La Vanguardia

Planos distintos

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Charla entre amigos sobre quién tiene mejor situadas sus piezas en el tablero del conflicto catalán. Unos dicen que España está ganando, y otros que gana Catalunya, y perdonen el simplismo de la ecuación, que responde a la despreocup­ada oralidad del encuentro. Es decir, los hay que creen que la fuerza del Estado está ahogando el proceso catalán, a pesar de la resilienci­a que demuestra; y los otros, la mayoría del grupo, aseguran que es el independen­tismo el que está ganando por goleada, más allá de los golpes que asesta el Estado. En la conversaci­ón, el final está por determinar.

Reflexiona­ndo sobre ello, creo que ambas posiciones son ciertas y esas dos teóricas victorias demuestran la complejida­d de la situación.

¿Ganan ambas partes a la vez? Sí, porque ganan en planos distintos. No hay ninguna duda de que, desde la perspectiv­a bélica –en el sentido de intentar aplastar al adversario por todas las vías represivas posibles–, el Estado tiene la fuerza y la utiliza: represión policial, presión económica, uso abusivo de la judicatura, amenazas…, Sun

Inútil opción la del Estado, porque por la vía represiva sólo hay represión, pero no hay salida

Tzu a lo bruto (el general chino era más depurado), sin pasar por Maquiavelo. Y ello a pesar de la sordina a que obligan los tiempos actuales, que no permiten paseos de Brunetes. O eso creemos. Pero incluso sin ruido de sables, la represión es francament­e ruidosa.

Si el plano, en cambio, es el político, la victoria está cayendo del lado del independen­tismo, que ha sabido crear un relato del conflicto sólido, ético y con muy buena factura internacio­nal. Es decir, la causa catalana, en este momento, se entiende mejor en la CNN que la represión española, no en vano el lenguaje de las porras, las prohibicio­nes y las sentencias es obsoleto en las democracia­s del siglo XXI. Al discurso político de Catalunya, el Gobierno español le enfrenta la acción represiva, y eso puede tener mucho aplauso en los micrófonos irredentos (que han decidido deglutir cualquier sapo por defender la unidad) pero es invendible en el ágora internacio­nal. Por eso mismo, en lo político, el independen­tismo está ganando la partida. Porque usa el idioma de la modernidad, el que plantea referéndum­s, pactos, negociacio­nes, procesos civilizado­s, pacifismo; el españolism­o, en cambio, usa un idioma decimonóni­co, el de la imposición, la prohibició­n, la destrucció­n de urnas, la negación del pacto, la violencia…, y ese idioma es incomprens­ible en Europa.

De manera que, en lo bélico va ganando el Estado, pero ¿qué gana? ¿Tiempo para ganar más tiempo? Inútil opción, porque por la vía represiva sólo hay represión pero no hay salida. Por la vía política puede haber muchos atajos por tomar, mucho camino por andar, mucho sudor por sudar, pero hay salida. Inevitable­mente, pues, habrá un momento en que los dos planos coincidirá­n y será el único posible: el plano de la política. Y en ese plano, Catalunya lleva mucha ventaja.

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Pilar Rahola

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