Confusión en el metro
A pesar de la masiva movilización de ayer, mucha gente salió a la calle con desconocimiento. La situación generó confusión en el transporte público. Turistas y trabajadores que no secundaron la huelga y que no sabían nada ni de las afectaciones ni de los servicios mínimos. La situación incluso pilló despistado a alguno de los huelguistas… “¿Cómo nos movemos hoy?,” preguntaba uno de los manifestantes a su pareja mientras, al mediodía, se sentaban en las escaleras de la sede del Banco de España en la plaza Catalunya. “Creo que no hay metro ni bus; si es así, apostaría por la moto”, le respondieron.
“No hay metro hasta las cinco de la tarde”, repetía una y otra vez un empleado de seguridad de la estación de Catalunya durante toda la mañana. “¿Y el bus?” “Tampoco, sólo hay Renfe con servicios mínimos de un 33% y lo mejor es que vayáis a información para que os digan cuándo sale vuestro tren”. “Han avisado con tan poco tiempo que la gente no sabe nada”, se lamentaba este empleado. “Los más afectados son los turistas y la gente que quiere ir a trabajar”, aseguraba.
Uno de estos turistas desorientados era Robi, un ciudadano chino que pasa unos días en Barcelona. Intentó coger el metro a media mañana. Imposible. Puertas cerradas. “No sabía nada, buscaré alternativas, pero no sé dónde”, comentó. Ver a turistas como Robi era habitual ayer. En el metro, el autobús… Un hombre de origen subsahariano se desespera buscando el modo de ir a trabajar. “Sé que hay huelga, me lo comentó mi encargado, pero quiero ir a trabajar”, insistía. “He intentado ir en metro y en autobús, pero no he podido, no hay y no lo sabía”, renegaba. “¿Sabes si como mínimo la Renfe funciona?”, me pregunta. En menos de tres minutos un par de italianos y un catalán me interrogan por lo mismo en la parada de metro de Urquinaona. Algo similar pasa en la de Passeig de Gràcia. Era recurrente.
Durante la mañana el servicio de Rodalies fue utilizado por miles de manifestantes para llegar a Barcelona. En las estaciones se acumulaba gente esperando. En cada parada camino de la capital catalana subía más gente. Unos adolescentes con camisetas de la ANC en Molins de Rei, otro con una gran bandera estelada en Sant Feliu de Llobregat, y así hasta la plaza Catalunya, donde el vagón ya estaba lleno a rebosar, como un martes normal a primera hora de la mañana. La diferencia es que ayer no eran trabajadores camino de la oficina, eran manifestantes. El personal de seguridad, que sudó la gota gorda, abrió las puertas para evitar que se agruparan muchas personas. Por un día no hizo falta validar el billete en el torno para salir.