La Vanguardia

“Debemos saber en qué se invierte nuestro dinero”

Tengo 57 años. Soy de Badalona, pero mi oficina está en Holanda y me paso la vida viajando. Casado, tengo tres hijos. Soy economista y doctor en Organizaci­ón de Empresas. Profesor del a UPC. Enpo lítica me preocupa la creciente pérdida del humanismo. Soy

- IMA SANCHÍS

Cuándo nace la banca con valores? En medio de la crisis (2009), por iniciativa de tres bancos. ¿De qué nacionalid­ad? Holanda, Bangladesh y EE.UU. Tres bancos que durante toda su historia ya habían hecho una banca diferente, cercana a las comunidade­s, financiand­o lo que yo llamo las cosas de comer, y empresas y proyectos sensatos para el medio ambiente.

...Y estalló la crisis financiera.

Sí, y esos bancos decidieron fundar la Alianza Internacio­nal de la Banca con Valores para explicarle al mundo que es posible hacer otro tipo de banca con la que contribuir sustancial­mente a regenerar la sociedad.

Regenerarl­a es mucho pretender.

La banca representa un porcentaje muy relevante del sector financiero a escala global porque aglutina capitales, ahorros e inversores. Si los bancos invierten teniendo en cuenta los valores humanistas medioambie­ntales y sociales, el cambio es sustancial mundialmen­te.

La banca ética suena a banca alternativ­a y da un poco de miedo.

La mayoría de los 46 bancos con valores que existen en los cinco continente­s superan a la banca convencion­al en solvencia y en liquidez, y tienen rentabilid­ades parecidas, incluso superiores a los too big to fail.

¿Los demasiado grandes para caer?

Sí, el grupo de bancos que fue declarado por un organismo mundial como bancos tan grandes que el ecosistema financiero mundial debía prestarles atención especial, porque si alguno de ellos cae puede arrastrar a todo el sistema.

¡Sí, qué miedo! ¿Cuántos son?

Unas treinta entidades. Cada año analizamos sus cuentas auditadas y las comparamos con las nuestras, y la conclusión es que los bancos de nuestra alianza son de media más solventes, tienen mejor liquidez y una rentabilid­ad nunca inferior a esos grandes bancos.

Felicidade­s, pero por qué debería yo meter mi dinero en un banco ético...

Si va a pedir un préstamo a un banco, le harán multitud de preguntas del tipo: ¿para qué lo quiere?, ¿cuánto gana?, ¿dónde trabaja?, ¿tiene familia?, ¿quién le avala?...

Una situación de tensas sonrisas, sí.

...Pero cuando abrimos una cuenta no les preguntamo­s en qué invierten nuestro dinero, con qué criterio... Pruebe a hacerlo y recibirá respuestas vagas.

Vivimos épocas opacas.

En nuestros bancos la transparen­cia es esencial y sólo trabajamos con economía real, nada de productos financiero­s derivados. Se trata de coger el dinero de los depositant­es y prestársel­o a personas que lo necesitan para hacer cosas sensatas que tengan un impacto positivo en la sociedad y en el medio ambiente.

¿Cómo se traduce eso en la vida real?

Si le presto dinero a un señor que hace muebles, quiero saber si paga un salario digno y si utiliza maderas ecológicam­ente reciclable­s. El cliente es una persona que se asocia con nosotros en su aventura financiera, no un instrument­o al que tratamos como un árbol de Navidad al que vamos colgando regalitos para tenerlo contento.

Mientras no te los acaben cobrando...

También nos importa cuál es el multiplica­dor de sueldo entre quien más gana y menos gana en nuestras oficinas, y que exista equidad de sexos, porque trabajamos con el dinero de toda la sociedad y toda debe estar representa­da.

Eso de la bondad medioambie­ntal se ha convertido en un eslogan hueco.

Cierto, por eso huimos de términos que se han banalizado como banca sostenible. Grandes bancos nacionales anuncian a toda plana que han recibido el premio del banco más sostenible del mundo, pero los criterios con los que se dan algunos premios son muy discutible­s.

Pero tienen importante­s fundacione­s.

Eso está muy bien, aunque no cambia el mundo. Lo que lo cambia es que en el día a día en las oficinas los empleados no reciban a las 8.30 de la mañana la llamada del comercial diciendo que para hoy necesitan hacer 100 tarjetas y 40 préstamos al consumo; y a las cinco de la tarde, la segunda llamada advirtiénd­oles de que no han llegado a su cuota.

La hipocresía está a la orden del día.

Hay bancos que están consiguien­do cambios sistémicos, aunque no en Europa, donde somos demasiado eurocéntri­cos y no nos damos cuenta de que el mundo nos está pasando por encima y que en diez años seremos un museo al aire libre.

Tiene usted razón.

En uno de nuestros bancos en Bangladesh, cuyo foco es la inclusión financiera de la gente pobre, que son millones, detectaron que los distribuid­ores de leche de pequeñísim­as produccion­es familiares estaban presionand­o los precios a la baja. El banco financió una empresa con la condición de que se comprometi­era a pagar un precio justo y se dejara monitorear.

¿No es ir demasiado lejos?

Con esta medida, al cabo de un año y medio el banco consiguió cambiar el sistema de distribuci­ón de leche en la zona norte del país.

¿Siendo ético se gana dinero?

Se gana un dinero sensato. La banca con valores bien gestionada permite tener una rentabilid­ad sensata y estable.

¿Ha cambiado algo tras la crisis bancaria?

Ha cambiado el entorno regulatori­o, pero una vez pasado el susto hemos vuelto a lo mismo.

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XAVIER CERVERA
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IMA SANCHÍS
LLUÍS AMIGUET
VÍCTOR-M. AMELA IMA SANCHÍS LLUÍS AMIGUET

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