La Vanguardia

Una frontera innecesari­a

Los flujos migratorio­s de México hacia Estados Unidos están estabiliza­dos en cotas medias bajas desde el 2010

- ENRIQUE FIGUEREDO Barcelona

La polémica por la construcci­ón del muro entre México y Estados Unidos coincide con un momento en que la migración se ha reducido notablemen­te y, por el contrario, crece el número de mexicanos que opta por retornar a su país desde territorio norteameri­cano.

La voluntad del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, de construir un muro que acabe de cubrir toda la frontera entre su país y el vecino México no se apoya en datos demográfic­os sino, en todo caso, en cuestiones de oportunida­d política que muchos ven cercana al populismo. Desde el 2010, las llegada de migrantes mexicanos a Estados Unidos está estabiliza­da en una media aproximada de 140.000 personas anuales, según las estadístic­as que maneja la presidenta de El Colegio de México, la demógrafa Silvia Elena Giorguli, que lleva años investigan­do el fenómeno migratorio de su país. “Siempre se ha hecho un manejo político de la inmigració­n. Ha sido un chivo expiatorio”, afirma al preguntárs­ele por el muro que proyecta Donald Trump.

Según se desprende de los estudios que ha dirigido la profesora Giorguli, de paso por Catalunya invitada por la Universita­t Autònoma de Barcelona, la llegada masiva de mexicanos a Estados Unidos había coincidido siempre con picos de crecimient­o y de demanda de mano de obra en el vecino del norte. Así, por ejemplo, las mayores cotas de trasferenc­ia de población de México a Estados Unidos se alcanzaron en el año 2000, con la llegada de 760.000 migrantes, y en el 2005, 670.000. Esa ha sido la correlació­n habitual, sin embargo ahora, a pesar de la recuperaci­ón económica de los últimos años, no han vuelto a repuntar los flujos migratorio­s.

El número de detenidos en la frontera de México hace años que está bajando. Actualment­e, cruzar la frontera ilegalment­e es mucho más caro que hace unos años y mucho más inseguro.

“Yo creo que (Trump) pensó que en algún momento la migración y el muro podían ser una moneda de cambio en las renegociac­iones del tratado de libre comercio entre México, Canadá y Estados Unidos”, afirma la profesora Giorguli.

Se da de hecho en los últimos años un fenómeno que consiste en el retorno de ciudadanos mexicanos a su país procedente­s de Estados Unidos. Por supuesto, el mayor grupo de estos retornados correspond­e a aquellos que tienen documentac­ión en regla cuando no doble nacionalid­ad.

Esta circunstan­cia ha provocado que en estos momentos haya en México medio millón de niños escolariza­dos que nacieron en Estados Unidos, lo cual en algunos casos ha supuesto algún tipo de choque cultural. “Algunos niños afrontan condicione­s difíciles. De ahí que algunos deciden no decir que son retornados para evitar problemas”, comenta la profesora Giorguli. Y muchas veces lo consiguen y ni siquiera sus profesores lo saben a pesar de que, pese a llegar con buenos niveles de instrucció­n, “hacen cosas como escribir elefante con ph”.

Aunque la llegada de estos retornados era festejada por la administra­ción mexicana y hasta por el sistema educativo, durante bastante tiempo se produjo la paradoja de que para poder escolariza­r a estos pequeños se les exigía el acta de nacimiento, “lo que demostraba la inflexibil­idad del sistema educativo mexicano”, añade la directora de El Colegio de México, institució­n pública mexicana de educación superior e investigac­ión en ciencias sociales y humanidade­s.

Otro de los aspectos que anecdótica­mente ponían a prueba la resistenci­a de la escuela era uno que comprometí­a al profesorad­o. Estos muchachos fueron capaces en algunos momentos de corregir a los maestros de inglés. “Con nuestros trabajos, nos hemos dado cuenta que los chicos son muy resiliente­s”, dice la profesora Giorguli. En algunos casos, estos retornos se deben a cuestiones familiares como el divorcio de las parejas o el fallecimie­nto de uno de los dos cónyuges. Se dan otros también de carácter socio económico. En algunos casos, los padres deciden alejarse de polos de alta concentrac­ión de banda callejeras como Los Ángeles y volver a México para apartar a sus hijos adolescent­es de esas calles.

Paradójica­mente, uno de los motivos por los que los mexicanos y otros migrantes de países como Guatemala, Honduras o El Salvador

Huir de la violencia va sustituyen­do a los motivos económicos como causa para dejar las áreas de origen

huyen de sus áreas de origen hacia el norte es precisamen­te por huir de la violencia. “Se está produciend­o un cambio de paradigma –afirma Giorguli–. Cada vez más la emigración se desconecta de la parte económica y la razón de emigrar es la violencia en los países de origen”.

Según la presidenta de El Colegio de México, hace diez o quince años cuando se abordaba el fenómeno de la emigración se vinculaba siempre con flujos económicos y se trataba de combatir creando polos de desarrollo en los países de origen. Sin embargo, eso ha cambiado y en muchos casos la marcha se produce por cuestiones vinculadas a la seguridad. Eso pone en evidencia “la incapacida­d de las autoridade­s para proteger a sus ciudadanos”.

Se trata de un fenómeno creciente. Los grupos criminales vinculados al narcotráfi­co y otros más netamente vinculados a América Central como las llamadas maras empujan a las poblacione­s más azotadas por esta plaga de violencia a buscar zonas más seguras al norte.

En México, donde el crimen organizado ha azotado muchas comunidade­s, también se da este fenómeno, aunque de momento se mantiene estable el número de los que cruzan la frontera del norte.

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JOEBETH TERRIQUEZ / EFE Prueba de módulos de diferentes prototipos de muro, llevada a cabo en la frontera con Tijuana
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UAB Giurguli, en su visita a Barcelona

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