“Votarem, votarem”
Mucho orgullo gerundense y referencias a la situación política en un día histórico
Si el aficionado gerundense, el de toda la vida, sufría antes del partido por si los colores blaugrana lucían demasiado en las graderías de Montilivi en el nuevo derbi catalán de Primera, el club se encargó de neutralizarlo nada más entrar, regalando 13.000 banderolas, en los accesos al estadio, con el escudo del Girona y los colores rojiblancos. Y es que la proximidad entre las dos ciudades y la enorme tradición culé de la capital gerundense hacía intuir a más de uno que, en esta ocasión, y con la visita del Barça, cada acción visitante podría llegar a ser tan celebrada como las locales. Pero ni mucho menos.
El público del Girona acudió al campo en masa –pleno absoluto con 13.305 espectadores– para disfrutar de su equipo ante el conjunto más poderoso que los había visitado nunca en competición oficial. Hasta este momento, el precedente más recordado, de carácter amistoso, fechaba de 1970, cuando el Barça visitó el Girona en el partido inaugural de Montilivi. La de ayer, fue una nueva demostración de orgullo gerundense, tal como rezaba el spot publicitario previo al partido, con protagonismo para un joven aficionado de los dos equipos, que sacaba del cajón la camiseta del club de su ciudad por delante de la del Barça, a quién siempre había admirado. Sin duda, una metáfora de la transformación que ha vivido últimamente la demarcación, acentuada gracias al ascenso, por primera vez, a la máxima categoría del fútbol español en sus 87 años de historia.
Historia reflejada con la misma elástica que los jugadores lucieron especialmente para la ocasión. Una camiseta, todavía sin patrocinio en la parte frontal, con la etiqueta #HISTÒR1A que contenía en su interior el nombre de los casi 300 abonados que han acompañado fielmente al Girona desde que el equipresidente po militaba en 2.ª B en el año 2007. Un gesto simbólico del club para homenajear a los socios que han estado siempre, también en los malos momentos. Todo, por cierto, centrado en el terreno deportivo, pero con alusiones a la situación política que está viviendo Catalunya los últimos días. En el palco estaba el presidente de la Generalitat –y gerundense de pura cepa–, Carles Puigdemont, y la presidenta del Parlament, Carme Forcadell. Sin el blaugrana, Josep Maria Bartomeu, ausente por cuestiones personales, no hubo ningún acto conjunto entre dos de las entidades deportivas que esta semana apoyaron a las instituciones catalanas después de las actuaciones del Gobierno español. Hubo eso sí unánimes y sentidos gritos de “indepèndencia ” y de “votarem” al inicio, coincidiendo con la llegada de Puigdemont, que entró con las notas de
Els Segadors.
Cánticos y gritos entonados intensamente por todo el público, y que se repitieron en varios momentos del partido y también hacia el final. Mucho color en las gradas, también por una masiva exhibición de estelades, que contrastó con el poco color que se vio encima del césped.
MANDÓ EL BLANCO Y ROJO El Girona regaló 13.000 banderolas, en los accesos al estadio, con el escudo y los colores del club