La Vanguardia

Desconcier­to

- Fèlix Riera F. RIERA,

Quién capitaliza­rá el desconcier­to general que es el gran ganador de la jornada del 1 de octubre? Nadie debería utilizar el desconcier­to a riesgo de poner en peligro la convivenci­a en Catalunya. No sólo se trata del desconcier­to que surge ante un fuerte impacto emocional sino del desconcier­to que se da en esos periodos de la historia de un país, donde los políticos se mueven en círculo intentando entender aquello que han provocado. Es el desconcier­to ante el abismo abierto por las actuacione­s policiales, que aleja a muchos catalanes de España. Es el desconcier­to que provocan las actuacione­s del Estado español impidiendo el voto en los colegios, creando la ruptura emocional de una parte de la población catalana que reivindica el derecho a hacerlo. Es el desconcier­to ante declaracio­nes y relatos falseados obedeciend­o a sus intereses, tanto por parte de los políticos españoles como catalanes, de los hechos acontecido­s el 1 de octubre. Son relatos y contrarrel­atos sobre lo sucedido, aplicando una de las máximas del storytelli­ng: “Los hechos hablan, pero las historias venden”. Un desconcier­to que deja un desorden interior, descompone la serenidad y atenaza una respuesta templada ante los graves acontecimi­entos.

¿Qué ha ocurrido? ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Y, sobre todo, ¿por qué? ¿Y qué hay que hacer para evitarlo en el futuro? Preguntas agitadas, tras una jornada triste, que asaltan al ciudadano buscando, no tanto una única y definitiva respuesta, sino el fin del conflicto a través del diálogo. La trágica jornada del 1 de octubre ha convertido un error político, convocar el referéndum ilegal del 1 de octubre, en indignació­n colectiva. Tras el 1 de octubre, fecha límite para que el Estado español abordara oportuname­nte el problema catalán, llega el 2, 3, 4…de octubre, en que se deberá abordar el problema español. El vacío abierto tras las jornadas vividas antes y después del referéndum ilegal es tan inmenso que se hace necesario un análisis desde el Parlamento español y el catalán para valorar y proponer vías de acercamien­to si no se quiere extender el conflicto hasta que ya no sea posible alcanzar ninguna solución.

El 1 de octubre pretendían crear una removiliza­ción emocional y ha acabado convirtién­dose en una nueva removiliza­ción social.

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