La Vanguardia

SESENTA AÑOS DEL SPUTNIK

El primer satélite artificial puso a la URSS en cabeza de la carrera espacial. Hoy ya no hay competició­n, sino cooperació­n

- Moscú. Correspons­al GONZALO ARAGONÉS

El primer satélite artificial puso a la extinta URSS en cabeza de la carrera espacial. Hoy, las cosas han cambiado mucho y prima la cooperació­n en este campo.

Cuando el 4 de octubre de 1957 los soviéticos pusieron en órbita el primer satélite artificial de la historia comenzó a hacerse realidad uno de los aforismos atribuidos a Konstantín Tiolkovski, el padre de la astronáuti­ca rusa: “Lo que no es posible hoy será posible mañana”. Con el lanzamient­o del Sputnik 1 no sólo comenzaba la carrera espacial, una competició­n a cara de perro entre la Unión Soviética y Estados Unidos en plena guerra fría, sino también una gran aventura que en realidad no ha hecho más que empezar.

Desde ese primero, los satélites han servido como explorador­es del espacio. “Antes de que llegara el hombre a la Luna, se envió aparatos no tripulados. Ahora se utilizan sondas para alcanzar Marte, adonde se piensa enviar astronauta­s en el futuro. De hecho Marte y todos los planetas del Sistema Solar se estudian con ayuda de aparatos automático­s que van por delante del hombre”, explica Ígor Afanásiev, veterano periodista de la revista especializ­ada Nóvosti Kosmonávti­ki.

Los satélites artificial­es reflejan uno de los grandes cambios que se han producido en estos 60 años. Con la puesta en órbita del Sputnik Moscú se adelantó a Washington. El líder soviético Nikita Jrushov utilizó este hecho histórico para mostrar al mundo entero los logros del sistema socialista y para burlarse de su competidor. EE.UU. no pudo lanzar su primer satélite artificial hasta el 1 de febrero de 1958, el Explorer 1, seguido en marzo de ese año por el Vanguard 1, calificado por Jrushov como “un pomelo”.

Hoy las cosas han cambiado. Un reciente artículo de la revista Ogoniok sostiene que el programa espacial ruso está atascado. “Rusia se ha quedado en la periferia de muchos mercados espaciales, incluido el de la construcci­ón de satélites artificial­es”, sostiene Andréi Ionin, miembro correspons­al de la Academia Rusa de Astronáuti­ca. “Pero hay que recordar que la astronáuti­ca en general se encuentra parada, y no sólo en nuestro país”.

Durante la guerra fría, ni Moscú ni Washington ponían límites a los programas espaciales y de misiles. No sólo eran logros científico­s y técnicos, sino político-militares, cuando no de imagen. “El ritmo de desarrollo ahora es más lento. En aquella época se empezaba a descubrir el espacio, y los éxitos que lograban Rusia, Estados Unidos, y luego otros países, provocaban un gran asombro entre la gente. Parecía que todo era muy importante, que tenía un gran significad­o: el primer satélite, el primer vehículo en la Luna, el primer hombre en el espacio, la llegada a la Luna del Apolo 11, las estaciones espaciales... Pero llegó un momento en el que cada paso necesitaba mucho más esfuerzo y muchos más medios”, explica Afanásiev a La Vanguardia.

La exploració­n espacial del siglo XXI depende más de la economía. A partir del 2015, la crisis económica obligó al Kremlin a aplicar recortes a los presupuest­os de Roscosmos, la agencia rusa del espacio, que ha tenido que reducir o aplazar varios de sus programas. El más espectacul­ar, poner un astronauta ruso en la Luna, que al principio se planificó para el 2030, no es probable que se lleve a la práctica antes del 2035.

El nuevo cosmódromo ruso, Vostochni, ha sufrido varios problemas financiero­s durante su construcci­ón en el Lejano Oriente, y se ha eliminado una de las dos plataforma­s de lanzamient­o previstas inicialmen­te.

Como ha dicho el experto Vadim Lukashévic­h, “Rusia tendrá la industria espacial que le permita su economía”. De hecho, su máxima actividad en la exploració­n espacial se registró entre 1970 y 1991, frenada en seco por el fin de la Unión Soviética. En ese periodo, la URSS lanzaba al espacio una media de cien satélites cada año. EE.UU., por su parte, alcanzó el pico de lanzamient­os a finales de la década de 1990.

Los satélites artificial­es también han sido alcanzados por los recortes. Para el periodo 2016-2025 Roscosmos tiene previsto poner en órbita 150. Pero antes de la crisis se habían planeado 185.

En la actualidad, EE.UU. es el país que más satélites artificial­es mantiene funcionand­o en órbita: 593. Rusia sólo tiene 131. Esta diferencia, según Afanásiev, se debe a uno de los aspectos que Roscosmos tiene que mejorar. “Nuestros satélites artificial­es funcionan durante menos tiempo que los occidental­es, entre 5 y 7 años, mientras que aquellos pueden estar en órbita entre 10 y 15”. China, el nuevo jugador del espacio, llega hasta 192.

Aunque cada país tenga prioridade­s y objetivos, el elevado coste de los nuevos retos hace que la competitiv­idad de los viejos tiempos no tenga sentido y que se haya impuesto la cooperació­n. “La competenci­a sólo existe en teoría, y tal vez entre Estados Unidos y China. Nosotros no competimos con EE.UU. Al contrario, en el espacio somos socios, como en la Estación Espacial Internacio­nal”, indica Afanásiev.

Un día después de que este experto hablase así con La Vanguardia, Roscosmos y la NASA anunciaron el 27 de septiembre un acuerdo de cooperació­n para un proyecto único: construir la primera estación espacial en la órbita de la Luna. El trabajo conjunto beneficia a los rusos, porque acerca a sus astronauta­s al satélite terrestre. Y también a los americanos, que lideran el proyecto Deep Space Gateway, con el que pretenden utilizar la estación lunar como punto de partida de los futuros viajes tripulados a Marte o a otras zonas del Sistema Solar.

El proyecto prevé la construcci­ón de un puerto espacial tripulado en la órbita lunar que sirva de “entrada al espacio profundo y a la superficie lunar”, dijo la NASA en un comunicado. El acuerdo se alcanzó en un congreso de astronáuti­ca celebrado en Adelaida (Australia).

“Roscosmos y la NASA ya se han puesto de acuerdo en las caracterís­ticas de una unidad de acoplamien­to de la futura estación. Debido a la gran experienci­a del país en el desarrollo de estas unidades, los elementos de la futura estación se crearán con diseños de Rusia”, desveló la agencia espacial rusa.

Los sistemas y los cohetes lanzaderas de los distintos países van a tener que ser compatible­s “par evitar futuros problemas técnic si quieran participar, anticipó e - rector general de Roscosmos, r Komarov. Se prevé que la e ión se empiece a construir a ados de la próxima década.

La estación lunar está mada a sucesor de la Estación acial Internacio­nal, que se m endrá operativa al menos has l año 2024.

Pero sobre todo vol á a impulsar la conquista del e cio que empezó con el Sputnik.

OTROS TIEMPOS

La astronáuti­ca del siglo XXI, y sobre todo la rusa, depende más de la economía

ACUERDO NASA-ROSCOSMOS Una estación espacial en la órbita de la Luna será punto de partida para viajar a Marte

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FUENTE: Russinspac­eweb, Roscosmos, NASA, MCT, Reuters LA VANGUARDIA

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