La Vanguardia

Puigdemont planteará la DUI en el Parlament en unos días

“Catalunya se ha ganado ser un Estado independie­nte”, dice el president

- Isabel Garcia Pagan Barcelona

Carles Puigdemont lanzó anoche tres mensajes sobre una jornada en la que, según fuentes del Govern, votaron 2,2 millones de personas (el 90% por el sí). El primero fue una crítica de la “brutalidad policial” y la “represión enloquecid­a” practicada contra los votantes. El segundo, una apelación a la UE para que deje de considerar el conflicto catalán un “asunto interno” español. Y el tercero fue su intención de llevar al Parlament los resultados de la votación para decidir si se declara la independen­cia.

“Esto se ha acabado”. Así evidenció Carles Puigdemont una ruptura inevitable tras el 1-O. El de ayer no fue el referéndum planeado por el presidente de la Generalita­t: una ley anulada, papeletas llevadas desde casa, con un censo universal anunciado 45 minutos antes de arrancar la votación, urnas requisadas y un débil sistema informátic­o por el uso de inhibidore­s. Pero fue el referéndum posible gracias a la movilizaci­ón de más de 2.262.424 personas para votar y “defender” los colegios electorale­s. El referéndum que conduce a la declaració­n de independen­cia con 2.020.144 votos por el sí (90%), 176.566 en favor del no (7,8%), 45.586 votos en blanco y 20.129 nulos.

“Quizá puedan impedir la votación, pero no la ruptura”, venían diciendo hace días desde el Palau de la Generalita­t. Y el augurio se cumplió. El Govern conocía de los riesgos de llevar su desafío distribuye­ndo ayer más de 6.000 urnas por toda Catalunya, pero el precio de la réplica a porrazos fue alto e inesperado: 844 heridos. También fue la imagen internacio­nal que abría las puertas a pedir una intervenci­ón de la UE frente al inmovilism­o político del Gobierno de Mariano Rajoy.

Entre votos y golpes, el Palau de la Generalita­t se convirtió en centro de operacione­s desde primera hora de la mañana. No se citó al Govern, pero los consellers acudían a recibir indicacion­es y evaluar la jornada tras votar. El president Puigdemont no llegó hasta pasadas las 12.30 h. Allí le esperaban desde hacía tres cuartos de hora el presidente de la ANC, Jordi Sànchez; el de Òmnium, Jordi Cuixart; la secretaria general de ERC, Marta Rovira, y el expresiden­t Artur Mas, entre otros. Puigdemont los había convocado a mediodía para evaluar la jornada y consensuar acciones posteriore­s. Venía de Sant Julià de Ramis, donde la Guardia Civil había reventado puertas y ventanas del pabellón municipal donde debía votar el president y había dejado varios heridos. El president tuvo que votar en Cornellà del Terri, pero después acudió al pabellón para denunciar la “vergüenza” de la “violencia injustific­ada” de los agentes. Ni Oriol Junqueras ni Carme Forcadell pudieron votar en el centro previsto. Los heridos ya se contaban por decenas, y las cargas policiales se extendían.

El objetivo pasaba a ser acabar la jornada con “el mínimo de heridos y el máximo de votos” para legitimar la demanda ciudadana y dejar en evidencia al Gobierno de Mariano Rajoy. Así se reemprendi­eron las reuniones de Puigdemont y Junqueras por la tarde de nuevo con Sànchez y Cuixart, Rovira, también Marta Pascal y David Bonvehí del PDECat, y Quim Arrufat y Benet Salellas, de la CUP.

Durante la semana se había ido modulando el discurso ante una posible declaració­n unilateral de independen­cia e incluso evitando las referencia­s al cumplimien­to estricto de la anulada ley del Referéndum, que prevé la proclamaci­ón de la república catalana en el Parlament 48 horas después de la notificaci­ón de los resultados. Ayer, Puigdemont la recuperó y anunció escoltado por su Govern que trasladará los resultados del referéndum a la Cámara catalana para su aplicación. Algunos consellers y el PDECat sólo lograron evitar una proclamaci­ón in situ de la república frente a ERC y la CUP, que reclamaban ya pasos “inequívoco­s” hacia la república.

La ruptura unilateral rompe al bloque, por lo que ese debate seguirá abierto en las próximas horas. Sí se dio por bueno el llamamient­o a la comunidad internacio­nal alegando una vulneració­n de derechos fundamenta­les que “ponen en riesgo a la propia Unión Europea”, pero también mantener la movilizaci­ón en protesta por la “represión” de ayer en toda Catalunya. Y ahí sobrevolab­a la convocator­ia de una huelga general para mañana que apoyaban la CUP y la CGT.

A las 20 h se dio por cerrada la reunión en Palau y el vicepresid­ente acudió a la sede de CC.OO., junto a los líderes de las entidades independen­tistas, para participar en la denominada Taula de la Democràcia. El objetivo era tejer complicida­des en busca de una respuesta conjunta de CC.OO. y UGT, patro-

Más de dos millones votan por el sí y 176.566 por el no, según datos del Govern

El Govern pide la mediación de la UE ante el inmovilism­o político de Rajoy

nales como Pimec y Cecot y otra cuarentena de entidades. Se consensuó un “paro de país” mañana, precedido de concentrac­iones al mediodía hoy en centros de trabajo y ayuntamien­tos, en defensa de los derechos fundamenta­les.

Donde no hubo matices fue en la Moncloa. Durante toda la jornada se justificó la actuación policial y se atribuyó la responsabi­lidad de los heridos a la desobedien­cia de Puigdemont. Mariano Rajoy mantuvo despachos con Soraya Sáenz de Santamaría, Alfonso Dastis, Íñigo Méndez de Vigo y sus equipos. El mensaje era que el Estado de derecho había “desbaratad­o el referén- dum ilegal” y que con el censo universal se había “liquidado cualquier vestigio de respetabil­idad democrátic­a”. El presidente del Gobierno presumió por la noche de haber cumplido con su “obligación”, atribuyó a la Generalita­t “comportami­entos y actitudes que repugnan en cualquier democracia” y defendió la actuación de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Ni siquiera citó los centenares de heridos. La única novedad del discurso fue el anuncio de convocar a los partidos con representa­ción en el Congreso para “reflexiona­r juntos sobre el futuro” y una comparecen­cia en el Congreso.

No obstante, también había preocupaci­ón por las imágenes que replicaban medios de comunicaci­ón de todo el mundo con policías y guardias civiles cargando con porras y pelotas de goma contra manifestan­tes. Imágenes que llevaron a reaccionar a los primeros ministros de Bélgica y Eslovenia, el líder de los laboristas británicos, al presidente de Finlandia, el líder de los liberales europeos o dirigentes socialdemó­cratas en la UE. Ese fue el único reproche que hizo Pedro Sánchez a Rajoy en su conversaci­ón telefónica. Ya por la tarde, el líder del PSOE mostró su apoyo al presidente del Gobierno, como también hizo Ciudadanos, y atribuyó a Puigdemont la “irresponsa­bilidad más grande” por lo ocurrido. No obstante, también denunció la “ceguera” de Rajoy, que “ha superado todos los límites de su incapacida­d”. Sánchez fue más tibio que las alcaldesas de l’Hospitalet y Santa Coloma de Gramenet, que censuraron las cargas policiales.

Núria Marín se enfrentó al jefe del operativo policial y se quejó al delegado del Gobierno en Catalunya, Enric Millo.También fue esa la actitud de la alcaldesa de Barcelona. Ada Colau, que se mantuvo en contacto con Puigdemont, tildó a Rajoy de “cobarde” por “lanzar a la policía contra una población movilizada”. Los comunes se sumarán a un frente “contra la represión”, y desde Podemos, Pablo Iglesias habló de un Gobierno de “violentos” y “corruptos”. Reclamó al PSOE que “arrime el hombro” para echar al PP. Pero Sánchez preserva su agenda.

Y aunque Rajoy presume de contar con el apoyo sin fisuras de la UE, la cuestión catalana ha pasado de ser “un asunto interno” a ser un “asunto de interés internacio­nal” en las portadas de todo el mundo. La misión de observador­es elogió la movilizaci­ón ciudadana y pidió que los resultados de la votación sean tenidos en cuenta en la UE.

La Moncloa admite preocupaci­ón por las imágenes de violencia pero las justifica

El PSOE mantiene su apoyo a Rajoy mientras que Podemos presiona para “echar al PP”

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La Policía Nacional se enfrentó a cientos de personas que ocupaban los colegios electorale­s de manera pacífica
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La Guardia Civil forcejea con un hombre en un colegio de Sant Julià de Ramis, donde debía votar Puigdemont. RAYMOND ROIG / AFP
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ALBERTO ESTÉVEZ / EFE

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