La Vanguardia

“Ser mujer y artista es muy complicado”

Maggie Gyllenhaal, actriz que da vida a la prostituta Candy en ‘The deuce’ (HBO)

- GABRIEL LERMAN Los Ángeles. Servicio especial

Si algo ha distinguid­o a esta actriz de penetrante­s ojos azules es que nunca ha buscado papeles fáciles y que se ha atrevido a explorar territorio­s que otras colegas han preferido evitar. Lo ha vuelto a demostrar en The deuce, la ambiciosa nueva superprodu­cción de HBO estrenada el pasado septiembre y creada por David Simon y George Pelecanos, autores de la exitosa serie The wire. En la nueva propuesta, en la que también participa James Franco, la ganadora del Globo de Oro por The honourable woman y nominada al Oscar por Corazón rebelde encarna a una prostituta llamada Candy que intenta abandonar su oficio con una nueva carrera en el mundo de la pornografí­a.

¿Qué le fascinó de The deuce,

donde no sólo actúa sino que también produce?

Para empezar, me encantó el guion, algo que no es fácil de encontrar en esta industria. Pero luego, pensé que podía ser muy interesant­e tocar temas como el sexo, el poder, la femineidad y el arte, explorándo­los a través del papel de una prostituta. Me pareció que iba a ser un desafío. En cuanto a lo de ser productora, siempre me ha interesado mucho esta faceta, y es algo que hago regularmen­te. Nunca había trabajado de esta forma, en la que íbamos recibiendo los guiones a medida que grabábamos. Por ejemplo The honourable woman estaba totalmente escrita cuando me sumé, y esta es la primera vez en que me ofrecen un proyecto con sólo tres de los ocho guiones terminados. Interpreta­r a una prostituta sin saber por dónde me iba a llevar el papel era un poco arriesgado, y aunque había visto el trabajo previo de David y George, quería tener alguna garantía de que yo iba a ser parte del proceso creativo. Entonces, pedí ser productora y hubo gente que me dijo que nunca me dejarían porque era una gran producción de HBO. Pero me dijeron que sí y sentí que ese era el primer paso en una colaboraci­ón honesta.

¿Cómo creó a esta mujer tan extravagan­te?

Sentí que Candy, como todos los otros personajes que he interpreta­do, es una parte de mí, aunque sus circunstan­cias son completame­nte diferentes a las mías, aunque lo mismo ocurre con los otros papeles que he hecho. Cada uno de mis personajes llevan vidas muy distintas a la mía, pero en su espíritu y en el momento que les toca explorar siempre tienen una conexión real con quien soy yo.

¿Sugiere que si le hubiera tocado otra vida esta es la clase de prostituta que hubiese sido?

Lo que sugiero es que en este mundo en el que vivo ser mujer y ser artista es algo muy complicado. Vemos como las mujeres, y lo sé por experienci­a propia, tienen que transforma­rse para poder lograr lo que se proponen y para poder expresar lo que sienten. Para Candy, hacer porno se convierte en su forma de expresión artística. Es el mundo que le ha tocado y ella está buscando una forma de sentirse viva. Hice mucha investigac­ión para el papel, algo que no siempre hago, pero sentí que en este caso era imprescind­ible porque sus circunstan­cias son completame­nte diferentes a las mías. Conocí mujeres que ejercieron la prostituci­ón en la década de los setenta y que ahora tienen entre 60 y 70 años. Leí muchos libros y vi mucha pornografí­a. Encontré muchos relatos de primera mano sobre la vida de las

prostituta­s en las calles y de la gente que hacía pornografí­a en esa época. Es difícil imaginar lo que debe de haber sido acostarse cada noche con ocho hombres diferentes. Yo no tengo ningún punto de referencia sobre eso. Poder hablar con alguien que lo hizo, un ser humano que está vivo, que respira, que sigue funcionand­o, y en otros casos que no, fue verdaderam­ente instrument­al para encarnar a Candy.

Ella trabaja en sitios inmundos y debe lidiar con violencia, drogas y ratas. ¿Cómo hizo para desconecta­rse de Candy cuando concluyó la grabación? Es curioso. Cuando me toca hacer un papel que se me parece, me resulta mucho más difícil todo. Si en cambio el personaje no tiene nada que ver conmigo, si debo hablar con un acento o usar otro tipo de ropa y pelucas, en un mundo completame­nte diferente al mío, eso me hace sentir más libre, porque siento que esas barreras me protegen del personaje. En cualquier caso, mi corazón, mi espíritu y mi mente se sienten muy libres cuando me convierto en Candy. Nunca sentí que debía desconecta­rme de ella.

No muchas actrices quieren hacer de prostituta­s. ¿En su caso ese elemento le hizo dudar de querer participar? No, pero debo aclarar que tampoco me interesa interpreta­r a una prostituta si esa es la única faceta que se va a ver de ella. En el primer episodio Candy le dice al muchacho que ese es su trabajo, que no volverá a acostarse con él gratis porque eso no es lo que quiere hacer con su noche. Y hay muchos otros elementos de este personaje que no pasan por la prostituci­ón. Yo no quería encarnar a la versión fantasiosa de la prostituta que imaginan los hombres. Me interesaba explorar el uso del sexo como una mercancía, y David ha dicho que la serie explora el capitalism­o a través del porno.

¿Cómo fue trabajar con James Franco?

Tenemos pocas escenas juntos en la serie. En cierta forma él cuenta la historia de la prostituci­ón y yo la de la pornografí­a. Él ha dirigido dos episodios y antes de rodar el primero almorzamos juntos y tuvimos una química instantáne­a. Me contó cómo pensaba filmar ciertas escenas, me preguntó mi opinión y escuchó mis sugerencia­s con mucha atención. Luego disfruté mucho de la experienci­a de tenerle como director. En nuestra interacció­n en el plató sentí que él podía ser mi hermano porque nos respetábam­os y nos llevábamos muy bien.

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ROY ROCHLIN / GETTY La actriz, de 39 años, es la hermana mayor del también actor Jake Gyllenhaal

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