La Vanguardia

Edgardo Dobry

- Joaquín Luna

POETA Y ENSAYISTA

El autor argentino afincado en Barcelona (55) acaba de publicar Historia universal de Don Juan, editada por Arpa, un ensayo ameno sobre un mito que sobrevive a los cambios de conductas y sigue seduciendo a autores.

Un donjuán, dícese del “seductor de mujeres”, es un antiguo al que la sociedad crucificar­ía en cuanto mostrase en público una lista, no siempre con nombres y apellidos, de sus “conquistas”, término machista y anacrónico porque una mujer no es un fortín ni el feudo del Rayo Vallecano.

Don Juan, en cambio, en mayúsculas, es un mito vigente que siempre cautiva. He aquí la razón de ser de la Historia universal de Don Juan, (Editorial Arpa) del poeta y ensayista argentino Edgardo Dobry, presentado anteanoche en el Círculo del Liceo de Barcelona por el escritor y editor Andreu Jaume.

A uno le ha parecido un ensayo elegante, con las palabras precisas y una erudición invisible que recopila y profundiza en las interminab­les versiones de Don Juan: Tirso de Molina, Zorrilla, Molière, Laclos, Goldoni, Hofmann, Lord Byron, Mozart, Kierkegaar­d y aún Kubrick en su Eyes wide shut...

En un momento dado de la presentaci­ón, Dobry, afincado en Barcelona, relacionó Don Juan con una pregunta capital: -¿Qué quieren las mujeres? O no tan capital ni pertinente porque una asistente, abogada especialis­ta en divorcios, alzó la voz con la debida corrección para elevar su protesta:

–¿Y por qué no hacemos la pregunta ‘qué quieren los hombres’?

No se profundizó en el asunto porque –teoría personal–, los presentes ya sabían lo que quieren los hombres y si no lo sabían tampoco se les presenta como un reto intelectua­l, a diferencia de ese “¿qué quieren las mujeres?” tan vinculado a Don Juan, cuya identidad depende de la conquista. ¿Son ellas las que se sirven de Don Juan, hasta el punto de que estamos ante “el perro fiel del deseo femenino”?

A medida que avanzaba la presentaci­ón, quedaba claro que aún en el siglo XXI, Don Juan es un prototipo vigente y susceptibl­es de interpreta­ciones novedosas a pesar de la sentencia que hizo Julio Caro Baroja hace un cuarto de siglo, recogida en el libro: “No se imagina uno a Don Juan en una sociedad de mujeres en que la virginidad, la vergüenza, el recato, la honestidad, en sentido clásico, no sean valores femeninos esenciales”. Esa sociedad es hoy la nuestra, de ahí el mérito de que los ensayos o las representa­ciones teatrales y operística­s sobre el mito de Don Juan gocen de excelente salud (véase el Don Joan de Molière en el teatro Goya).

Más bien todo lo contrario. Dobry resalta la contempora­neidad de Don Juan hasta extremos insospecha­dos: “En la acumulació­n de sus víctimas (en Italia, 640; en Alemania, 231; 100 en Francia..), don Juan actúa como el primer europeísta convencido: su labor es la misma en España que en Alemania”. Otra interpreta­ción benévola consiste en equiparar la lista de “víctimas” inherente a Don Juan con un anticipo del mundo capitalist­a, en su aspecto de “cuantifica­ción”. Esto ya es cosecha propia: Don Juan es también un precursor del “minuto y resultado” de los carruseles futbolísti­cos españoles.

Seamos serios. Quizás, sostiene Edgardo Dobry, la pervivenci­a y fascinació­n de Don Juan como mito no descansa en su voracidad por las mujeres sino en que se trata de un “gran seductor de autores que busca quién le de su versión definitiva”. Es curioso que no haya ninguna versión de Don Juan escrita por una mujer...

La virginidad o la vergüenza ya no son valores femeninos pero Don Juan no deja de seducir a autores

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LLIBERT TEIXIDÓ Dobry y Jaume, anteanoche en el Cercle del Liceu
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