Remedios Zafra
Remedios Zafra retrata en ‘El entusiasmo’ a los jóvenes nacidos en el fin de siglo
GANADORA DEL PREMIO ANAGRAMA
Remedios Zafra, nacida en 1973, ha ganado el premio Anagrama de Ensayo con El entusiasmo, un retrato de la generación de jóvenes nacidos a finales de siglo, condenados a la precariedad laboral en la era digital.
“Nos han hecho creer que somos libres, que tenemos capacidad para controlar nuestro destino y que con más o menos esfuerzo seremos capaces de conseguir aquello que nos propongamos”. Este mensaje de entusiasmo inicial y frustración final que un estudiante inmerso en una cadena sin fin de trabajos temporales envió a Remedios Zafra, profesora de Antropología Social y Cultural en la UNED, fue el germen de El entusiasmo, el libro ganador del 45.º premio Anagrama de Ensayo, un análisis generacional sobre la precariedad y los trabajos culturales, creativos y académicos .
Remedios Zafra se presentó al premio bajo el seudónimo de Regina Reina de la Escalera. En su ensayo introduce hilos narrativos, con personajes-metáfora como Sibila o El Hombre Fotocopiado, textos analíticos junto a descripciones de la cotidianeidad de esa generación de jóvenes suficientemente preparados, pero condenados a una precariedad laboral que pone a prueba su entusiasmo creativo e imposibilita su pensamiento crítico. Nacidos en el fin de siglo, ya no tienen ni 20, ni 30 años: algunos están en los 40 y siguen sin vislumbrar la estabilidad económica y las condiciones para ver reconocido su trabajo. “Yo misma –dice– se puede decir que pago para trabajar. Los gastos para ir a mi puesto de trabajo son superiores al pago que recibo, pero me mueve el entusiasmo, lo que me aporta”.
“La red –dice– nos ha convertido en productores creativos. Si antes unos pocos escribían para muchos, hoy miles escribimos para miles. Ahora todos creamos y distribuimos en internet y muchos sueñan con convertir su afición creativa en un trabajo remunerado, pero en muchos casos sus trabajos son considerados sólo una afición”. “Este ensayo –dice la autora– se pregunta cómo la vocación y el entusiasmo son instrumentalizados por el sistema promoviendo formas de ansiedad, conflicto y dependencia capaces de mantener la hiperproductividad y velocidad competitivas, el entusiasmo como carta de presentación de un trabajador siempre hipermotivado, siempre candidato o aspirante, con la esperanza de lograr un trabajo o beca precarios como premio”. “Esta ansiedad productiva –dice Zafra– revela el desencanto de quienes, llevados por la inercia de la velocidad y el exceso de un mundo conectado, no pueden tener libertad ni tiempo para el pensamiento”. La ensayista certifica el declive de las universidades españolas y descubre “las sombras donde coinciden becarios sin sueldo, contratados por horas, escritores de gran vocación, autónomos, colaboradores de posgrado, polivalentes artistas comisarios, críticos culturales, periodistas, investigadores en formación, jóvenes conectados que crean y casi siempre compiten”. Jóvenes o no tan jóvenes condenados a los niveles más bajos de contratación, sometidos a la lógica de los contratadores que piensan que cuanto menos inversión, mayores beneficios. Esa lógica –según Zafra– contribuye a desarticular colectividades, suprimir pensamiento crítico, fomentar la competencia entre amigos, a cansar de antemano a quienes podrían formular sus reivindicaciones. Y, en cambio, quienes sueñan con un trabajo mejor y suelen vivir en habitaciones mínimas, son pagados con bienes inmateriales, con experiencia, visibilidad, afecto, seguidores o likes que alimentan mínimamente su vanidad para compensar sus frustraciones y ese vivir conectados, pero solos, en una multitud de individualidades.
Remedios Zafra habla de dos características de la red: la velocidad y el exceso: nos dan emociones e ideas preconcebidas, no una palabra reflexiva, sólo ideas que ya estaban en nosotros, un parloteo simplificador, un pasar epidérmicamente por las cosas en un tiempo de verdades alternativas y de triunfo de la frase ingeniosa y superficial, de rankings y valores de cantidad y no de calidad. Según la autora, cada cual se aferra a lo que cree, a lo que ya pensamos y tendemos a no salir de la burbuja de quienes piensan lo mismo que nosotros. Para romper esas murallas, Zafra propone “pactos éticos que aumenten la solidaridad sin aniquilar la individualidad, caminos de diálogo y pensamiento profundo que requieren pausa, tolerancia, consenso, empatía o también, por qué no, conflicto”.
La autora habla de becarios sin sueldo, escritores, artistas, comisarios, críticos culturales, periodistas...