecho el año anterior Catalunya y Euskadi. En ambas había un partido nacionalista al frente del gobierno, CiU y el PNV, respectivamente, mientras en Galicia esa función la asumía Alianza Popular, antecesora del PP. En esa primera administración gallega estaba como director general de Relaciones Instituciones, a los 26 años, Mariano Rajoy. “Les mentiría si dijese que ya intuía entonces que sería presidente del Gobierno”, bromeó un Albor que recalcó que sí apostó por él desde el principio. Después sería su vicepresidente, entre 1986 y 1987.
La longevidad de Albor ha convertido ya en un ritual recurrente los homenajes, sobre todo desde que cumplió 90 años y tras la muerte en el 2012 de Fraga. Pero el acto de ayer, celebrado en la mastodóntica y polémica Ciudad de la Cultura de Santiago, adquirió una significación especial en el marco del desafío del 1 de octubre. A través de Albor y de los 30 años que los populares llevan gobernando en Galicia, el presidente de la Xunta, Núñez Feijóo, contrapuso ese modelo respetuoso con el marco autonómico y constitucional con la evolución de las otras dos nacionalidades históricas, marcadas por “el terrorismo “en el caso vasco y por “las quimeras imposibles” en el catalán.
En un tono mucho más duro que el que usó ayer Rajoy, Feijóo calificó lo que se vive en Catalunya como “un golpe de Estado prolongado”, que se produce, según dijo citando a Mitterrand, como “una concatenación de acontecimientos que tienen lugar en días, meses e incluso años”. También se refirió a Carles Puigdemont como un “presidente insurrecto” que quiere actuar al mismo tiempo dentro y fuera de la legalidad.
La alusión de Feijóo al “sentidiño” de Albor sirvió a Rajoy para abogar por la exportación a Catalunya de este concepto de la sabiduría popular gallega. “Cuando uno se pone en contra de la legalidad y además la racionalidad, pues tiene que pensar, sobre todo si lo hace a la larga, que nada bueno puede producir con su actuación”, señaló el presidente del Gobierno, quien acto seguido señaló que una rectificación resulta positiva para quien la efectúa y para los demás.
En unas breves declaraciones a la prensa Mariano Rajoy eludió aclarar su advertencia del pasado viernes en Barcelona de que “nos van a obligar a lo que no queremos llegar”. Insistió en que “las cosas volverán a su cauce”, mientras evitó contestar a las declaraciones de Puigdemont en el acto con los alcaldes. Sobre estos dijo que “sólo se les pide que cumplan la ley” mientras destacó que no se han emprendido acciones contra la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, porque anunció que no cederá locales para el referéndum, ejemplo que, a su juicio, deberían seguir otros municipios.
Rajoy no aclara sus advertencias de Barcelona y pide un “acto voluntario” de marcha atrás