Del pacto al descontrol sólo hay un paso
Angela Merkel envió ayer de manera manifiesta un mensaje que los mercados captaron de inmediato. Wolfgang Schäuble, durante los últimos ocho años ministro de Finanzas de Alemania, y en buena medida del conjunto de la eurozona durante los años de la crisis de la moneda única, dejará ese puesto clave para pasar a presidir el Bundestag, el parlamento de Berlín. El ucase de la canciller dice pues que ha decidido destinar a la que ha sido su principal pieza en el tablero europeo a gestionar la compleja alianza sobre la cual espera conducir su cuarto mandato. La política interior cotiza mucho más en la mente de Merkel desde que se recontaron los votos en Alemania en la noche del pasado domingo.
Tiempo habrá en los próximos meses para calibrar hasta dónde llega el alejamiento europeo de la potencia alemana. Pero es ya un nuevo elemento objetivo de la presente y futura situación europea. Uno que deberán tener en cuenta en Moncloa, pero también en el Palau de la Generalitat. Merkel pasará a ser menos imperial y menos árbitro de Europa.
Visto el envite de lo que está en juego en Alemania, se puede entender que estos días los inversores hayan estado más pendientes de Berlín que de Madrid o Barcelona. Aunque eso no significa que se hayan desentendido del contencioso catalán. Sigue la lluvia de informes y análisis de casas de inversión sobre el panorama político en torno al referéndum del domingo próximo.
La gran mayoría coinciden en la apuesta por algún acuerdo después, aunque no inmediatamente, del 1-O. Ese diagnóstico explica su mensaje mayoritariamente tranquilizador, recogido con claridad en jornadas como la de ayer, con la prima de riesgo del Tesoro español a la baja (tres veces más que la de Italia) y el Ibex al alza.
Pero claro, repetir ese mantra del pacto, y la consecuente mejora para Catalunya de su relación con España, no puede durar indefinidamente ni ser inalcanzable.
El último informe de Goldman Sachs sobre el asunto señalaba que “el riesgo clave para este escenario (más autonomía para Catalunya) es si las tensiones políticas escalan de tal modo que hagan más difíciles los progresos hacia esta solución”. Esto justamente es lo que parece estar pasando estos días. Si los inversores, que hasta ahora han comprado que Mariano Rajoy impondrá su criterio, acaban concluyendo que las duras medidas aplicadas agravan el problema, la reacción puede tumbar gobiernos.