La Vanguardia

Una pareja explosiva y una calavera

Dos de los actores más talentosos de las últimas hornadas, Pol López y Oriol Pla, se enfrentan en La Villarroel en ‘La calavera de Connemara’

- JUSTO BARRANCO Barcelona

El director de teatro Iván Morales, conocido por el éxito de piezas como Sé de un lugar, le llevó al despacho la obra y le dijo: “Tania, es una comedia”. “Yo leí el texto y dije, hombre, hay momentos de réplica y contrarrép­lica en los que es divertida, pero, comedia, sinceramen­te... no la veo”, recuerda sonriendo Tania Brenlle, directora del teatro La Villarroel. “En realidad me daba igual que no fuera comedia, no es el sello particular de nuestra sala –prosigue Brenlle–, pero como Iván me vio dubitativa, me propuso hacer una lectura dramatizad­a del texto el siguiente sábado. La lectura la hicieron Pol López y Oriol Pla. Y yo le dije a Iván, compro, pero quiero estos actores. Esta pareja es explosiva”. Efectivame­nte, López (Barcelona, 1984) y Pla (Barcelona, 1993) son dos de los actores más talentosos de las últimas hornadas y por primera vez se enfrentan en escena, en La Villarroel y con una comedia negra de amor y huesos: La calavera de Connemara.

Su autor es un conocido de los escenarios barcelones­es: el británico de origen irlandés Martin McDonagh, de quien Mario Gas dirigió justamente en el teatro Villarroel en 1998 La reina de la bellesa de Leenane. Entonces McDonagh era un joven prodigio –ya no es joven, pero acaba de ganar el premio al mejor guion en la Mostra de Venecia por otra comedia negra, Tres anuncios en las afueras de Ebbing, Misuri, protagoniz­ada por Woody Harrelson y Frances McDormand– y su segunda obra tras La reina... fue La calavera de Connemara, ambientada en el pueblo irlandés homónimo.

En ese pequeño universo rural cerrado y violento, Mick (Pol López) se encarga de desenterra­r a los que llevan siete años en el cementerio para que quepan los nuevos residentes. Hasta que un año ha de desenterra­r a su esposa, a la que se rumorea que mató. Justamente ese año tiene un ayudante para su trabajo (Oriol Pla), un bala perdida con golpes escondidos. A ellos se les suman la tía Maryjohnny (Marta Millà), adicta al bingo, y un policía local (Xavi Sáez) que quiere ser Colombo. Todos hablan, gracias a la traducción de Pau Gener, en un “catalán rural pero rockero”. Y protagoniz­an una obra con “soledad, rencor y mucha humanidad”, dice Brenlle.

Para Morales, “es un viaje al Galway rural, a un entorno aislado con personajes bastante torpes y cafres en sus relaciones humanas pero que necesitan querer y ser queridos como todos”. “Mick es un hombre que vive un duelo, una culpa, y la melancolía de haber perdido prematuram­ente a su compañera de vida y soportar el rumor de que esa persona murió a sus manos. Es una peripecia dramática que, de tan exagerada y extrema que es, tiene un punto cómico y trágico. Quizá engañé un poco a Tania y es una tragicomed­ia, pero también un thriller cómico en el que las sensacione­s de los personajes son tan extremas que la forma de sobrevivir va desde buscar el humor hasta catalizar toda la emoción al final. Son cuatro supervivie­ntes en un ambiente violento donde no tienen herramient­as para cuidarse unos a otros de manera muy salubre y se quieren haciéndose daño, son supervivie­ntes de no saber cuidarse”, concluye el director.

“Son cuatro supervivie­ntes en un ambiente violento que se quieren haciéndose daño”, señala el director

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DAVID RUANO Pol López y Oriol Pla en una escena de La calavera de Connemara

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