Una historia ejemplar
Tengo una foto donde se ve un grupo de chicas y chicos de pie mirando a la cámara, detrás un hombre alto (Eladi Homs), y delante de él una mujer menuda (Elvira Zimmer). Parece una foto de despedida, que capta, como todas las fotos, un instante eterno. A la derecha, las chicas sonríen (una de ellas es Maria, hija de la pareja), y a la izquierda, los chicos con americana y aire serio, todos endomingados. Una de las mayores es mi madre, también está su hermano, y el que más tarde será su cuñado. La foto seguramente fue tomada a mediados de 1945 en Gandesa, donde este gran pedagogo, nacido en Valls, fue desterrado acabada la guerra, abocado como otros maestros, intelectuales y escritores que se quedaron en Catalunya a lo que se ha llamado exilio interior. Hace años que mi madre me había hablado del señor Homs: un sabio, una institución en el pueblo, decía. Iba a repaso en un pisito donde se sobrevivía haciendo clases particulares. Al cabo de los años fui descubriendo quiénes eran este hombre y esta mujer tan singulares en el contexto de la posguerra.
En torno a la mesa del comedor los alumnos ya mayores, porque la guerra los había atrapado en mitad de la escolarización, aprendían de todo, hasta inglés, como me explicó este verano una de las chicas de la foto (Teresineta de Roman, una maestra jubilada). A Elvira Zimmer, la recuerda risueña y afable, y con un ligero acento extranjero: les enseñaba villancicos en inglés, lo que les parecía tan exótico que les hacía tronchar de risa. La Zimmer, de padre alemán y nacida en Londres, fue una de las primeras bibliotecarias del Instituto de Cultura. Y Eladi Homs, que había estudiado en tiempos de la Mancomunitat en EE.UU. y otros países europeos (difundió el pensamiento de John Dewey y el método Montessori), inspiró las Escoles d’Estiu, y, una curiosidad, se considera el introductor en Catalunya del baloncesto. También, ya durante la dictadura de Primo de Rivera, se había tenido que refugiar en el mundo privado, fundando con Alexandre Galí la Escola Blanquerna. Pues bien, ahora que empieza el nuevo curso con tantos proyectos e ilusiones, me parece oportuno recordar a este gran pedagogo, como reparación de la memoria robada que es a la vez imprescindible para construir un proyecto educativo de futuro, que sea innovador y que cuente con la tradición: la lejana y la más inmediata.
C. ALCOVERRO, filóloga