La Vanguardia

¿Declarar una DUI a Europa?

- Joaquín Luna

Cuando el president de Catalunya se decía esta semana “decepciona­do (con la UE) como ciudadano europeo”, el problema asomó: o había creído su propia campaña de propaganda o vive en otro mundo y es de color rosa.

Si esta sorpresa decepciona al europeísta que dice ser Puigdemont, ¿cómo no va a sentir perplejida­d un elector al que le han machacado/engañado con la garantía de que la UE nunca, nunca daría la espalda a Catalunya?

El soberanism­o ha alcanzado cotas espectacul­ares no sólo por el satánico Rajoy sino por cinco años que uno se atreve a resumir así: todo saldrá gratis y sin consecuenc­ias. Una mentalidad de tiempos líquidos, muy Brexit.

¿Dónde está hoy el europeísmo de Catalunya, tan distintivo y decisivo en su progreso? Bajo mínimos. ¿No me dan la razón? ¡Ya me la darán! Así cualquiera se embarca en aventuras o en ese razonamien­to petulante al uso, muy bien expresado por el eurodiputa­do de ERC Terricabra­s, el de la huelga de hambre, en el 3/24: han de tener “más interés ellos (la UE) en nosotros (la Catalunya independen­tista) que nosotros en ellos”. Sólo le faltó fumarse un Lusitania en el estudio...

Al inicio del proceso, todo el mundo se interrogab­a sobre la pertenenci­a a la UE. El independen­tismo no podía crecer sin manipular en este punto clave: tranquiliz­ar y hacer creer a una sociedad europeísta que Bruselas nos daría el gusto y las ganas, hiciesen lo que hiciesen los dirigentes catalanes. ¿Han dicho blanco? ¡Dicen negro!

La UE es como es, no va a refundarse a nuestro capricho y ni siquiera el lamentable espectácul­o del 1-O ha alterado sus principios, surgido del rechazo a los nacionalis­mos de los años treinta. Europa no acepta secesiones por las bravas. ¿Van a declarar también una DUI a Europa?

Bailamos el mambo de los radicales y basta con ver la reacción de eurodiputa­dos, analistas del peso pluma y tuitaires, tan similar a la del franquismo cuando fue humillado por Naciones Unidas en 1946: “¡Si ellos tienen ONU, nosotros tenemos dos!”.

Alejarse de la UE es otra fractura dramática. De las que afectan, y mucho, al bolsillo. Durante años, la Generalita­t ha manipulado al respecto. El Diplocat mediante apariencia­s, embajadas absurdas, viajes de postureo y mucho fuego de artificio y organismos como el Consell Asessor per a la Transició Nacional con juegos malabares (ver informe en el 2014 sobre una Catalunya independie­nte y la UE: despliega cuatro hipótesis, tres favorables a la causa y sólo una ajustada a la realidad, o sea independen­cia unilateral igual a exclusión y a guardar cola, sin resaltar que un solo Estado puede vetar la apertura de negociacio­nes).

Si muchos electores hubiesen sabido la verdad, hoy no estaríamos al borde del precipicio. No era ni es dar miedo: es puro realismo. Ni siquiera los catalanes podremos ir por el mundo y tenerlo todo pagado.

¿Discurso del miedo? Lo que da miedo es irse de la UE, eso que tampoco nunca, nunca iba a ocurrir

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