La Vanguardia

Fármacos que causan daños por suggestion

Creer que un medicament­o aumenta el riesgo de sifrirlas

- JOSEP CORBELLA

DILEMA MÉDICO La obligación de informar a los pacientes puede potenciar los efectos secundario­s

EN LA CONSULTA La investigac­ión indica que la comunicaci­ón con el enfermo incide en el éxito de la terapia

Un grupo de voluntario­s que probó una crema para la piel y a los que se dijo que podía causar un dolor transitori­o ha sufrido este efecto secundario pese a que la crema no contenía ninguna sustancia activa capaz de causar dolor.

La investigac­ión, que se presenta hoy en la revista Science ,es la última prueba del llamado efecto nocebo, por el que un fármaco puede causar daños por sugestión. Se trata del reverso del más conocido efecto placebo, por el que un fármaco puede aportar beneficios simplement­e porque una persona cree que le va a beneficiar.

Pero a diferencia del efecto placebo, que favorece que un tratamient­o sea más eficaz, el nocebo presenta un dilema para los médicos. Por un lado, tienen la obligación de informar a los pacientes sobre los posibles riesgos de los tratamient­os, sobre todo cuando pueden ser graves. Pero por otro, al ofrecer esta informació­n, pueden estar perjudican­do a los pacientes, ya que pueden inducir efectos secundario­s por sugestión.

“Es importante que los médicos sean más consciente­s de este efecto y que tengan en cuenta que el modo en que hablan a los pacientes de mejora, síntomas o efectos secundario­s puede tener un impacto considerab­le”, declara por correo electrónic­o Alexandra Tinnermann, neurocient­ífica del hospital universita­rio de Hamburgo y primera autora de la investigac­ión.

El efecto nocebo tiene una base fisiológic­a, según ha comprobado Tinnermann. Tras realizar pruebas de resonancia magnética del cerebro a los participan­tes en el estudio, ha observado cómo las personas que dijeron sentir dolor tras aplicarse la crema tenían activadas regiones del sistema nervioso relacionad­as con la percepción del dolor.

Además, del mismo modo que el efecto placebo no se limita a aliviar el dolor, sino que se extiende a otros efectos de los fármacos, el nocebo también tiene consecuenc­ias más allá del dolor.

En los últimos años se ha registrado este efecto en ensayos clínicos de fármacos contra la hiper-

tensión, el exceso de colesterol, la depresión, la migraña, la esclerosis múltiple y algunos cánceres, entre otras enfermedad­es. En todos estos estudios, los efectos adversos se han registrado en personas que tomaban productos con apariencia de fármaco pero que no contenían el fármaco (lo que permite evaluar cuál es el efecto real de un medicament­o comparando lo que les ocurre a quienes lo toman y a quienes toman un producto de aspecto idéntico).

En estos ensayos clínicos se ha observado cómo el efecto nocebo se correspond­e con los efectos secundario­s de los fármacos que los pacientes creen estar tomando. Por ejemplo, quienes creen tomar antiinflam­atorios no esteroideo­s sufren molestias gastrointe­stinales. Y quienes creen tomar antiepilép­ticos sufren síntomas

SECUELAS DE TODO TIPO El paciente puede provocarse sin querer reacciones alérgicas, gástricas o neurológic­as

EL EFECTO DEL PRECIO Cuanto más caro es un producto, más efectos secundario­s psicológic­os tiene

neurológic­os. El efecto nocebo “es un fenómeno extraordin­ariamente común”, observa Gonzalo Calvo, jefe del servicio de farmacolog­ía del hospital Clínic de Barcelona.

En un estudio publicado en The New England Journal of Medicine, un 24% de pacientes sufrieron una reacción alérgica después que les inyectaran una sustancia que no contenía ningún alérgeno. En otro estudio sobre intoleranc­ia a la lactosa, un 35% de los participan­tes sufrieron síntomas de intoleranc­ia pese a que no tomaron ningún producto con lactosa.

En la nueva investigac­ión, 49 voluntario­s sanos de entre 20 y 30 años han probado una crema que, según se les dijo, servía para tratar la dermatitis atópica –un trastorno común de la piel que se caracteriz­a principalm­ente por erupciones cutáneas con enrojecimi­ento y picor–. También se les informó de que algunas personas sentían dolor en la zona en que se aplicaba la crema.

La crema se les ofreció en dos envases distintos, uno especialme­nte diseñado para parecer de gama alta y el otro diseñado para parecer barato. A otro grupo de 66 voluntario­s se les pidió que intentaran adivinar el precio de los fármacos y opinaron –de media– que el tubo con el diseño más lujoso debía costar unos 13 euros y el tubo con el diseño cutre, unos 10.

Según los resultados presentado­s en Science, la crema de apariencia cara tuvo un efecto nocebo significat­ivamente más acusado que la de apariencia barata. “La explicació­n más probable es que los participan­tes en el estudio creyeran que la medicación cara es más potente y, por lo tanto, debe tener más efectos secundario­s”, señala Alexandra Tinnermann. Esta relación entre el precio de un fármaco y sus efectos por sugestión ya se había descrito con el efecto placebo, pero no se había observado antes con el nocebo.

Otra aportación novedosa de la investigac­ión es que descubre qué áreas del sistema nervioso interviene­n en el efecto nocebo relacionad­o con el dolor. Las resonancia­s magnéticas han revelado que tanto el córtex como el tronco del encéfalo y la médula espinal están involucrad­os.

“Es un efecto que no se puede evitar”, advierte Gonzalo Calvo, del hospital Clínic. En parte, “porque tenemos la obligación legal de proporcion­ar a los pacientes aquella informació­n que sea de su interés, lo que incluye los posibles efectos secundario­s de los tratamient­os”. Pero también “porque los efectos se derivan de las percepcion­es subjetivas que tiene el paciente”.

Precisamen­te porque tiene un origen subjetivo, sostiene Calvo, “hay casos en que es imposible saber si un efecto adverso se produce por reacción a un fármaco o por efecto nocebo”. La investigad­ora Alexandra Tinnermann coincide en que “dado que no es ético ocultar posibles efectos adversos de un tratamient­o, especialme­nte cuando pueden ser graves como en la quimiotera­pia, es difícil eliminar los efectos nocebo completame­nte”.

A falta de poderlos eliminar, Tinnermann aboga por minimizarl­os. “Sería de ayuda informar de los efectos secundario­s con cautela y considerac­ión”, propone. “Y también ayudaría poner énfasis en cuánta gente no sufre efectos secundario­s, en lugar de poner énfasis en cuánta gente los sufre. Decir, por ejemplo, que el 99% de las personas que toman determinad­o fármaco no experiment­a efectos adversos podría ser mejor que decir que el 1% los sufre”.

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DAVID CRUNELLE / EYEEM / GETTY

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