Expulsados de Calella
La presión popular ha forzado a los guardias civiles alojados en la localidad costera a buscar un nuevo alojamiento.
Poco después de que la alcaldesa de Calella, Montserrat Candini (PDeCAT) lanzase un serio aviso al sector hotelero durante la concentración que ayer congregó a unas 300 personas en la plaza del Ayuntamiento, los 150 agentes de la Guardia Civil que desde hace tres semanas se hospedaban en el hotel Vila fueron expulsados del establecimiento.
Los inquilinos habían protagonizado un altercado con vecinos del pueblo la noche anterior. Todo empezó cuando un grupo de vecinos, animados por el resultado del referéndum que el Govern acababa de anunciar, se acercó hasta la puerta del hotel Vila para hacer una suerte de escrache contra los guardias. Quienes vieron lo ocurrido admiten que “se lanzó algún improperio y se profirieron consignas separatistas” que fueron a más a medida que más agentes se les encaraban en la puerta del hotel.
“Subieron al tejado, se nos meaban encima, escupían e insultaban”, explican algunos testigos. Ante la creciente tensión, los Mossos d’Esquadra pidieron refuerzos para formar un cinturón “de custodia” que separaba los manifestantes de los guardias que empezaban a salir a la calle. “Nos lanzaban besitos con la mano” explican.
La tensión fue en aumento hasta que “los que estaban fuera, vestidos de paisano” alguno incluso calzado con chancletas y reforzados por un grupo de antidisurbios que llegaba al hotel, armados con porras extensibles y las defensas reglamentarias, se lanzaron a la carrera contra los protagonistas del escrache. Los guardias civiles desbordaron el cordón policíal de los Mossos, a los que sorprendieron por la espalda, lanzándoles al suelo e incluso “golpeándoles con las porras” como confirmó un agente fuera de servicio que presenció el altercado.
“Los mossos apenas tuvieron tiempo de protegernos” afirman los testigos, por lo que los manifestantes se dispersaron rápidamente, perseguidos por agentes de paisano al grito de “párate hijo de puta”. Los guardias tampoco dudaron en enfrentarse a los vecinos que desde los balcones les recriminaban su actitud. “Baja si te atreves”, increpaban.
La acción no pasó desapercibida a la alcaldesa, Montserrat Candini, que inmediatamente después se personó en el hotel para exigir explicaciones por la carga policial “contra una concentración pacífica”, sostuvo. La edil instó a los guardias civiles a tener el mismo respeto “que se han ganado los agentes destacados todo el año en la casa cuartel” de esta ciudad.
“Después de sus actuaciones durante el día en los colegios electorales” lamenta Candini, la violenta refriega de vecinos en Calella, desbordando el cordón policial de los Mossos que debía protegerles “no es una buena pauta de inteligencia emocional para estos cuerpos de seguridad” espetó, y exigió a los mandos policiales “el control que debe caracterizar a las fuerzas de seguridad”.
Al día siguiente, durante la concentración frente al Ayuntamiento, los vecinos exigieron la expulsión de la Guardia Civil de la ciudad, al grito de “fuera las fuerzas de ocupación”. Poco después la presión popular daba sus frutos. Los propietarios del hotel Vila exigieron a los agentes “que se marchasen”, lo que hicieron “a regañadientes”. Los propietarios del hotel aseguran ahora sentirse engañados por la Guardia Civil, ya que “nos dijeron que sólo realizaban operaciones yihadistas”.
Otros hoteles tienen alojados a miembros de las Policía Nacional, pero sólo uno de ellos les ha “pedido amablemente que no sigan en su hotel”. El rechazo popular al que se enfrentan los agentes ya es visible en las calles de Calella.
El primero en reaccionar fue el bar Legends, un punto de encuentro nocturno habitual de los policías que se alojan en Calella. Los propietarios notificaron a los agentes que “no eran bien recibidos”. Ayer, miembros del gremio de restauración pedían colgar rótulos en sus establecimientos “anunciando que, ni policía, ni Guardia Civil, son bienvenidos en nuestra casa”.
REACCIONES
La alcaldesa de Calella presiona al sector : “No queremos hoteles que sean cuarteles”
HOSTILIDAD
Algunos bares han puesto carteles para advertir que los agentes no son bien recibidos