Montecarlo juega al frío
Entrar en una sala a 110 grados centígrados bajo cero por placer. O, más bien, por salud. Esto es lo que propone la crioterapia ,un novedoso tratamiento con frío a extremas temperaturas que mejora los problemas del sueño y aumenta las habilidades físicas e intelectuales en tan solo tres minutos. O, al menos, eso es lo que promete.
Ante mí, unos guantes, unos calcetines, un tapaorejas y una máscara me invitan a entrar en dos salas distintas. La primera, a menos 60 grados centígrados; la segunda, a menos 110. Estamos en las Thermes Marins Monte-Carlo, el único centro en Europa que dispone de salas para esta terapia, que cuenta con numerosos deportistas de élite y actores de cine entre sus adeptos. “Vamos, puedes hacerlo”, me dice el doctor Christophe Duhem desde la cabina. “Verás que es como una sauna: aunque la temperatura sea extrema, el cuerpo no lo nota. Te pondré un poco de música para que sea más fácil”. Y así, al ritmo de Happy, de Pharrell Williams, me dispongo a vivir una experiencia tan surrealista como reconfortante.
SALUD Y BELLEZA
La crioterapia no es el único tratamiento de este reconocido centro de salud monegasco. Además de cuidados faciales y corporales –muy recomendable la envoltura en barro marino, que suaviza todo el cuerpo–, se ofrece un asesoramiento médico y un estudio sobre cómo funciona nuestro metabolismo y la dieta ideal en cada caso.
“La salud es lo más importante que tenemos, ¿no?”, pregunta incisivo el doctor Duhem después de relatarle lo difícil que es comer y
descansar bien en un mundo de estrés, pantallas y falta de tiempo. El doctor lo tiene claro: “Si tienes problemas de sueño, es que te falta melatonina. Si en algún momento necesitas comer azúcar, el problema está en los nutrientes que ingieres”. Y así, este experto simplifica cada problema de salud que, en el día a día, parece imposible de resolver.
DULCES EN LA DIETA
La nutrición, ya lo sabemos, está íntimamente ligada a la salud. Por eso nos despierta curiosidad saber cómo Thermes Marins Monte-Carlo diseña el menú de su restaurante. Dentro del Hirondelle, la gente come en albornoz, después de una jornada de relajación en el spa, y mira con tranquilidad a un Mediterráneo que casi todo el año está soleado. Por las mesas, el simpático chef JeanClaude Brugel, ganador del premio Meilleur Ouvrier de France (uno de los galardones más famosos de la gastronomía francesa), pregunta a los comensales si el menú es de su agrado. No tiene una tarea fácil: con la idea de ofrecer una comida saludable y equilibrada, Brugel promete un menú de tan solo 500 kcal. Lo consigue con verduras crujientes, carnes a la plancha y pescados ecológicos, además de postres tan gustosos como el mango fresco con mousse de chocolate. Aquí tienen alma francesa, y, por lo tanto, el dulce es un derecho del comensal.
HAGAN JUEGO
Una vez en la calle nos encontramos con el corazón de Montecarlo, la plaza del Casino. Aquí se erige uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad, que el personaje de James Bond inmortalizó en Nunca digas nunca jamás. Aunque no entre en nuestros planes apostar, merece la pena descubrir este edificio ideado por François Blanc, fundador de la Société des Bains de Mer, y rediseñado por el arquitecto Charles Garnier en 1898 –que añadió una ópera en el lateral, inspirada en la misma que construyó en París–. Podemos entrar al interior para hacernos una foto simulando que jugamos, para envidia de todos los “intagramers”. Y es que, con un tamaño muy por debajo de otros casinos internacionales, el de Montecarlo es el tercero más conocido y fotografiado del mundo, junto con el de Las Vegas y el de Macao.
La entrada, de doce euros, nos permite descubrir salas despampanan-
tes y más de una curiosidad: desde un ascensor diseñado por Gustave Eiffel hasta un cuadro en el que aparece una española que causaba sensación en la época, La Bella Otero. Con sus encantos, hizo perder la cabeza a jugadores tan ilustres como el emperador Yoshihito de Japón y el rey Eduardo VII del Reino Unido.
Otro detalle interesante del casino es que algunas salas tienen relojes de pared, algo inusual en un establecimiento de este tipo, donde interesa que los jugadores pierdan la noción del tiempo. Estos se colocaron porque, siendo todos los visitantes del casino extranjeros –los monegascos tienen prohibido jugar–, y en una época en la que había pocos hoteles, muchos de ellos tenían que coger el tren de vuelta a Francia o Italia.
EL ROSTRO ENFRIADO
Aunque el sol brilla con fuerza sobre el Mediterráneo, decidimos seguir investigando sobre los tratamientos con frío de la ciudad. Para ello, nos dirigimos a un establecimiento de primer nivel que aplica la crioterapia facial. Se trata del Spa Metropole by Givenchy, que tiene fórmulas para rostro y cuerpo específicamente desarrolladas por los laboratorios de la marca. Abierto el pasado mes de abril en el Hotel Metropole, este lujoso espacio diseñado por Didier Gomez ofrece una experiencia contemporánea, personalizada y digital.
A través de un pequeño cuestionario en iPad, se elige un aroma que se ajusta a nuestro estado de ánimo y que nos acompaña durante toda la visita. Nos recomiendan probar el City Skin Solution, que durante una hora se centra en iluminar y nutrir el rostro. El procedimiento acaba con esta crioterapia facial que, tal y como explica nuestra terapeuta Florence, “rejuvenece, embellece y tensa la piel después de un doble shot nutritivo”. Además, el nitrógeno líquido aumenta la producción de colágeno y disminuye las manchas, entre otros beneficios. Después, nos ofrecen una sesión de maquillaje para estar mimetizarnos con el estilo de Montecarlo. Y, como estamos tan cerca del mar, no podemos evitar buscar un local con vistas para degustar la gastronomía monaguesca.
UN MAR GASTRONÓMICO
No hay nada más fácil en este barrio que cenar con vistas a la Costa Azul o, como dicen los locales, “entre el cielo y el mar”. Para comer al mediodía, recomendamos el restaurante Horizon, ubicado en el séptimo piso del Hotel Fairmont. Permite contemplar el Principado
con vistas de 360°, acompañadas de un excelente bufé que hace las delicias de los sibaritas más exigentes. Verduras de temporada, carne, pescado, fruta y postre con opciones orgánicas y saludables. Otra opción, tanto para comer como para cenar con vistas, es el Restaurante l'Intempo del Hotel Meridien. Además de organizar talleres vinícolas y gastronómicos -tanto para huéspedes como para visitantes externos-, ofrece una carta de especialidades mediterráneas elaboradas con atención al detalle y maestría técnica. Asimismo, antes o después de la visita, y si el tiempo lo permite, podemos bañarnos en la fantástica playa privada del hotel.
Para ver la puesta de sol o para una cena romántica, la recomendación es dirigirse al recién abierto Crazy Fish Restaurant, que recibe a los comensales con un espectacular pasillo de pescado fresco, como si de un mercado gourmet se tratara, e invita a combinarlo con contundentes recetas de pasta. Desde la terraza del local, con la caída de la noche, las luces del casino nos recuerdan que él sigue siendo el gran rey de Montecarlo. Aunque el viento se levanta y refresca el ambiente, hemos descubierto que el frío es mejor de los que pensábamos. De hecho, apostaríamos todas nuestras fichas a que Montecarlo conoce siempre cuál es el tratamiento ganador.