El gigante del tren
Los sindicatos temen ajustes de empleo a raíz de la fusión
La fusión entre Siemens y Alstom, que dará como resultado el segundo fabricante mundial de ferrocarriles, se ha llevado a cabo tratando de mantener al máximo el equilibrio entre alemanes y franceses.
El futuro gigante ferroviario europeo fruto de la integración de Siemens y Alstom será una realidad a finales de 2018, según el memorando de entendimiento acordado por ambas compañías a última hora del martes. La empresa resultante, que será el segundo fabricante mundial del sector después del grupo chino CRRC, tendrá mayoría alemana en su capital –su participación estará limitada al 50,5% en los cuatro primeros años de fusión–, aunque, para compensarlo, su sede estará en la región de París, cotizará en la bolsa de esta ciudad y su presidente ejecutivo será Henri Poupart-Lafarge, actual máximo responsable de la firma francesa. Jochen Eickholt, consejero delegado de Siemens Mobility, asumirá una responsabilidad importante en la entidad fusionada.
La operación, que para salir adelante deberá recibir el visto bueno de las autoridades regulatorias y de la competencia tanto estatales como europeas alumbrará una nueva compañía, denominada Siemens Alstom de un tamaño (véase recuadro adjunto), que sus responsables creen adecuado para competir en un mercado fuertemente internacionalizado con unos márgenes pequeños y una competencia feroz. El caso de CRRC muestra la realidad del sector. El grupo número uno mundial en material rodante fue creado en 2015 a partir de las compañías regionales
CNR y CSR, de propiedad estatal, inicialmente para el mercado interior. Pero hoy ya tiene el 8% de su negocio fuera de China, con contratos en lugares tan dispares como Kenia y Chicago.
La integración de Alstom y Siemens, que cuenta con los apoyos del presidente francés Emmanuel Macron y de la canciller alemana Angela Merkel, no ha sido recibido de igual modo en ambos países. Las valoraciones procedentes de Alemania fueron ayer más positivas que las de Francia, donde la sensación de que el país pierde uno de sus símbolos industriales, el fabricante del icónico TGV, está muy extendida. “Vamos a crear el segundo actor mundial del sector ferroviario y de la señalización, y recuperar un espíritu de conquista europeo que nos va a permitir rivalizar con los grandes gigantes del sector, en particular con el chino”, argumentó el ministro galo de Economía, Bruno Le Maire, quien aseguró que el proyecto prevé “dar garantías para el mantenimiento del empleo” y preservar “la totalidad de las plantas de Alstom” en el país. Pero los sindicatos desconfían. Olivier Kohler, representante del moderado CFDT en Belfort, en el este de Francia, donde Alstom fabrica trenes TGV, dijo que era “lo peor que nos podría pasar, vendrá una reestructuración y, sin duda, la eliminación de cientos de puestos de trabajo”.
Ambas compañías cuentan con una presencia destacada en España. Las actividades que se prevén fusionar emplean conjuntamente alrededor de 2.600 personas, según fuentes del sector (1.800 en Alstom y 800 en Siemens). La firma francesa cuenta con una importante fábrica en Santa Perpètua de Mogoda, que fabrica trenes y tranvías, y la alemana otra en Cornellà, que produce motores. “Vamos a hacer un análisis de todas las plantillas en Europa, planta por planta, para ver el posible impacto, pero en España pensamos que, al menos en fabricación, los negocios son complementarios; de hecho hemos acudido a varios concursos juntos”, destacó ayer Daniel García, de CC.OO. en Alstom, que, no obstante, desconfía del lenguaje empleado para describir la operación. “La palabra sinergia –advirtió– suele ser un eufemismo de reestructuración”.
Las firmas tienen dos importantes centros de fabricación en Santa Perpètua de Mogoda y Cornellà