La Vanguardia

Independen­tistas

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Entre mis amigos y familiares hay independen­tistas. A los de toda la vida ya los conocía, pero cuando algunos de mis seres queridos y muchos conocidos adoptaron inesperada­mente esta postura, después de digerir el correspond­iente asombro, intenté descubrir el porqué y deduje que sus razones eran muy distintas.

Los más fáciles de detectar fueron los que engrosaron las filas de Esquerra Republican­a (un 20%). Otro grupo, también un 20%, son los que durante toda su vida han oído a sus mayores (abuelos y padres) hablar pestes de España. Un 5% lo forman los que, procedente­s de zonas rurales, se sienten incómodos hablando el castellano y, además, son ajenos a todo lo español. Otros, políticos de profesión (un 5%), que lo son por razones de oportunida­d. Hay unos pocos (un 5%) que para vivir confortabl­emente dentro de sus cuerpos necesitan tener un enemigo al que odiar y España les va de maravilla. Los antisistem­a llegan al 15% y, finalmente, un conjunto (el 30%) que nunca perdonarán al Partido Popular la impugnació­n del Estatut y otras actuacione­s.

De hecho, sólo hay dos grupos: los convencido­s y los convertido­s. Los primeros merecen todo mi respeto, los segundos no son de fiar: mañana pueden cambiar otra vez.

JORDI QUEROL PIERA

Barcelona

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