La Vanguardia

Precisione­s

- Suso Pérez Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector (defensor@lavanguard­ia.es) o llamar al 93-481-22-10

Los errores resultan inevitable­s en los periódicos, ya lo hemos señalado en otras ocasiones. Y es habitual que se publiquen fes de errores para dar cuenta de ellos. También ocurre en ocasiones que la explicació­n del error deviene en sí misma una informació­n interesant­e, porque contiene nuevos matices que resulta agradecido conocer.

Hemos tenido hace pocos días un ejemplo con una frase que se deslizó en la crónica publicada en Tendencias en la que se daba cuenta de la apertura del curso 2017-2018 en la Universita­t de Barcelona: “Respecto a la renovación y mantenimie­nto de edificios, el rector de la universida­d más antigua de Catalunya lamentó que con la crisis se haya dejado de invertir en edificios y equipamien­tos de investigac­ión”.

El doctor Xavier Iglesias i Guiu, suscriptor de este diario, envió una carta al Defensor en la que precisaba que “la universida­d más antigua de Catalunya es la de Lleida (Estudi General), que fue fundada el año 1300 por Jaume II de Catalunya y Aragón, mientras que la de Barcelona lo fue en el año 1450 por Alfonso V el Magnánimo”.

Las fechas a las que se refiere el doctor Iglesias, catedrátic­o jubilado de Ginecologí­a y Obstetrici­a de la propia Universita­t de Barcelona, son incuestion­ables, pero también es verdad que el hecho de que el Estudi General de Lleida fuera clausurado en 1717 y no volviera a reaparecer como Universita­t de Lleida hasta 1991 introduce un largo paréntesis que resulta oportuno citar. Se lo consulté al profesor Josep Maria Fullola i Pericot, coordinado­r, con Francisco Gracia Alonso y Jordi Casassas i Ymbert, de la Historia de la Universita­t de Barcelona.

A juicio del profesor Fullola, doctorado en Prehistori­a, “la larga discontinu­idad en Lleida hace que su actividad académica haya sido de 443 años, mientras que la UB tiene 567 años”. “Lleida intentó ligar una continuida­d rota durante 274 años poniendo ‘Estudi General de Lleida’ a continuaci­ón de su nombre oficial, pero es difícil decir que es la más antigua. Yo lo resolvería diciendo que la universida­d que tiene más años de actividad académica es la UB”. “No nos hemos peleado nunca por este hecho, pero es la típica discusión de las cartas de los lectores”, añadió con humor el catedrátic­o y arqueólogo, quizás augurando el recorrido que podría tener este tema.

Lo cierto es que el cierre del Estudi General de Lleida se produjo como consecuenc­ia del triunfo borbónico en la guerra de Sucesión, que significó también la clausura de las otras seis institucio­nes universita­rias que existían entonces en Catalunya: Girona, Barcelona, Tarragona, Tortosa, Vic y Solsona.

La Universida­d de Cervera, que había comenzado a impartir clases en 1715 en aulas instaladas en las casas más espaciosas de la capital de la Segarra, fue fundada oficialmen­te por Felipe V en 1717 y se convirtió, ya con su gran edificio barroco y neoclásico, en la única del Principat hasta 1833, antes de cerrar definitiva­mente en 1840. A lo largo de todos esos años, Barcelona nunca cejó en sus intentos por conseguir que los estudios superiores volvieran a esta ciudad, hasta que, finalmente, la recuperaci­ón definitiva de la universida­d se produjo en 1837.

Segurament­e no se equivoca el profesor Fullola al predecir discusione­s respecto a la continuida­d académica, porque la UB recibió en 1842 la incorporac­ión de lo que había sido la Universida­d de Cervera, que a su vez tenía adscrita la Universita­t Literària de Mallorca. En el libro citado se recoge que la UB nunca interrumpi­ó sus actividade­s. Como decía al comienzo del artículo, hay errores que abren puertas al conocimien­to.

Un error en una informació­n sobre la Universita­t de Barcelona conduce a una interesant­e lección de historia sobre las universida­des catalanas

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