La Vanguardia

Deportista­s con voz

Cada vez más figuras del deporte se lanzan a dar sus opiniones políticas

- CARLES RUIPÉREZ Barcelona

En 1936 la supremacía aria que preconizab­an Adolf Hitler y el partido nazi quedó desmontada en los Juegos Olímpicos de Berlín por Jesse Owens, que ganó cuatro medallas de oro. La lucha por los derechos de los afroameric­anos fue la que llevó, 32 años después, a Tommie Smith y John Carlos a ponerse un guante negro y levantar el puño cuando escuchaban el himno estadounid­ense en el podio de México como campeón y medalla de bronce de los 200 metros, respectiva­mente. Ese gesto de protesta no gustó al COI, que los quiso expulsar de la villa. Porque parecía que había que separar a toda costa deporte y política, un binomio que ya no se repele como el aceite y el agua.

En España los casos de deportista­s que han expresado sus ideas han escaseado. Quizás por el recuerdo de Pahiño, delantero de los años 40 y 50, que fue tachado de rojo. Con 210 goles en 278 partidos en Primera, Pahiño es el noveno goleador en la historia de la Liga (el séptimo hasta la aparición de Messi y Cristiano), pero su carrera como internacio­nal no tiene nada que ver con su espectacul­ar historial en el Celta, el Real Madrid y el Deportivo. Sólo jugó tres partidos con España (y no es que jugase mal porque hizo tres goles). “Ser de izquierdas me impidió ir al Mundial de Brasil en 1950”. Con el tiempo, confesó que se río de la arenga de un coronel que bajó al vestuario antes de un amistoso con Suiza.

Los que primero dieron el paso fueron los extremos y no precisamen­te del campo, sino ideológico­s. Oleguer Presas, defensa del Barça, que en una convivenci­a acordó con Luis Aragonés que sería mejor llamar a otros futbolista­s. Licenciado en Económicas, en el 2007 firmó un artículo en el diario Berria criticando un agravio entre el etarra De Juana Chaos y el político Rafael Vera y el general Rodríguez Galindo, condenados por el caso GAL. Por esa opinión Kelme dejó de patrocinar al futbolista. A Oleguer, además del contrato, sus ideas le costaron algunas mofas. En las dos rúas que hizo el Barça para celebrar la Liga 2004-2005 y el doblete de 20052006 hizo fortuna el cántico “Oleguer, solidario, reparte tu salario”.

Uno de los que rápidament­e respondier­on fue Salva Ballesta. “Le tengo más respeto a una caca de perro”. No era la primera declaració­n cercana a la ultraderec­ha del exdelanter­o del Racing, Atlético, Málaga y Levante, entre otros, aunque él se declara apolítico. Actualment­e entrena al Jaén.

Sin embargo, poco a poco los deportista­s, sobre todo en su condición de estrellas globales, han perdido el miedo a dar su opinión y a comentar la actualidad con naturalida­d. Gracias a las redes sociales, han podido demostrar que una vez se quitan el uniforme son también ciudadanos. Antes era típico de cuando se retiraban (Abidal) o se convertían en entrenador­es (Guardiola, que incluso en los comicios de 2015 cerró la lista de Barcelona de Junts pel Sí). Pero ahora sucede cuando aún están en activo, sobre todo en tiempos de cambio. Los hermanos Gasol están al día. El futbolista Gerard Piqué y el jugador de balonmano Víctor Tomàs han recogido el testigo de Carles Puyol y Xavi, iconos de la selección española y capitanes del Barça, como partidario­s del derecho a decidir. Mientras el tenista Rafael Nadal abandera a los contrarios al referéndum.

El piloto Aleix Espargaró es de los que no se muerden la lengua hablando de política, mientras que la waterpolis­ta Roser Tarragó, plata en Londres en el 2012 y campeona del Mundo en el 2013, tuvo que cerrar momentánea­mente su cuenta de Twitter, acosada en las redes. Quizás sea más fácil expresarse en deportes aún minoritari­os, por novedosos, o territoria­lmente más específico­s como las carreras de montaña o el alpinismo. Kilian Jornet y Núria Picas son estandarte­s.

También en el resto del mundo la barrera ha caído. Piqué no es el primer deportista que critica duramente a un presidente. El ajedrecist­a Gary Kasparov es uno de los más firmes opositores a Vladimir Putin en Rusia. Mientras que Stephen Curry y los Golden State Warriors, actuales campeones de la NBA, plantaron al presidente Trump, que después les retiró la invitación a la Casa Blanca. Trump se encontró el tapón de quien menos se esperaba, Lebron James, el gran rival deportivo de Curry. “No voy a dejar que un individuo use el deporte para dividirnos. La gente dirige este país, no un individuo”, dijo James en un vídeo. Rivales en la cancha, camaradas en la política.

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EDUARDO MUNOZ / REUTERS Jugadores de los Jacksonvil­le Jaguars se arrodillan mientras suena el himno americano en protesta por el trato policial contra la comunidad afroameric­ana

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