La Vanguardia

“Era una película que ya has visto”

Los músicos y asistentes al festival de música country cuentan escenas de caos y terror en la arteria de Las Vegas

- LAS VEGAS Redacción y agencias

Jake Owen se encontraba en el escenario del Route 91 Harvest Music Festival cuando comenzó una ráfaga de balas que, en un principio, sonaban a fuegos artificial­es o a una traca de petardos. Pero él sabía que era una automática.

“Desde aquí, podías escuchar las balas empezando a alcanzar el techo del escenario y la gente comenzando a huir a todas partes. Podías escuchar a la gente gritar. Parecía que los disparos venían de nuestro alrededor, antes de que ninguno de nosotros supiera que venían desde arriba”, dijo el cantante a ABC.

Él actuó a las 8, justo antes de Jason Aldean, el principal reclamo del festival que había de convertir la principal arteria de Las Vegas en la capital de la música country durante tres días. Era la jornada de cierre. Apenas 8 minutos después de las 10, en pleno recital, Stephen Paddock comenzaba a disparar. “Sigo diciendo que ha sido una mala película que ya has visto pero que nunca te imaginas que pueda ser la vida real”, añadía Owen.

A partir de entonces todo fue otra pesadilla en la Strip de Las Vegas. El pánico se fue contagiand­o a medida que las víctimas iban desplománd­ose. “Abajo, quedaos abajo”, gritó una mujer entre el caos, mientras muchos empezaron tirarse al suelo para protegerse de las balas. Por la cadencia de las ráfagas, parecía que Paddock sólo parase de disparar para cambiar el cargador.

Los 22.000 asistentes al festival escapaban con las camisetas y los vaqueros ensangrent­ados, pisándose unos a otros con la conocida pirámide del Luxor como telón de fondo. “Fue un show de terror”, dijo la asistente Ivetta Saldana al Las Vegas Review Journal. “La gente estaba de pie, y después se desplomaba­n al suelo”. Ella, que había acudido a los días de country en la capital de la fiesta de EE.UU. junto a una amiga, se refugió en una alcantaril­la.

La huida fue más difícil para unos que para otros. Sheri Wolf estaba sentada en la zona habilitada para minusválid­os junto a su nuera y sus tres nietos, una de los cuales va en silla de ruedas. Entre el caos, corrieron hasta un perímetro cerca del aeropuerto, con su hijo llevando en brazos a su nieta. Tantos habían huido allí que se formó un embotellam­iento y abatieron una valla. Unas cien personas se escondiero­n en un hangar del aeropuerto.

El festival comprendía diversos escenarios en el Village Las Vegas, un espacio al aire libre perfectame­nte a tiro desde las alturas del hotel Mandalay. Hasta en los vídeos promociona­les aparece la fachada del hotel. Las imágenes son terrorífic­as: los cuerpos tirados por el suelo, entre los sombreros de vaquero y los cientos de los vasos que amenizaban lo que se supone que iba a ser una fiesta. “Todo el mundo empezó a correr. Podías ver a la gente siendo tiroteada”, contó Gail Davis a The New York Times. Ella escapó junto a su marido gracias a un policía mientras sorteaban disparos.

Desde el escenario, Jason Aldean, con cuatro discos de platino y 19 singles en número uno de las listas más escuchadas de este género, continuó tocando: en un primer momento también confundió los disparos. En la segunda ráfaga ya corrió a refugiarse.

“Parecía que algo iba mal con los altavoces”, declaró el california­no William Walker a The Guardian. “Jason Aldean continuó tocando durante las tres rondas. Una vez paró todo el mundo se lo tomó más seriamente...”. El cantante se mostró verdaderam­ente compungido. “Hoy ha ido más allá de lo horrible. (...) Me duele en el corazón que esto pueda pasarle a alguien que había salido a disfrutar de la que tendría que haber sido una noche divertida”, escribió en su Instagram.

Robert Hayes, un bombero de Los Ángeles, describió a Fox News una “escena de guerra”. Para él, la cantidad de gente en un mismo espacio cerrado se lo puso más fácil al asesino. “Era como abatir a una vaca dentro de un pasillo”, afirmó.

Cuando todo terminó, entre las lágrimas y el shock muchos se preguntaba­n dónde iban a pasar la noche. Algunos hoteles habían cerrado sus puertas. Otros llamaban a familiares. Una escena que EE.UU. ya ha vivido demasiadas ocasiones.

JAKE OWEN, CANTANTE “Al principio parecía que los disparos venían de nuestro alrededor”

WILLIAM WALKER, ASISTENTE “Parecía que algo iba mal con los altavoces. Cuando paró la música nos dimos cuenta”

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STEVE MARCUS / REUTERS Un par de botas vaqueras yacen abandonada­s en el suelo tras el tiroteo
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CHASE STEVENS / AP Los asistentes a los conciertos se refugiaron en un centro de convencion­es cercano
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DAVID BECKER / AFP Un grupo de personas se refugia tras una valla del recinto del festival

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