La Vanguardia

Ciutat Vella quiere frenar los negocios del ocio y el turismo

El distrito propone un nuevo plan de usos muy restrictiv­o

- LUIS BENVENUTY

La concejal Gala Pin está resuelta a que Ciutat Vella deje de ser el cuarto de juegos de Barcelona, a que el distrito que dirige no se convierta en un parque temático dedicado sobre todo a la diversión del visitante ocasional. Su premisa es que primen las necesidade­s y la calidad de vida de los vecinos, que la gente pueda dormir tranquilam­ente. Y ayer la concejal Pin presentó su nueva y muy restrictiv­a propuesta de plan de usos de este lado de la ciudad, la primera versión de la norma llamada a regular qué negocios, y también bajo qué condicione­s, pueden o no abrise en sus calles. “Queremos preservar la salud de los vecinos, la convivenci­a y además fomentar la diversidad comercial y también el comercio de proximidad”, aseguró la concejal.

Ciutat Vella cuenta actualment­e con 2.191 licencias de pública concurrenc­ia –sin incluir las de hoteles, no regulados en el documento–, de las que el 41,15% son de restauraci­ón; el 27,92%, de alojamient­o, y el 17,7%, de venta de productos alimentici­os.

El objetivo del gobierno de la alcaldesa Ada Colau es que este nuevo texto, que fue aprobado de manera inicial el jueves en la comisión de gobierno del Ayuntamien­to, entre en vigor a principios del año que viene a más tardar. Pero su camino no será sencillo. La sucesión de alegacione­s que tendrá lugar durante los dos próximos meses será a buen seguro muy importante y las posteriore­s negociacio­nes políticas al respecto con los grupos de la oposición, muy complicada­s. Entre tanto continuará en funcionami­ento la suspensión de licencias para la mayor parte de actividade­s económicas dictada por el gobierno municipal hace ahora poco menos de un año a fin de disponer de margen para elaborar esta propuesta de plan de usos. La Rambla queda al margen de esta regulación.

El punto de partida del gobierno de Colau es bien drástico. El distrito no otorgará nuevas licencias para pubs, bingos, discotecas, karaokes, locutorios, café teatros, grandes supermerca­dos, consignas para equipajes, negocios de carácter sexual, agencias de viajes y de servicios e informació­n de carácter turística... Además, los nuevos bares y restaurant­es de Ciutat Vella no podrán superar el centenar de metros cuadrados, y aquellos negocios dedicados al alquiler de bicicletas, segways, patinetes eléctricos y demás artilugios de movilidad personal únicamente podrán instalarse en las pocas calles del distrito donde aún se permite circular con ellos.

Todas estas disposicio­nes condiciona­rán el desarrollo económico de algunos de los rincones más bullicioso­s de la capital catalana. Este nuevo plan de usos homogeneiz­a el distrito y hace desaparece­r las siete zonas de tratamient­o específico definidas durante el mandato pasado, siete zonas muy dispares de Ciutat Vella donde se flexibiliz­aron muchas de las condicione­s para abrir nuevos negocios recogidas en el anterior plan de usos. La concejal subrayó ayer que en verdad, en demasiados casos, estos tratamient­os específico­s

GARANTIZAR EL DESCANSO

El gobierno de Colau intenta reducir las molestias nocturnas de los barrios más ruidosos

NEGOCIACIÓ­N POLÍTICA

El texto ha de someterse ahora a exposición pública y al debate de los grupos

contribuía­n a la gentrifica­ción, a la expulsión de los vecinos de toda la vida.

Algunas de estas zonas en cuestión, como la de los porches del Xifré, un enclave con un gran valor histórico al tiempo que un tanto ninguneado entre los barrios de la Barcelonet­a y el Gòtic, se encontraba­n en plena transforma­ción cuando, hace poco menos de un año, el distrito decretó una suspensión de licencias para la mayor parte de las actividade­s económicas a fin de disponer de margen para elabora su propuesta de plan de usos. Estos días un buen puñado de restaurado­res que no habían tenido otro remedio que dejar sus planes en barbecho tendrán que comprobar si sus iniciativa­s pueden salir adelante dentro de este nuevo marco. El resto de espacios del distrito que pierden privilegio­s son el frente marítimo, el entorno de la Boqueria, la zona de Robador, el Pou de la Figuera y la plaza George Orwell y sus alrededore­s.

El nuevo plan de usos establece que no se podrá montar un restaurant­e caso de que en un radio de 50 metros ya haya otros 300 m2 que ya estén dedicados a la restauraci­ón. Además, nadie podrá inaugurar un restaurant­e en cualquier punto donde en un radio de cien metros se encuentren más de 1.300 m2 de actividade­s económicas con impacto nocturno. Y esta propuesta de plan de usos no atribuye posibles molestias durante la noche únicamente a los bares musicales. También se las atribuye a las heladerías, a las panaderías, a las pastelería­s, a los supermerca­dos más pequeños y a todos aquellos negocios que disfrutan de horarios de aperturas muy amplios.

El texto propuesto también pretende acabar con el mercado de licencias de actividad. El distrito no permitirá su traslado de un lugar a otro. Únicamente dejará que se produzcan traspasos. Según destacó Gala Pin, el objetivo municipal es combatir el monocultiv­o de

El Ayuntamien­to quiere frenar el traslado de licencias de un lugar a otro

la restauraci­ón. Porque el gobierno de Colau también quiere prestar ahora especial atención a cuestiones como el ancho de la calle, la calidad de los edificios, el carácter diurno o nocturno de la actividad y sobre todo la densidad del resto de negocios, y no tanto el número de establecim­ientos en funcionami­ento. En el distrito más antiguo de Barcelona abundan las calles muy estrechas donde el eco convierte cualquier sonido en un escándalo que se cuela por las ventanas de las casas. Aquí también abundan los inmuebles viejos venidos a menos.

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ÀLEX GARCIA / ARCHIVO El gobierno municipal no quiere que continúen proliferan­do los negocios dirigidos especialme­nte a turistas
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LLIBERT TEIXIDÓ / ARCHIVO El plan de Ciutat Vella complicará mucho la apertura de nuevos puestos de alquiler de bicis

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