La política salta a la calle
La confrontación se ha producido antes de que se celebre el referéndum anunciado para el 1-O. La Guardia Civil entró ayer en varias conselleries y detuvo a catorce altos cargos que supuestamente formaban parte del núcleo duro que preparaba el referéndum. La acción de la Guardia Civil fue interpretada por el president Puigdemont como la suspensión de facto de la autonomía. Jordi Sánchez, presidente de la ANC, convocó a manifestaciones pacíficas en los puntos donde se estaban produciendo los registros y las detenciones.
La política se ha trasladado a la calle en concentraciones que van a tensar el ritmo de la política en los próximos tiempos. Suspendidas las sesiones del Parlament hasta después del 1-O, la calle será el escenario más frecuente de los debates políticos. La experiencia demuestra que es en las instituciones donde se hace política y no en las concentraciones masivas ciudadanas por muy legítimas que sean. La calle es de todos y no es de nadie.
En todo caso, la grave crisis que se vive entre Catalunya y España sólo puede tener un punto de encuentro en una mesa de negociaciones en la que las dos partes acudan con una voluntad de alcanzar pequeños o grandes pactos.
Desde la aprobación de las leyes del 6 y 7 de septiembre que suponen una ruptura jurídica unilateral con el Estado se han puesto en marcha los mecanismos para ser consecuentes con las leyes del Referéndum y la de Transitoriedad por parte del Govern de Catalunya y, a la vez, el Estado ha reaccionado con todos los instrumentos que tiene a su alcance para impedir que aquellas dos leyes de ruptura unilateral entren en vigor después del referéndum.
La experiencia indica que es en las instituciones donde se hace política y no en las concentraciones masivas
El impacto de ver a guardias civiles entrando en instituciones catalanas no hace sino aumentar el sentimiento patriótico de muchas personas que, independentistas o no, descartan esta forma de resolver los conflictos. La posición de la alcaldesa Colau poniéndose al lado de las instituciones catalanas es un dato que tiene importancia política y que puede marcar la orientación de un futuro gobierno cuando pasen las actuales tensiones.
Nos podemos remontar a las causas inmediatas o lejanas que nos han llevado a esta situación tan delicada como inesperada. La ruptura con la ley ha empezado en el Parlament con las dos leyes de ruptura. Pero el uso estricto de la ley, sólo la ley, por parte de Rajoy no puede ser la única respuesta.
Lo cierto es que el momento presente tiene todos los ingredientes de alta siniestralidad política y social. Esto no es un juego para trasladarlo a movilizaciones callejeras. Quizás sea ya tarde, pero hay que buscar fórmulas, quizás con nuevos actores políticos en Madrid y Barcelona, para evitar la catástrofe previa que sería el anuncio de una confrontación abierta en la que todos tendríamos las de perder.