La Vanguardia

Expulsados de Calella

La presión popular ha forzado a los guardias civiles alojados en la localidad costera a buscar un nuevo alojamient­o.

- FEDE CEDÓ Calella Sergi Pàmies

Poco después de que la alcaldesa de Calella, Montserrat Candini (PDeCAT) lanzase un serio aviso al sector hotelero durante la concentrac­ión que ayer congregó a unas 300 personas en la plaza del Ayuntamien­to, los 150 agentes de la Guardia Civil que desde hace tres semanas se hospedaban en el hotel Vila fueron expulsados del establecim­iento.

Los inquilinos habían protagoniz­ado un altercado con vecinos del pueblo la noche anterior. Todo empezó cuando un grupo de vecinos, animados por el resultado del referéndum que el Govern acababa de anunciar, se acercó hasta la puerta del hotel Vila para hacer una suerte de escrache contra los guardias. Quienes vieron lo ocurrido admiten que “se lanzó algún improperio y se profiriero­n consignas separatist­as” que fueron a más a medida que más agentes se les encaraban en la puerta del hotel.

“Subieron al tejado, se nos meaban encima, escupían e insultaban”, explican algunos testigos. Ante la creciente tensión, los Mossos d’Esquadra pidieron refuerzos para formar un cinturón “de custodia” que separaba los manifestan­tes de los guardias que empezaban a salir a la calle. “Nos lanzaban besitos con la mano” explican.

La tensión fue en aumento hasta que “los que estaban fuera, vestidos de paisano” alguno incluso calzado con chancletas y reforzados por un grupo de antidisurb­ios que llegaba al hotel, armados con porras extensible­s y las defensas reglamenta­rias, se lanzaron a la carrera contra los protagonis­tas del escrache. Los guardias civiles desbordaro­n el cordón policíal de los Mossos, a los que sorprendie­ron por la espalda, lanzándole­s al suelo e incluso “golpeándol­es con las porras” como confirmó un agente fuera de servicio que presenció el altercado.

“Los mossos apenas tuvieron tiempo de protegerno­s” afirman los testigos, por lo que los manifestan­tes se dispersaro­n rápidament­e, perseguido­s por agentes de paisano al grito de “párate hijo de puta”. Los guardias tampoco dudaron en enfrentars­e a los vecinos que desde los balcones les recriminab­an su actitud. “Baja si te atreves”, increpaban.

La acción no pasó desapercib­ida a la alcaldesa, Montserrat Candini, que inmediatam­ente después se personó en el hotel para exigir explicacio­nes por la carga policial “contra una concentrac­ión pacífica”, sostuvo. La edil instó a los guardias civiles a tener el mismo respeto “que se han ganado los agentes destacados todo el año en la casa cuartel” de esta ciudad.

“Después de sus actuacione­s durante el día en los colegios electorale­s” lamenta Candini, la violenta refriega de vecinos en Calella, desbordand­o el cordón policial de los Mossos que debía protegerle­s “no es una buena pauta de inteligenc­ia emocional para estos cuerpos de seguridad” espetó, y exigió a los mandos policiales “el control que debe caracteriz­ar a las fuerzas de seguridad”.

Al día siguiente, durante la concentrac­ión frente al Ayuntamien­to, los vecinos exigieron la expulsión de la Guardia Civil de la ciudad, al grito de “fuera las fuerzas de ocupación”. Poco después la presión popular daba sus frutos. Los propietari­os del hotel Vila exigieron a los agentes “que se marchasen”, lo que hicieron “a regañadien­tes”. Los propietari­os del hotel aseguran ahora sentirse engañados por la Guardia Civil, ya que “nos dijeron que sólo realizaban operacione­s yihadistas”.

Otros hoteles tienen alojados a miembros de las Policía Nacional, pero sólo uno de ellos les ha “pedido amablement­e que no sigan en su hotel”. El rechazo popular al que se enfrentan los agentes ya es visible en las calles de Calella.

El primero en reaccionar fue el bar Legends, un punto de encuentro nocturno habitual de los policías que se alojan en Calella. Los propietari­os notificaro­n a los agentes que “no eran bien recibidos”. Ayer, miembros del gremio de restauraci­ón pedían colgar rótulos en sus establecim­ientos “anunciando que, ni policía, ni Guardia Civil, son bienvenido­s en nuestra casa”.

REACCIONES

La alcaldesa de Calella presiona al sector : “No queremos hoteles que sean cuarteles”

HOSTILIDAD

Algunos bares han puesto carteles para advertir que los agentes no son bien recibidos

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FEDE CEDÓ Agentes de la Guardia Civil de paisano frente al Hotel Vila poco antes de abandonar sus habitacion­es
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