Mucho equipo
Para que un equipo consiga alcanzar la excelencia deben realizarse dos tareas: la que concierne al equipo y la que es responsabilidad de los jugadores. Ayer el Barcelona funcionó mejor como equipo que como suma de individualidades. Y ese aspecto debe ser considerado tan positivo como la suma de los tres puntos. Porque quiere decir que la hoja de ruta establecida es correcta, tiene consistencia y te permite competir en el clásico encuentro en el que lo más lógico hubiera sido perder o como máximo empatar. Si analizamos el partido veremos que existieron importantes déficits. Piqué sufrió en demasía en tareas defensivas en sus duelos con Molina. Iniesta dio la sensación de que no encontró los espacios deseados. Dembélé, lesionado a los 25 minutos. Luis Suárez, preguntándose quién es. Lo único positivo para él fueron los minutos jugados como recorrido para su puesta a punto. Messi importante, porque eso va asociado a su grandeza, pero menos. Con Piqué, Iniesta, Dembélé, Suárez y Messi por debajo de su nivel, el Barcelona remontó fuera de casa.
La clave: juntos. El gran objetivo de Valverde es qué quiere que suceda allá donde está el juego y en la fase que sea. Ayer el Barcelona de nuevo instaló la defensa bastante avanzada cuando el contrario tenía el esférico. Y ese objetivo es dinámico, es decir variable según evoluciona el juego. Piqué tiene que exigir a sus compañeros de la línea defensiva adelantar su posición con el único pero importante objetivo de mantener las líneas juntas. Por ejemplo, cuando Molina controlaba un balón habiendo caído a la banda y casi a la altura del área grande, los jugadores de defensa del Barcelona quedaban a la altura de esta: ante la imposibilidad de atacar, el jugador del Getafe retrasaba el esférico y el siguiente lo hacía todavía más hasta la zona de los centrales. Hay dos actitudes entre los centrales que defienden. Una es conservar su posición para recuperar pulsaciones, y la otra, salir de atrás para empujar a los medios y que estos se acerquen a los delanteros. Si haces lo primero, las líneas se alejan entre sí, el centro del campo queda aislado, no dominas el esférico y quedas a expensas del rival. Si haces lo segundo te asfixias pero, aun no dominando el esférico, sí controlas el partido. Y eso lo está haciendo el Barça, no con la continuidad deseada porque todo tiene un aprendizaje. Pero sí está en el camino.
Prioridades en el repliegue. Ayer el Barcelona encajó su primer gol y curiosamente lo hizo desde fuera del área y tras un rechace. Uno de los mandamientos del repliegue dice que los jugadores deben mantener una mínima distancia entre líneas. Que replegarse no se trata de que bajen todos los jugadores a la línea de defensa, siempre es un esfuerzo generoso, pero equivocado. Se trata de que el máximo de jugadores posibles se sitúen por detrás del esférico formando tres líneas. Si lo hubieran hecho así, Rakitic hubiera estado junto a Gaku Shibasaki en vez de hacer tareas de central. Evitándose más esfuerzo de la cuenta y dificultando el chut. Pero todo, de nuevo, requiere un aprendizaje.
El Barça funcionó por encima de sus individualidades: la hoja de ruta tiene consistencia