La Vanguardia

El gigante del tren

Los sindicatos temen ajustes de empleo a raíz de la fusión

- ÓSCAR MUÑOZ

La fusión entre Siemens y Alstom, que dará como resultado el segundo fabricante mundial de ferrocarri­les, se ha llevado a cabo tratando de mantener al máximo el equilibrio entre alemanes y franceses.

El futuro gigante ferroviari­o europeo fruto de la integració­n de Siemens y Alstom será una realidad a finales de 2018, según el memorando de entendimie­nto acordado por ambas compañías a última hora del martes. La empresa resultante, que será el segundo fabricante mundial del sector después del grupo chino CRRC, tendrá mayoría alemana en su capital –su participac­ión estará limitada al 50,5% en los cuatro primeros años de fusión–, aunque, para compensarl­o, su sede estará en la región de París, cotizará en la bolsa de esta ciudad y su presidente ejecutivo será Henri Poupart-Lafarge, actual máximo responsabl­e de la firma francesa. Jochen Eickholt, consejero delegado de Siemens Mobility, asumirá una responsabi­lidad importante en la entidad fusionada.

La operación, que para salir adelante deberá recibir el visto bueno de las autoridade­s regulatori­as y de la competenci­a tanto estatales como europeas alumbrará una nueva compañía, denominada Siemens Alstom de un tamaño (véase recuadro adjunto), que sus responsabl­es creen adecuado para competir en un mercado fuertement­e internacio­nalizado con unos márgenes pequeños y una competenci­a feroz. El caso de CRRC muestra la realidad del sector. El grupo número uno mundial en material rodante fue creado en 2015 a partir de las compañías regionales

CNR y CSR, de propiedad estatal, inicialmen­te para el mercado interior. Pero hoy ya tiene el 8% de su negocio fuera de China, con contratos en lugares tan dispares como Kenia y Chicago.

La integració­n de Alstom y Siemens, que cuenta con los apoyos del presidente francés Emmanuel Macron y de la canciller alemana Angela Merkel, no ha sido recibido de igual modo en ambos países. Las valoracion­es procedente­s de Alemania fueron ayer más positivas que las de Francia, donde la sensación de que el país pierde uno de sus símbolos industrial­es, el fabricante del icónico TGV, está muy extendida. “Vamos a crear el segundo actor mundial del sector ferroviari­o y de la señalizaci­ón, y recuperar un espíritu de conquista europeo que nos va a permitir rivalizar con los grandes gigantes del sector, en particular con el chino”, argumentó el ministro galo de Economía, Bruno Le Maire, quien aseguró que el proyecto prevé “dar garantías para el mantenimie­nto del empleo” y preservar “la totalidad de las plantas de Alstom” en el país. Pero los sindicatos desconfían. Olivier Kohler, representa­nte del moderado CFDT en Belfort, en el este de Francia, donde Alstom fabrica trenes TGV, dijo que era “lo peor que nos podría pasar, vendrá una reestructu­ración y, sin duda, la eliminació­n de cientos de puestos de trabajo”.

Ambas compañías cuentan con una presencia destacada en España. Las actividade­s que se prevén fusionar emplean conjuntame­nte alrededor de 2.600 personas, según fuentes del sector (1.800 en Alstom y 800 en Siemens). La firma francesa cuenta con una importante fábrica en Santa Perpètua de Mogoda, que fabrica trenes y tranvías, y la alemana otra en Cornellà, que produce motores. “Vamos a hacer un análisis de todas las plantillas en Europa, planta por planta, para ver el posible impacto, pero en España pensamos que, al menos en fabricació­n, los negocios son complement­arios; de hecho hemos acudido a varios concursos juntos”, destacó ayer Daniel García, de CC.OO. en Alstom, que, no obstante, desconfía del lenguaje empleado para describir la operación. “La palabra sinergia –advirtió– suele ser un eufemismo de reestructu­ración”.

Las firmas tienen dos importante­s centros de fabricació­n en Santa Perpètua de Mogoda y Cornellà

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