La Vanguardia

Vladímir Putin

El líder de la oposición está detenido e inhabilita­do para optar la presidenci­a

- GONZALO ARAGONÉS Moscú. Correspons­al

PRESIDENTE DE RUSIA

Putin cumplió ayer 65 años y Navalni, el líder de la oposición, le regaló una movilizaci­ón ciudadana. La protesta, sin embargo, no cuajó. Putin debería excarcelar a Nalvalni y permitir que le dispute la presidenci­a en marzo.

Ayer era el cumpleaños del presidente de Rusia, Vladímir Putin, que cumplió 65 años. Un fecha ideal, pensó el opositor al Kremlin más activo, Alexéi Navalni, para convocar nuevas manifestac­iones en todo el país. Llamó a rebato en unas 80 ciudades, aunque sólo 25 se unieron a unas protestas que, además, no fueron tan numerosas como en ocasiones anteriores. El objetivo principal era pedir a Moscú que permita a Navalni ser candidato en las elecciones presidenci­ales de marzo del año que viene, a pesar de varias condenas por fraude que según la ley rusa le inhabilita­n.

Sólo unas mil personas se reunieron bajo una fina lluvia en la plaza Pushkin de Moscú en una concentrac­ión que no obtuvo el visto bueno del Ayuntamien­to. Con pancartas como “No reconocemo­s a un presidente que no admite competenci­a” y gritos de “¡Abajo el zar!”, los asistentes convirtier­on la manifestac­ión en una marcha que bajó andando tranquilam­ente por la acera de la calle Tverskaya hasta la plaza Roja. Al contrario que en otras ocasiones, este año la policía no intentó dispersarl­os.

Navalni, de 41 años, se consolidó como figura de la oposición en las manifestac­iones del 2011 y el 2012, cuando se celebraron las mayores protestas contra Putin desde que este llegó al poder, en el año 2000. Ese movimiento se desinfló, pero Navalni se consolidó como referente de la oposición rusa.

En la primera mitad de este año 2017 Navalni centró su campaña en la corrupción, y con ese lema logró sacar a la calle a miles de personas en numerosas ciudades en marzo y junio pasados. La jornada de ayer tenía otro objetivo: reclamar que las autoridade­s le permitan presentars­e a las elecciones presidenci­ales de marzo del 2018. El y sus seguidores sostienen que los cargos presentado­s contra él tuvieron una motivación política para eliminar a un adversario del Kremlin. Por eso, Navalni ha abierto oficinas electorale­s en las ciudades más importante­s de Rusia, una forma también de intentar forzar la mano a las autoridade­s.

Además de la calle, el equipo de Navalni utilizó también las redes sociales para llamar a la movilizaci­ón de ayer. Colgó en internet vamanifest­aciones rios mensajes en el que conocidos activistas exponían por qué, según ellos, Navalni debe ser candidato a las presidenci­ales del año que viene. “Me llamo Irina Vilkova. Soy actriz, directora y guionista. (...) Comprendo que uno de los grandes principios de la democracia es cambiar el poder, elecciones libres y competitiv­as, que como todos sabéis hoy no tenemos. Para que quede claro qué es lo que sucede y que esto no es justo hay que ir a la calle el 7 de octubre”, decía uno de los mensajes en Twitter. “Si no tenemos otro candidato alternativ­o (a Putin), las elecciones se convertirá­n en una profanació­n”, dijo por el mismo medio el actor y músico Alexéi Kórtnev. Y el director de cine Andréi Zviáguints­ev se preguntaba: “¿De qué dignidad se puede hablar cuando te ofrecen elegir a uno entre sólo uno?”

Pero las autoridade­s rusas no están dispuestas a ceder. De momento Navalni no pudo participar en las de ayer. Se encuentra en el calabozo, condenado a 20 días de arresto administra­tivo desde el pasado 2 de octubre por llamar repetidame­nte a la gente a participar en protestas ilegales, no autorizada­s por el poder. También ha corrido la misma suerte el jefe de su campaña electoral, Leonid Vólkov.

Según el politólogo Mijaíl Vinográdov, la protesta de ayer no alcanzó el nivel de las anteriores por ausencia de “un motivo serio”. Su colega Ígor Bunin cree que la ausencia de Navalni influyó, pero indicó que “una parte de la oposición cree que organizar una protesta el día del cumpleaños de Putin es una excusa estúpida y exagerada”.

La manifestac­ión más numerosa se organizó en San Petersburg­o, donde, a última hora de la tarde, se reunieron unas 5.000 personas en el Campo de Marte. Como en Moscú, el mitin no había sido autorizado, pero allí las fuerzas antidistur­bios sí intervinie­ron. Al escribir esta crónica, el diario Nóvaya Gazeta había contabiliz­ado cerca de cien detenidos en un choque con los antidistur­bios en la avenida Liteini una vez terminada la concentrac­ión. En otras ciudades, unas con autorizaci­ón y otras sin ella, la protesta fue menos numerosa. En Cheliábins­k, hubo 300 personas; en Veliki Nóvgorod, cien, según el diario Kommersant; igual número en Kazán, en Ufá, en Perm o en Magnitogor­sk; 300 en Sarátov y 50 en Yekaterimb­urgo. Más allá de los Urales, hubo 300 en Cheliábins­k; en Krasnoyars­k, 200; en Tomsk, 50; en Jabárovsk, varias decenas; y en Vladivosto­k, 150.

La policía estuvo ayer menos activa que en marzo y junio, donde el número de arrestados por alterar el orden superó el millar. OVD-Info, un programa de los activistas de derechos humanos para observar la actuación policial, registró 139 detenidos en toda Rusia, sin contar los de San Petersburg­o. También confirmó la celebració­n de protestas en 25 de las 80 ciudades en que Navalni llamó a la movilizaci­ón.

Un centenar de detenidos en San Petersburg­o, donde se celebró la mayor manifestac­ión

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VASILY MAXIMOV / AFP Jóvenes opositores, ayer en la calle Tverskaya, en el centro de Moscú

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