Un arsenal en la planta 32
Los investigadores buscan un móvil para la matanza de Las Vegas
Zona de guerra. De esta manera definieron los asistentes al festival country de Las Vegas la matanza de la que fueron testigos el domingo. “Aquello era un campo de batalla”, declaró Greg Cassell, uno de los bomberos que acudieron a atender a las víctimas.
No es para menos cuando, en pleno centro de la ciudad forjada para la fiesta y la felicidad, en nueve minutos quedaron 59 muertos, más de 520 heridos y miles de personas desesperadas, tratando de buscar cobijo o de ayudar a los heridos.
El francotirador Stephen Paddock, retirado de 64 años, aficionado al juego, sin historial delictivo, discreto y con un secreto que tal vez se ha llevado a la tumba, abrió fuego desde la planta 32 del hotel Mandalay, a más de 400 metros de donde se agolpaban los 22.000 asistentes al festival.
Gracias a una especie de martillo rompió los cristales de las dos ventanas de su suite doble. Una vez que los policías entraron en la habitación, donde se supone que instantes antes se suicidó el pistolero, había dos fusiles montados sobre sendos trípodes. En esa estancia encontraron 23 armas.
“Esto confirma que tenía planeada la acción y bien meditada”, señaló el sheriff Joe Lombardo.
Frente a la evidencia de que iba armado hasta los dientes, los mandatarios republicanos rezan y dicen que no es tiempo para hacer política, mientras que numerosos demócratas piden decisiones en el control de armas y que de una vez sea cierto ese “nunca más” que se repite en vano siempre que ocurren estas tragedias.
De ruta a Puerto Rico, donde ayer dedicó cinco horas al autoensalzamiento como rescatador en jefe, tras el golpe del huracán María y la multitudinarias críticas por su pasividad, los periodistas le preguntaron al presidente Trump si esta masacre propiciará una revisión legislativa.
“Mirad, hemos tenido una tragedia. Lo que sucedió, en muchos sentidos, es un milagro. El Departamento de Policía ha hecho un trabajo increíble. Ya hablaremos de las leyes sobre armas cuando pase el tiempo. Pero he de decir que la Policía actuó rápido, hizo un trabajo impresionante y eso fue un verdadero milagro”.
Pese a los milagros, esta es la mayor matanza con arma de fuego en la historia reciente de EE.UU. El baño de sangre plantea interrosemana, gantes. ¿Por qué? Esta es la cuestión que los investigadores se esfuerzan en responder.
El FBI niega la vinculación de Paddock con grupos terroristas internacionales. Que el Estado Islámico (EI) reivindicara su “misión” se interpreta más bien en clave propagandista.
Una de las pistas es el análisis de sus cuentas bancarias. Paddock, al que su familia calificó de millonario por sus negocios inmobiliarios, realizó 16 transacciones recientemente con casinos por importes superiores a 10.000 dólares, informó la cadena NBC. Y esta pasada en vísperas del ataque, remitió una transacción a Manila de al menos 100.000 dólares. La Policía espera aclarar la pista filipina si logra hablar con Marilou Danley.
La “novia de Paddock”, originaria de Filipinas y no australiana como se dijo, salió de EE.UU. vía Hong Kong, coincidiendo con ese envío de dinero. Aterrizó en Manila. “Es una persona de interés”, dijo el sheriff Lombardo, quien expresó la certeza de que la mujer continúa en la isla asiática. Hoy podría llegar a EE.UU.
“Ya hablaremos de las armas, pero la Policía hizo un gran trabajo, fue un verdadero milagro”
Paddock, que dejó 59 muertos, disponía de 23 armas, como si fuera todo un comando
Lombardo, jefe de la Policía de Las Vegas, describió a Paddock como “un lobo solitario”, aunque disponía de un arsenal para todo un comando en misión de asalto.
Además de que en su hogar de Mesquite –localidad del mismo estado de Nevada, a 130 kilómetros de Las Vegas– y en otra propiedad confiscaron 26 armas, entre el material recuperado en la suite contaba con varios AR-15 o rifles semiautomáticos –adquiridos legalmente–, que había modificado con una tecnología (bump-stock) que los convierte en metralletas. Si esta arma automática está prohibida, el
bump-stock se vende en armerías. El sheriff Lombardo no supo explicar cómo nadie del hotel o del servicio de habitaciones se percató del tremendo equipaje con el que contaba Paddock, registrado en el Mandalay el pasado jueves, tres días antes de la masacre. Tenía diez maletas de gran tamaño. “Los empleados entraron y salieron durante estas jornadas sin observar nada maligno”, insistió el sheriff.
No culpen a las limpiadoras, ni a los armeros que, al parecer, cumplieron los requisitos, remarcaron los pro control. Trump, que el lunes se olvidó de hablar de terrorismo y culpó al “puro mal”, replicó ayer en la línea habitual de los defensores de las armas, que limitan el problema a algo individual. “Él (Paddock) es un hombre enfermo, un demente. Un montón de problemas, me imagino. Estamos investigándolo a fondo, pero es un individuo muy enfermo”, especuló, haciéndose eco de lo que de forma habitual argumenta el lobby de la Asociación Nacional del Rifle (NRA).
Estados Unidos es el que registra más muertos por bala entre los países de mayores ingresos. Van casi 12.000 este 2017. El grupo Small Arms Survey, con base en Ginebra, indicó que los estadounidenses poseen el 42% de los 650 millones de armas que están en manos de civiles a escala mundial. De cada 100 estadounidenses, 90 tienen armas. En esta clasificación, el segundo puesto corresponde a Yemen (55 de 100), uno de los territorios más pobres y en guerra civil.
Los líderes republicanos cerraron filas. Paul Ryan, presidente del Congreso, y Mitch McConnell, convergieron, respectivamente, en que “el polvo aún no se ha asentado” o “todavía no ha acabado la investigación” para despejar cualquier sospecha que ponga de los nervios a la NRA.
“Hacer un minuto de silencio cuando nunca se emprende acción alguna, tragedia tras tragedia, no es algo en lo que quiera participar”, aseguró la congresista Katherine Clark poniendo voz al descontento demócrata.
La esperanza de que algo cambie es inexistente. “Nunca infringiré el gran derecho de comprar y tener armas”, prometió Trump en campaña. Contrariar esta promesa sería peor entre sus bases que construir el famoso muro.
“La filosofía de los republicanos: los americanos no tienen derecho a la sanidad, pero tienen el derecho a ser propietarios de rifles y hacer diana en un concierto”, escribió Michael Tomasky. O en la iglesia, la escuela o el cine.
El guitarrista Caleb Keeter, que participó en el concierto del domingo, era partidario de las armas. “Esta horrible experiencia me ha hecho ver lo equivocado que estaba”. Uno menos.
Paddock envió 100.000 dólares coincidiendo con el viaje de su novia a Manila
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