CUADERNO BARCELONÉS
UNA PLAZA FALLIDA
Una de las bondades derivadas de la transformación experimentada recientemente por el mercado de la Boqueria fue la construcción de un aparcamiento subterráneo. Y así quedó liberado el amplio espacio trasero de la Gardunya, que aparecía destinado a camiones en trance de carga o descarga y también a aparcamiento. Todo este lugar ha sido urbanizado, pues antes la verdad no había dejado de ser un lugar residual, deprimente y abandonado. Lo que más me gusta es el conjunto arquitectónico que marca los límites nuevos, entre los que ya destaca la flamante y original sede de la Escola Massana, proyectada por Carme Pinós, arquitecta relevante. Están todavía en proceso de terminación algunos edificios. Pero lo que hace ya tiempo que había sido culminado es la plaza, el espacio. Y el resultado se me antoja poco o nada estimulante. No resulta acogedor ni invita a quedarse. Carece de personalidad, afecto y calidez. Parece el resultado de un proyecto realizado de mala gana. Lo peor son los asientos, la prueba es que, pese a estar algunos vacíos, la gente prefiere sentarse en los bordes amplios y elevados de los alcorques. Y encima se ha convertido ya en el nada estimulante comedero de turistas que visitan la Boqueria.