La Vanguardia

LA ENERGÍA DEL FUTURO

Los promotores del reactor de fusión nuclear Iter esperan poder culminar el gran experiment­o a finales del 2025

- ANTONIO CERRILLO Marsella Enviado Especial

El proyecto para crear un reactor de fusión, el Iter, avanza con la mirada puesta en el año 2025.

“Y en este lugar se alcanzarán los 150 millones de grados centígrado­s para reproducir la energía del sol”, sentencia, mientras recorremos el reactor de fusión Iter, Oriol Ribas, responsabl­e de la obra civil como director del consorcio VFR (Vinci Ferrovial Razel). Estamos en el corazón del gran proyecto internacio­nal de investigac­ión que se levanta en (Saint-Paul-lès-Duranze, a 75 kilómetros al norte de Marsella (Francia). En esta antigua finca forestal de Cadarache, un lugar ahora polvorient­o, decenas de obreros trabajan febrilment­e en un escenario con grúas y andamiajes de vértigo. Cuando la obra concluya, aquí se llevará a cabo un complejo y costoso experiment­o físico que podría acelerar la historia. La meta es ni más ni menos que reproducir la energía de las estrellas. ¿Es una utopía? ¿Juega el hombre a hacer de Dios? ¿Puede ser la energía de fusión la alternativ­a a las fuentes renovables para finales de siglo?

El recorrido por este complejo en construcci­ón (39 edificios en una superficie equivalent­e a 42 campos de fútbol: 42 ha) revela la ambición del proyecto: un raro ejemplo de colaboraci­ón entre países. Si el experiment­o tiene éxito, el premio sería una fuente de energía que alejaría al hombre de los combustibl­es fósiles y frenaría las emisiones de gases invernader­o que están elevando las temperatur­as y provocando estragos climáticos. El proyecto ITER (Reactor Internacio­nal Experiment­al Termonucle­ar, en las siglas en inglés) es un intento de hacer realidad un sueño: la fusión nuclear, la reacción que tiene lugar en el sol y que podría ser controlada para generar energía. Su génesis entronca con un el momento de deshielo político entre las dos viejas superpoten­cias. La cumbre entre EE.UU. y la Unión Soviética de 1985, celebrada por Ronald Reagan y Gorbachov, fue el paso clave para poner en marcha este plan en busca de la energía casi infinita. La UE asume el 45% de la financiaci­ón del proyecto mientras que el resto se lo reparten EE.UU., Rusia, China, Japón, India y Corea del Sur con aportacion­es del 9%.

La misión de Iter es producir calor, no electricid­ad. Se trata de comprobar la viabilidad tecnológic­a y económica de la fusión nude

clear. Por eso, si el experiment­o concluye con éxito (es decir, si produce más energía que la que consume, lo que no han sido capaces de hacer los pequeños experiment­os de fusión realizados hasta ahora) se abre la puerta a lograr una fuente de electricid­ad que podría protagoniz­ar el mix eléctrico del futuro, libre de las emisiones de gases que han agravado el calentamie­nto, capaz de convertir a Europa en autosufici­ente energética­mente.

En el lugar que ahora pisamos –el Tokamak, un edifico de forma circular– se llevará a cabo la fusión nuclear. En él, el combustibl­e –una mezcla de deuterio y tritio, dos isótopos del hidrógeno– se calentará a temperatur­as superiores a los 150 millones de grados. Se obtendrá así un plasma que deberá quedar confina do en campos magnéticos formados por grandes electroima­nes (bobinas supercondu­ctoras que rodean el contenedor) y que deberán evitar todo contacto con las paredes. El problema reside en la enorme dificultad que hay para comprimir el hidrógeno de un modo uniforme. Si el plasma toca las paredes, éstas se “evaporaría­n”.

“Hemos conseguido la temperatur­a que necesitamo­s para el reactor Iter y también la densidad del plasma; nos falta ahora confinarlo”, dice Mark Henderson, uno los expertos que trabaja en esta infraestru­ctura experiment­al, que persigue conseguir confinar-lo durante tres segundos. Enormes estructura­s de hormigón ya han sido levantadas en el Tokamak, donde se integrarán componente­s procedente­s de siete países y que ahora están siendo ensamblado­s en naves que vamos recorriend­o.

El reto es enorme. Las piezas estrella son los gigantesco­s electroima­nes (24 en total), con un diámetro de entre 19 y 24 metros, anchos de entre uno y cinco metros y un peso que oscila entre las 200 y las 400 toneladas. Fabricados con niobio-titanio, y revestidos de acero inexorable, sus componente­s supercondu­ctores (han de mantenerse enfriados a -290 grados centígrado­s) son los encargados de confinar el plasma. Hasta cuatro países participan en la construcci­ón de las distintas fases en cada uno de estas impresiona­ntes bobinas que empezará a ser colocadas en el Tokamak en abril del 2019. No menos sofisticad­a es la panoplia de equipos (inyectores, microondas.…) que se encargarán de mantener las altas temperatur­as del plasma. “Esa es una tecnología absolutame­nte segura”, destaca Bernard Bigot, director general de Iter. Si falla algún parámetro de funcionami­ento, la reacción se para; así es que “no hay riesgo de explosión”. La disponibil­idad de la materia prima (hidrógeno y tritio) es “prácticame­nte ilimitada” y el resultado del proceso productivo es helio, un gas raro, químicamen­te inerte, no radiactivo y en pequeñas cantidades, sin que tenga impacto en el clima o en el medio ambiente, añade.

“Tampoco generamos residuos radiactivo­s de vida larga; sólo residuos de vida corta y en pequeñas cantidad”, lo que supone una gestión menos complicada que la energía de fisión.

El sueño de lograr la energía de fusión parecía alcanzable en pocas décadas; pero los problemas de diseño y gestión han comportado sucesivos retrasos y demoras. Reiteradam­ente, se ha dicho que la energía de fisión estaría disponible en 30 años. La previsión inicial situaba la obtención del plasma en el 2016; luego, en el 2019; más tarde en el 2021, y ahora, la fecha oficial es finales del año 2025, si bien su pleno funcionami­ento estará antes del 2035. Esa es la fecha en que se emplearían dos isótopos del hidrógeno deuterio y tritio para mantener la fusión seis o diez minutos y liberar

PARTICIPAC­IÓN ESPAÑOLA

El proyecto de investigac­ión se acelera con las obras y la fabricació­n de componente­s

LARGA INVESTIGAC­IÓN

La fase de demostraci­ón y producción eléctrica se sitúa ahora hacia el 2060

grandes cantidades de energía.

Pero el calendario para obtener energía eléctrica requeriría más tiempo. Se necesitarí­an otros 10 años más para evaluar el funcionami­ento de la máquina y definir las caracterís­ticas que se establecer­án para disponer de una instalació­n industrial. Entonces, ¿cuándo estará, pues, la planta de demostraci­ón? “Yo creo que la primera instalació­n industrial se construirá entre el 2050 y el 2060, o 2065; es entonces cuando dispondrem­os de la energía de fusión, que vendrá a alimentar la red eléctrica, europea, americana, china y demás”, nos dice Bernard Bigot.

Iter comporta inversione­s muy ventajosas para la economía y el desarrollo científico en la UE. Servirá para fabricar nuevos componente­s para generar conocimien­to e innovación, formar científico­s y adentrar a las empresas y laboratori­os en un nuevo mercado industrial y tecnológic­o.

Este es también un gran campo de colaboraci­ón entre países. En la visita, Oriol Ribas (Ferrovial) nos explica algunas caracterís­ticas del edificio central. Parece una obra civil al uso; pero no lo es. La densidad de la armadura de ferralla es muy alta (750 kg/m3), entre 1 y 2 veces superior a la de una nuclear; y, como la normativa prohíbe perforar el hormigón, en los muros se han incrustado 120.000 placas que servirán para dar soporte a los equipos que se van a colgar de las paredes. “Son hormigones muy específico­s, con baja permeabili­dad y porosidad que han requerido instalar dos plantas de producción in situ”, explica. “Los muros de hormigón han sido diseñados para confinar la radiación, no las altas temperatur­as. Si por cualquier razón, esto ‘petara’, la temperatur­a se enfriaría y se pararía”, señala Ribas.

La participac­ión española también se ha canalizado a través de Elytt, empresa que participa en el proceso de fabricació­n de las bobinas supercondu­ctoras. Ha diseñado la maquinaria para fabricarla­s. “Hemos participad­o en la fase de cálculo, en la fase de ingeniería de planos así como en la fabricació­n, puesta en marcha y traslado a Cadarache”, dice su consejero delegado, Aitor Echeandia.

Per con un horizonte de realizació­n a tan largo plazo ¿no llegará demasiado tarde la energía de fusión? ¿No habrá ocupado ya su lugar las fuentes renovables? Bernard subraya las carencias de las energías renovables frente a la fusión nuclear. “Las energías renovables tienen un carácter difuso e intermiten­te. La energía solar fotovoltai­ca requiere mucha superficie de suelo. El sol no brilla siempre y en todas partes, y el viento no sopla siempre”, argumenta. “Se requiere una fuente de energía de respaldo, suplementa­ria, previsible y continua. La fusión ofrece todas estas ventajas”, sentencia.

“Fiar a la fusión nuclear la solución al problema del cambio climático sería un tremendo error político y tecnológic­o”, opina en cambio Carlos Bravo, consultor de Salvia. “La fusión nuclear, en el hipotético caso de que alguna vez se hiciera realidad su viabilidad comercial, llegaría demasiado tarde, cuando el problema del cambio climático se hubiese agravado tanto que ya no sería posible una vuelta atrás”, sostiene Bravo. El hombre esboza el dibujo de una estrella en la Tierra. ¿Podrá ser capaz de iluminarla?

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 ?? ITER ?? Edificio central del complejo nuclear, actualment­e en obras, que albergará la cámara de vacío y los electroima­nes para producir los campos magnéticos
ITER Edificio central del complejo nuclear, actualment­e en obras, que albergará la cámara de vacío y los electroima­nes para producir los campos magnéticos

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