Recuperación serena y homenaje perpetuo entre vecinos y turistas
Cuando a las ocho y media de la mañana del 18 de agosto, siete horas después del ataque terrorista en el paseo marítimo de Cambrils (Baix Camp), los Mossos d’Esquadra levantaron el cordón policial, frente al Club Nàutic se vivió una escena difícil de olvidar. Mientras los equipos de limpieza se esforzaban en eliminar cualquier rastro del atentado sobre las aceras, turistas y vecinos reocuparon de golpe su paseo marítimo. La cotidianidad de pasear al perro, hacer footing o darse un baño reparador en la playa, mientras algunos curiosos buscaban junto a cámaras y periodistas algún detalle del atentado, como la marca de una bala disparada por la policía para repeler a los cinco terroristas.
Cambrils, destinación turística codiciada en la Costa Daurada por su tranquilidad, ha hecho del sosiego la mejor arma para combatir el miedo. El I love Cambrils, promovido de forma espontánea por la Unió de Botiguers al detectar tras el atentado cierto desánimo, es una muestra más de esta lucha tranquila. El Ayuntamiento cambrilenc ya trabaja en el monumento que recordará para siempre junto al puerto la única víctima mortal del atentado: Ana María Suárez, aragonesa, justamente uno de los colectivos de turistas más fieles e históricos de este litoral.
“Será un símbolo de respeto y de luto, servirá de memoria histórica de lo que nunca tendría que haber sucedido, para que la ciudadanía tome conciencia”, acordó el plenario sobre el monumento. Que Cambrils haya tenido la capacidad de empezar a cerrar la herida y acabar el verano volcado, como siempre, con el turismo, no significa que la localidad pesquera y sus 30.000 vecinos quieran borrar el atentado. Cuando llegue otoño y se vayan la mayoría de los 60.000 turistas que viven aquí en verano, el paseo marítimo seguirá recordando a Ana María. /