BONES LLETRES
El palacio Requesens es un punto noble y genuino de la Barcelona gótica; y lo es tanto por el conjunto arquitectónico, cuanto por la forma como aparece enclavado en el lugar. Se encuentra tan desenfilado de vistas, que parece desear una discreción muy nuestra. Culmina un callejón sin salida, y en un rincón tan encajonado pasma entonces que exhiba el lujo de un patio tan generoso. Un lugar que imprime carácter, y creo que ha inyectado sobre la Acadèmia de Bones Lletres una influyente energía positiva en periodos críticos. Y que una institución tan prestigiosa e ilustrada resida allí desde hace un siglo ha fortificado la permanencia física de los sillares en tiempos difíciles, que los hubo después de la Reforma Baixeras y de un posterior sueño urbanístico de signo devastador que dibujaba Domènech i Montaner. El libro colectivo El
palau de l’humanisme (edita Comanegra) refuerza en época de virtualidades y desmemoria esa presencia: arquitectónica e institucional. Sergio Vila-Sanjuán, su editor al modo anglosajón, ha logrado reunir una suma eficaz de aportaciones para recordar la transcendencia poliédrica del palacio y de sus académicos. Hacía falta un libro así sobre este lugar de encuentro de sabios y hervidero de alta cultura.