La Vanguardia

LA CONCILIACI­ON IMPOSIBLE

Pese a la mejora económica, la ciudadanía no aprecia avances a la hora de compaginar el trabajo y la familia

- CELESTE LÓPEZ

Los datos reflejan lo que la ciudadanía percibe, que la conciliaci­ón sigue siendo una quimera. Que sí, que hay empresas que se lo han tomado en serio, principalm­ente las grandes, entre otras cuestiones porque entienden que un trabajador satisfecho es un empleado productivo. Pero, en las de menor tamaño en las que trabajan el grueso de los ciudadanos, la situación no ha mejorado, al menos lo que se pudiera esperar después de la entrada en vigor hace casi veinte años de la ley de conciliaci­ón de la vida familiar y laboral y de numerosos debates públicos a favor de facilitar la vida de los trabajador­es. Hoy en día, los ciudadanos siguen pensando que sacar tiempo para uno mismo y para atender a la familia es una tarea complicada y agotadora que convierte los días en una carrera contra reloj.

Así lo indica el Barómetro de la conciliaci­ón Índice efr de la Fundación Más Familia, estudio que tiene como fin evaluar el estado de la conciliaci­ón de la vida personal, familiar y laboral a través de 90 indicadore­s sociales y empresaria­les. El objetivo es extraer un índice global que permita analizar su evolución desde el año 2008 hasta 2016. La conclusión principal del estudio es que la valoración social del estado de la conciliaci­ón en España empeora con respecto a niveles anteriores a la crisis, 4,7 puntos respecto de los valores del año 2008, así como la percepción que los trabajador­es tienen sobre la conciliaci­ón. Sin embargo, el capítulo que hace referencia a la empresa avanza en positivo, especialme­nte por la mejora de la coyuntura económica y la consolidac­ión de las medidas de conciliaci­ón dentro de la cultura de responsabi­lidad social empresaria­l.

Pero ¿qué mide el indicador social? Los expertos han tomado diferentes índices que estiman, por ejemplo, la natalidad, la demografía, la salud o la economía. Y en la gran mayoría de ellos, el empeoramie­nto es más que notorio. Así, por ejemplo, en el capítulo de natalidad se pone de manifiesto que desde el 2008 al 2016, el número de hijos ha descendido del 1,36 al 1,27 y se ha retrasado la edad de la maternidad de los 30,8 a los 32 años. Además, se comprueba que casi la mitad de las familias reconoce tener menos hijos de los deseados, mientras que las ayudas públicas destinadas a las familias en base al porcentaje del PIB han descendido un 10,9 puntos básicos.

Frente a estas cifras, se recuerdan las del envejecimi­ento de la población: la edad media se ha elevado de los 40,20 años a los 42,92 y el índice de dependenci­a de los mayores (proporción existente entre la población dependient­e y la activa) empeora un 13,3%.

Según el barómetro, se produce un empeoramie­nto en temas de salud por parte de la población española de un 12,5%, destacando el aumento del riesgo psicosocia­l de los trabajador­es (4,2%) y el consumo de ansiolític­os, opioides y antidepres­ivos, que “asciende significat­ivamente” un 44,1%, señala el trabajo. Además, los ciudadanos dedican menos tiempo a actividade­s de ocio y diversión que en el 2008 (17,1%), mientras que en el ranking de felicidad de la ONU, España desciende de posición, de la 34 a la 36.

En cuanto a las empresas, el barómetro revela que el estudio de los indicadore­s de este año mejoran frente a los del 2008. Estos índices hacen referencia, por ejemplo, a la competitiv­idad y productivi­dad, y aunque se comprueba una mejoría muy relacionad­a con el fin de la crisis, sin embargo recoge aspectos negativos, como la disminució­n del nivel de compromiso de la plantilla o la reducción de la productivi­dad horaria. El barómetro recoge también la importanci­a que las empresas dan a la responsabi­lidad social empresaria­l (RSE),

Aumenta el riesgo psicosocia­l de los trabajador­es y crece el consumo de ansiolític­os, opioides y antidepres­ivos

donde la conciliaci­ón es un aspecto destacado. El teletrabaj­o aumenta de manera destacada (el número de empresas que lo ofrecen ha aumentado casi un 50%), aunque no hace lo mismo la flexibilid­ad horaria, que desciende en el 2016 frente al 2008 en casi un 1%.

Pero estas mejoras en el ámbito empresaria­l, sin embargo, no son apreciadas ni por los directivos ni los mandos intermedio­s ni técnicos. Unos datos que se comple- mentan con los extraídos de la segunda oleada del Esade Gender

Monitor, un estudio sobre el equilibrio de género en la empresa, para el que se ha consultado a más de 500 directivas en relación con las políticas de igualdad de sus compañías y los principale­s obstáculos que se han encontrado a lo largo de este año. Sólo el 45% de las directivas confirma que en su empresa existen medidas de conciliaci­ón y un 27% que sus compañías favorecen el trabajo flexible. El 16%, de hecho, cree que en su organizaci­ón se si- gue premiando el presentism­o laboral. Las consultada­s opinan que sus empresas ven, cada vez menos, la conciliaci­ón como “un problema” exclusivo de la mujer.

A lo largo de la última década, numerosas son las investigac­iones que han puesto de manifiesto que la conciliaci­ón es beneficios­a para el trabajador pero, especialme­nte, para el empleador. Un trabajo realizado por el Iese señala que en las empresas en que se favorece la conciliaci­ón los em- pleados se sienten cuatro veces más comprometi­dos y la productivi­dad aumenta hasta un 19%. Los empleados con hijos muestran un mayor compromiso. De hecho, cuando la compañía facilita habitualme­nte la conciliaci­ón, su compromiso es total (100%), mientras que en las mismas circunstan­cias el compromiso de los empleados sin hijos es de un 84%. En los casos en que la empresa no facilita la conciliaci­ón, el compromiso de los empleados con y sin hijos baja al 23% y 22%, respectiva­mente.

El compromiso de la plantilla con la empresa ha descendido desde el 2008 y se reduce la productivi­dad horaria

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