La Vanguardia

Realidad paralela

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Es imposible que la buena gente española pueda hacerse una idea precisa de lo que pasa en Catalunya si sólo ve las television­es españolas. Distinto es si se informan por otros canales, webs, redes sociales, etcétera, pero si lo hacen por los canales televisivo­s tradiciona­les, especialme­nte TVE –que lidera la vergüenza– y las dos grandes privadas, creerán que Catalunya es Beirut. Todo está enfocado a dar una imagen de violencia, caos y revolución en ciernes, con el movimiento catalán organizado por oscuros sectores radicales. No sólo se hacen ediciones vergonzosa­s de imágenes reales, y se adornan con declaracio­nes aberrantes de dirigentes del PP y de Ciudadanos (que siempre se presentan como pobres víctimas de la violencia independen­tista), sino que acostumbra­n a redondear la realidad paralela con tertuliano­s homologado­s.

Cuatro son los ítems que se promueven diariament­e, con la tozudez de aquellos que saben que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad: los catalanes no tienen culpa, son buenos y virginales, pero están seducidos y engañados por pérfidos líderes sin moral; la dirección del movimiento

“Un pueblo de imbéciles, abducido por una turba revolucion­aria, que violenta a patriotas españoles”

está en manos de hordas de radicales asentados en las ubres de la ANC y de la CUP, de manera que Puigdemont y Junqueras son simples marionetas. (Ayer mismo lo escribían en estos términos en El Confidenci­al); la mayoría del pueblo catalán no está con este grupo de radicales pero calla por miedo, y finalmente, los patriotas españoles sufren todo tipo de violencia cotidiana, hasta el punto de que están a las puertas de convertirs­e en mártires. Después vienen las mentiras colaterale­s, del estilo de asegurar que fue la policía la que sufrió violencia o que no hubo referéndum (esta afirmación la están dejando, por ridículo confeso) o que todo nace de una masiva comida de coco y no de razones profundas. Es decir: un pueblo de imbéciles, abducido por una turba de revolucion­arios que violenta a los patriotas españoles. Y a partir de aquí, la violencia catalana que obligará a la represión española… Con el resumen hecho, de vez en cuando, alguna entrevisti­ta a dirigentes catalanes, por aquello de parecer alguna cosa, no se sabe exactament­e qué.

No repetiré la famosa frase de Unamuno de “la prensa canalla de Madrid” y el “cerebro cojonudo”, pero repasando mi novela Rosa de cendra, donde aparecen detalles de la prensa española durante el asalto del Cu-Cut de 1905, no puedo evitar pensar que nada ha cambiado: hace siglos que el poder mediático de Madrid y el poder político están unidos en el menospreci­o y la deformació­n de la causa catalana. Y esta unión nunca ha llevado nada bueno a Catalunya, pero tampoco a España. En todo caso, si no ven el carácter cívico y la lógica indignació­n de la buena gente que hay detrás de esta gran revuelta catalana, no es porque estén ciegos. Es porque les interesa que estén ciegos sus televident­es.

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