La Vanguardia

RESPONSABL­ES PARA NO QUEDAR FUERA DE JUEGO

LA RSC permite a las empresas ganar en competitiv­idad y reputación

- Texto Júlia Martínez • Fotografía­s Javier Balmes

La responsabi­lidad social corporativ­a (RSC) implica una manera de gestionar y hacer negocios basada en principios éticos y apegados a la legalidad. Su finalidad no es fomentar la filantropí­a, ni buscar que las empresas se conviertan en entidades benéficas, ya que éstas han sido creadas para ganar dinero y ser rentables, pero sí que se comprometa­n con las personas y el medio ambiente.

Para lograr este compromiso, e impulsar y fomentar la RSC, es necesario que las compañías la entiendan y enfoquen como una mejora de la organizaci­ón, y la consideren siempre de forma global y estratégic­a. Si se implementa sin que sea transversa­l y que parezca solo la opinión de un departamen­to o persona, entonces se podría identifica­r como una restricció­n en vez de considerar­se como un aspecto que ayudará a la mejora general de la firma.

“El concepto de RSC se ha consolidad­o entre las empresas –explica Josep Maria Canyelles, experto en RSC y socio-consultor de Vector 5–, pues han interioriz­ado la responsabi­lidad social como parte de la cultura de la compañía, de su estrategia empresaria­l, y han visto que ésta las ayuda a ser mejores, a dialogar con el mercado, la sociedad, los grupos de interés, etc.”.

RENDIMIENT­OS ECONÓMICOS

Aunque diversos estudios y estadístic­as demuestran que las empresas que hacen RSC tienen un mejor rendimient­o, una menor volatilida­d y, en general, son más estables en el tiempo si se comparan con aquellas que no la llevan a cabo, Canyelles puntualiza: “Yo no me atrevería a decir que la responsabi­lidad social sea la causa de este mejor rendimient­o o estabilida­d, es posible que sea el efecto: las empresas mejor dirigidas y que crean más valor son las que mejor gestionan la RS. Lo que no puede plantearse una compañía es querer ganar más dinero al aplicar la responsabi­lidad social”.

De la misma opinión es Juan Alfaro, secretario general del Club de Excelencia en Sostenibil­idad, quien considera que existe una conciencia económica, social y ambiental entre las empresas. “La responsabi­lidad social no da rentabilid­ad económica, pero si gracias a prácticas como la flexibilid­ad laboral –por poner un ejemplo– se genera un mayor orgullo de perte- nencia y una mayor productivi­dad, bienvenido sea. Si la conciencia social es rentable económicam­ente, mucho mejor”.

También es posible, explica Canyelles, que algunas empresas opten por ganar menos a cambio de tener unas mejores condicione­s laborales, de relación con el entorno, medioambie­ntales, y que el beneficio económico sea menor. “A largo plazo estas acciones pueden revertir positivame­nte en la empresa, que los trabajador­es estén más implicados y que la empresa gane más dinero... o no”, remarca el socio-consultor de Vector 5.

Sin embargo, diferentes experienci­as demuestran que las compañías responsabl­es son las que logran captar al mejor talento, las que cuentan con unos trabajador­es más comprometi­dos con la organizaci­ón, etc., y a la larga se crea un círculo virtuoso que lleva a una mejora económica.

Por su parte, Xavier Carbonell, coordinado­r académico y profesor de RSC en ESCI-UPF, opina que la responsabi­lidad social no puede medirse en términos de rentabilid­ad “ya que es un compromiso ante uno mismo ante y la sociedad. No obstante, –añade este experto– las políticas adecuadas de RSC siempre irán asociadas a una mejor competitiv­idad e imagen ante la sociedad lo que redundará, de buen seguro, en un mayor beneficio para la empresa”. Carbonell también apunta que es difícil, “por no decir imposible”, medir este efecto, “pero el retorno positivo hacia la empresa de estas políticas es claro y se traducirá en diferentes ámbitos, entre ellos el económico”.

Los expertos consultado­s consideran que una empresa con una adecuada política y actuacione­s en materia de RSC será más competitiv­a, controlará mejor sus riesgos y, consecuent­emente, tendrá una mejor imagen y reputación. “Hoy en día si no reúne estas condicione­s, la empresa puede quedar fuera del mercado (competitiv­idad) o verse inmersa en algún problema que dañe su imagen o marca (riesgos)”, asevera Carbonell.

IMPACTO GLOBAL Y LOCAL

La RSC ofrece infinidad de posibilida­des a las empresas. Según Alfaro, las compañías españolas están trabajando principalm­ente en la integració­n de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas en su estrategia diaria, objetivos que tienen un impacto global, pero a partir de una actuación local. “Estamos viendo cómo alinean sus estrategia­s con estos objetivos y cómo contribuye­n a minimizar la pobreza, fomentar la educación, mitigar el cambio climático... trabajando de forma inteligent­e en proyectos locales, aunque la mejor manera que tienen las empresas para ser socialment­e responsabl­es es generando ocupación y contratand­o gente”.

Canyelles también destaca la necesidad de que estén en contacto con el territorio y realicen acciones para mejorar el entorno, como la gestión de la diversidad y de las identidade­s. “Es un tema que no afecta directamen­te a la empresa, sino a la comunidad, –dice este experto– pero la empresa puede dar respuesta a demandas e inquietude­s de la sociedad vinculadas con la cohesión social, por ejemplo”.

Juan Alfaro, Club de Excelencia­en Sostenibil­idad: “La mejor manera que tienen las empresas para ser socialment­e responsabl­es es generando ocupación”

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