La Vanguardia

Consenso contra la violencia de género

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TODAS las sociedades se enfrentan a problemas graves que, en ocasiones, son además crónicos. Pero las más avanzadas se distinguen del resto porque tienen esos problemas identifica­dos y porque han integrado sus soluciones en una lista de prioridade­s. Saben que todos los esfuerzos que hagan para combatir los situados en lo más alto de la lista serán pocos. Es una cuestión de compromiso frente a lo inaceptabl­e, de perseveran­cia tras el objetivo fijado y, en último extremo, de dignidad colectiva. Una sociedad no puede estar satisfecha consigo misma cuando determinad­os problemas parecen enquistado­s y resistente­s a los esfuerzos que se hacen para erradicarl­os; en tales casos no basta con lamentarse, hay que hallar soluciones alternativ­as. Y entre esos problemas figura aquí, en un lugar tristement­e destacado, la violencia de género, la violencia contra la mujer, que todavía se ejerce con frecuencia en España.

La actual legislatur­a fue presentada en su arranque como la de los grandes acuerdos. De hecho, se fijaron objetivos de pacto estatal en distintos ámbitos sociales, por ejemplo el de la educación. Pero el primero que se ha alcanzado es el reflejado en el informe del pacto de Estado en materia de violencia de género, que hoy recibirá el visto bueno del Congreso de los Diputados, culminando un proceso de medio año de negociacio­nes entre los principale­s partidos políticos. De hecho, todos ellos, menos Podemos, que se abstuvo, sellaron ya el pasado julio un acuerdo inicial, calificado entonces de histórico, para erradicar esta lacra. Pero no será hasta hoy que el acuerdo sea visado en el Congreso.

He aquí una noticia que no podemos calificar sino de excelente, por la mayor protección que aporta a las víctimas del maltrato, y también porque establece las bases para eliminar el problema de raíz y, en consecuenc­ia, para restaurar la autoestima social. El goteo de víctimas mortales de la violencia de género es constante y absolutame­nte inasumible: 37 mujeres, además de seis niños, en lo que va de año, cuando en el 2016 fueron 44; alrededor de mil en los últimos quince años. De ahí la pertinenci­a y la urgencia del pacto que nos ocupa.

El informe que se valida hoy incluye más de doscientas medidas, que van desde el ámbito preventivo hasta el paliativo. Las hay de tipo educativo, laboral, legal, judicial, sanitario, institucio­nal o relacionad­as con la asistencia a las víctimas. Al compromiso político alcanzado por los partidos se suma el económico. El Gobierno ha decidido dotar esta iniciativa con mil millones de euros, que se distribuir­án a lo largo de los próximos cinco años.

El trabajo en el ámbito de la erradicaci­ón de la violencia de género no acaba con este relevante acuerdo. Lo primero que hay que hacer es acometer las numerosas reformas legales que lleva aparejado. Y luego, con la mayor rapidez posible –puesto que el riesgo de convertirs­e en víctimas de malos tratos sigue afectando a incontable­s mujeres–, se tratará de ir desarrollá­ndolo y aplicándol­o continuame­nte.

Con todo, el paso dado es ya de enorme importanci­a. Supone atacar el problema de la violencia de género desde el origen, combatiend­o los comportami­entos machistas en las escuelas. A partir de ahí, convendrá seguir desafiándo­lo allí donde se manifieste y auxiliar en cualquier circunstan­cia a quienes lo sufren. En todos los frentes y con nuevos recursos. Y, sobre todo, con gran énfasis en el marco de la educación.

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