Tarragona diseña un jardín bíblico donde fomentar la reflexión
La estatua del arzobispo Sant Fructuós, una pieza de mármol de 1.300 kilos, aguarda en lo que será el futuro jardín bíblico de Tarragona. El espacio –hoy el patio interior del Museu Bíblic– se proyecta como un lugar abierto a la ciudadanía y que invite a la reflexión y al diálogo interreligioso en el corazón de la Part Alta. Un espacio que contará con otra escultura, la de Abraham, y con árboles y vegetación de especies “bíblicas” como olivos, cipreses o viñas.
“La idea es que sea un espacio pedagógico, de encuentro, acogedor y de quietud”, explica el director del Museu Bíblic, Andreu Muñoz. Hace apenas una semana, una gran grúa descargó en el futuro jardín la escultura de Sant Fructuós, realizada y donada por el artista tarraconense Bruno Gallart –que trabaja en el templo de la Sagrada Família–, y un olivo centenario. Gallart trabaja también en otra escultura, la de Abraham, “que llevará el nombre en latín, árabe y hebreo como símbolo interreligioso”, añade Muñoz.
Estos días, y antes de museizar el jardín, se está excavando, con arqueólogos del Institut Català d’Arqueologia Clàssica, la zona que correspondería al muro perimetral del templo de Augusto de Tarraco. El objetivo es poner al descubierto la fundamentación de este muro e investigar si en el pórtico existían dos líneas de columnatas o sólo una, como se ha mantenido hasta ahora.
En la zona posterior del Museu Bíblic –cuyos bajos esconden un refugio construido durante la Guerra Civil– también se ha documentado una exedra como la hallada junto al claustro de la Catedral. Las dos estaban ubicadas en este pórtico que cerraba la gran plaza de culto romana. Con la intervención arqueológica se espera documentar también la transformación visigótica y restos del urbanismo medieval. El jardín bíblico se enmarca pues en un proyecto más amplio para poder mostrar el valor de todo este patrimonio histórico.