Un oasis independiente
Unas azafatas discuten amistosamente sobre el tema que ocupa a todos estos días. Sentadas en los bancos de los accesos al recinto ferial de Gran Via comentan la jugada, critican a Rajoy y a Puigdemont... y cuando se acaban el pitillo vuelven hacia dentro. El entorno de Fira de Barcelona se transforma durante cada última semana de febrero en un manifestódromo que acoge todo tipo de protestas. La celebración del Mobile World Congress es uno de esos momentos en los que el mundo mira a Barcelona y todo colectivo con algo que reivindicar lo aprovecha para hacerse escuchar. Ahora, con el foco internacional puesto en las calles de la capital catalana, no hay ni rastro de protestas en los accesos a los ocho eventos feriales de la Barcelona Industry Week.
Los congresistas no son conscientes, pero están entrando en una dimensión paralela. Entre los pasillos de los pabellones diseñados por Toyo Ito lo que se comenta es la máquina de crioterapia de la que el visitante sale como nuevo tras pasar dos minutos a 130 grados bajo cero, según publicita la empresa, y la impresora 3D que fabrica unas gafas adaptadas a la perfección al rostro del cliente. También hablan de cosas un poco más difíciles de entender para la mayoría de mortales: blockchain, monedas virtuales, ciberseguridad del internet de las cosas, procesos industriales de tratamiento de superficies...
Si alguien busca un oasis en el que no le pregunten una vez más cómo cree que acabará lo que está pasando en Catalunya, Fira es el lugar. Hay un millar de empresas, la mayoría de ellas internacionales, dibujando el futuro de la industria y de la vida cotidiana de todo el mundo. El inglés es el idioma oficial en esta república independiente de 60.000 m2 en l’Hospitalet. Incluso los stands de la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona funcionan a pleno rendimiento. Los últimos que llegan al auditorio principal se tienen que quedar de pie, las 1.000 sillas están ocupadas, lleno absoluto pese a que algunos llegan tarde por los paros en el transporte público.
El único efecto real del paro que se vive fuera de este oasis ha sido irrelevante para los congresistas: la inauguración del salón Internet of the Things (IoT) no ha contado con políticos. Nadie los ha echado de menos, las ferias internacionales acostumbran a ser uno de esos lugares en los que un ministro puede pasear sin que nadie le preste atenciones especiales. Los auténticos gobiernos aquí se llaman Google, Huawei... y en las salas contiguas mantienen reuniones para hablar entre ellos.