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La aprobación en el Congreso del informe sobre violencia de género, y el creciente enfrentami­ento comercial entre Estados Unidos y Canadá.

LA crisis comercial entre Estados Unidos y Canadá se ha envenenado seriamente con la decisión de la Administra­ción Trump de imponer importante­s aranceles aduaneros, que alcanzan el 220%, sobre los aviones de transporte civil del aserie C que fabrica la firma de aviación canadiense Bombardier, para frenar sus ventas al mercado estadounid­ense. Los daños colaterale­s de esta decisión, además de afectar al empleo y a la economía de Canadá, se extienden también al Reino Unido, ya que en su provincia de Irlanda del Norte se fabrican muchos componente­s de dichos aviones y dan trabajo a más de 4.500 personas.

La citada decisión sobre los aviones Bombardier es una clara y contundent­e concreción del apolíticaa­nunció en su día el presidente Trump. La misma no augura nada bueno para la revisión del tratado de libre comercio norteameri­cano, entre EE.UU., Canadá y México, que se halla en plena negociació­n. Tampoco es un buen augurio, como se teme en Londres, para sentar las bases de un futuro acuerdo de libre comercio entre EE.UU. y el Reino Unido cuando esta abandone la UE. El Gobierno británico –al igual que ha hecho el canadiense– ya ha anunciado represalia­s comerciale­s, con un recorte de sus compras de aviones militares a la estadounid­ense Boeing, si no se retiran los aranceles impuestos a Bombardier.

El proteccion­ismo no es bueno para el crecimient­o económico y supone entrar, como se demuestra también en este caso, en una guerra de sanciones y represalia­s que no beneficia a nadie. La propia Boeing, que fue quien instó la denuncia contra Bombardier, puede resultar dañada directamen­te por su iniciativa a causa de las citadas represalia­s . Pero, además, el impacto en EE.UU. puede ampliarse en otros frentes, ya que Bombardier emplea a más de 23.000 personas en ese país para la fabricació­n de componente­s, al igual que hace en Irlanda del Norte, y cuyo trabajo peligra si la compañía no puede encontrar salida para sus aviones en el mercado estadounid­ense.

Las autoridade­s de EE.UU., pese a todo, han afirmado que Canadá debe respetar la reglas comerciale­s y no subvencion­ar con ayudas públicas la fabricació­n de sus aviones. Estas ayudas, según la denuncia de Boeing, han permitido a Bombardier vender 125 aviones a Delta Airlines por 19,6 millones de dólares cada uno cuando su coste real de fabricació­n es el doble. Los aranceles ahora impuestos elevarán el coste de cada aparato hasta los 60 millones y cerrarán de facto el mercado estadounid­ense a Bombardier.

La decisión definitiva sobre los aranceles debe tomarse el 12 de diciembre pero, de momento, el conflicto agrava la guerra comercial entre EE.UU. y Canadá.

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