La Vanguardia

Barcelona como motor cultural

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BARCELONA

Barcelona cuenta con el Gran Teatre del Liceu como referente internacio­nal, dos auditorios y dos orquestas sinfónicas, todos con unos niveles de ocupación bastante elevados. El presupuest­o de la ciudad en cultura es de unos 132 millones de euros. El de la próxima temporada del Liceu es de unos 45 millones. Un tercio proviene de la venta de entradas; un 15%, del mecenazgo, y el resto, de la aportación de las administra­ciones. Todos cuentan con programas de difusión y promoción de nuevos públicos con estrategia­s innovadora­s. Barcelona tiene también programas como el de Barcelona Apertura, impulsado desde Barcelona Global para unir los tres equipamien­tos en la promoción de la oferta de clásica y lírica al público internacio­nal. En nuestra ciudad hacemos las cosas muy bien, sobre todo con los recursos de los que disponemos.

ZURICH

Suiza ha sabido captar el talento, la emprendedu­ría y la atención de las multinacio­nales, pero es también un destino cultural codiciado. Cada ciudad media (Zurich y Ginebra juntas no llegan a los 800.000 habitantes) cuenta como mínimo con una orquesta sinfónica, un teatro de ópera y, a menudo, una compañía de danza. La población participa de la vida cultural y también es un destino de público internacio­nal. Zurich tiene el mismo presupuest­o para cultura que Barcelona, pero con una población cuatro veces menor. Su ópera tiene las entradas más caras de Suiza (290 euros), más baratas, sin embargo, que las de algunas institucio­nes musicales catalanas, con la diferencia del poder adquisitiv­o. Sin embargo, promueve el acceso a nuevos públicos con programas de difusión y descuentos y tiene una subvención pública de 73 millones.

‘TO DO’

Si en Barcelona queremos institucio­nes culturales que despierten el interés internacio­nal, tanto del profesiona­l y del talento como del público y los medios –por ejemplo, la

prima de La Scala se retransmit­e en directo mundialmen­te–, hace falta que las institucio­nes públicas se tomen seriamente la cultura, desde el punto de vista económico, educativo y de difusión. La frenética actividad cultural suiza nace ya en las escuelas. La danza es la hermana fea de las artes escénicas de nuestra ciudad, a pesar de tener un certamen internacio­nal 100% privado que sí despierta el interés de los profesiona­les. Las institucio­nes culturales tienen que participar de este esfuerzo educativo aún más y entender que banalizar el discurso artístico no ayuda a la formación del público. Barcelona tiene que ser un motor y no sólo un contenedor cultural.

EN NUESTRA CIUDAD HACEMOS LAS COSAS BIEN CON LOS RECURSOS QUE TENEMOS

PROMUEVE EL ACCESO DE NUEVOS PÚBLICOS A LA ÓPERA

BARCELONA HA DE SER UN MOTOR Y NO SÓLO UN CONTENEDOR CULTURAL

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