Y el día 2 resultó irrelevante
CON una semana de diferencia, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y el vicepresidente del Govern, Oriol Junqueras, declararon a La Vanguardia hace cuatro meses, en una semana de diferencia, que el día importante iba a ser el 2 de octubre. Sin embargo, la jornada esperada concluyó ayer sin cambios en el horizonte. Nadie ha desacelerado, nadie se ha sosegado. Al contrario, el independentismo intenta dar el pisotón definitivo al acelerador y el Estado está dispuesto a pararlo como sea. El drama es que ni unos han cambiado las pastillas de freno, ni los otros tienen suficientes airbag para remediar el encontronazo. El 2-O se acostó con imágenes para no dormir, una disputa por la cifra de heridos y unas cuantas declaraciones que no aportaron nada al debate, ni siquiera algo de serenidad. Era previsible: el Gobierno había dicho el día antes que no hubo referéndum y el Govern declaró que la consulta fue un éxito con dos millones de “síes”.
La esperanza (?) es que Junts pel Sí esté a favor de una declaración unilateral de independencia en diferido (la imaginación de la política catalana es inacabable) que al menos permitiría seis meses de margen. ¿Para qué? Dicen que para dar una última oportunidad a Mariano Rajoy para pactar un referéndum. ¿Ingenuidad? No, rearme. También es verdad que en este tiempo podría haber alguna iniciativa. Este diario echó un guante en este sentido que recogió el Col·legi d’Advocats: crear una mesa de negociación entre juristas y personalidades incuestionables, aceptadas por ambas partes, para reconducir la situación y elaborar una propuesta que en pocos meses pudiera votarse. La UE no quiere corregir a Rajoy pero están dispuestos a ayudar en la búsqueda de una salida. Por cierto, mañana el Parlamento Europeo tratará el contencioso catalán en Estrasburgo, una semana antes de que lo haga el
Congreso. Parece que lo acontecido el domingo les angustia más a ellos que a nosotros.