Emotiva despedida
Hace sólo cuatro escasos meses del fallecimiento del músico y compositor Gregg Allman, pero antes había dejado bastante bien atada su obra póstuma que, coherente con su singladura y patrimonio musicales, es atractiva cuando no excelente. Algunas opiniones, incluso, la consideran la de mejor factura realizada fuera del ámbito de los gloriosos Allman Brothers Band. Un elemento que, muy posiblemente, ha coadyuvado a ello fue el detalle fundamental de que los participantes en la elaboración del álbum sabían que se trataba sin ninguna duda del último que iba a realizar Allman.
Y en esta nómina de hacedores caben desde el productor Don Was hasta los miembros de su curtida banda de directo que excepcionalmente en esta ocasión también le respalda en estudio, así como algunos colaboradores como Jackson Browne. La entrega emotiva es palpable a lo largo de un repertorio que en su casi totalidad son covers, excepto en el inicial My only true friend, coescrita por el propio Gregg Allman con bellos trazos líricos. Un conocimiento de causa y de destino que se refleja en la elección de temas como Once I was (Tim Buckley),
Going going gone (Bob Dylan) o Live the life I love (Willie Dixon), pero desde una perspectiva en absoluto triste o deprimente. La puesta en solfa sonora quizá en algunos aspectos es demasiado densa instrumentalmente, por lo que quizás el mayor disfrute del arte vocal de Allman se produce cuando se adentra en el tempo más desnudo, más country y más guitarrero.