La Vanguardia

Un dilema patriótico

- Llàtzer Moix

No me gustaría estar, este fin de semana, en la piel de Carles Puigdemont. Lleva ya días sometido a enormes presiones de signo opuesto. Duda. Unos le empujan a seguir adelante y proclamar ya la declaració­n unilateral de independen­cia (DUI). Otros le ruegan que eche el freno y evite los graves efectos que para Catalunya se derivarían de la DUI. Si complace a los primeros, es probable que sea detenido. Lo cual sería malo para él. Aunque peor le iría a Catalunya: aplicación del artículo 155, llamada a la resistenci­a popular, despliegue policial, choques callejeros de alarmante potencial y la definitiva fractura de la sociedad catalana ante un sombrío telón de fondo económico... Si complace a los segundos pasará por traidor a la causa, generará un tsunami de decepción y parecerá que claudica ante el Estado. No quisiera estar en el piel de Carles Puigdemont. Y no lo estoy: fue él, y no yo, quien aceptó pilotar la nave que Artur Mar puso en rumbo de colisión. Pero diré que la primera opción tendría peor arreglo que la segunda.

Supongo que Puigdemont se tiene por un patriota. Y es obvio que se halla ante un dilema. Decimos que es un patriota aquel que ama a la patria o se ha sacrificad­o por ella. Decimos que alguien está ante un dilema cuando se ve forzado a elegir entre dos soluciones, a veces ninguna buena. El dilema que debe despejar Puigdemont, la pregunta a la que debe responder, va por aquí: ¿seré más patriota si proclamo una independen­cia de vida efímera, digo hasta aquí he llegado y que sea lo que las masas enfervorec­idas y la CUP quieran, o si por el contrario digo hasta aquí he llegado, aparco la independen­cia hasta que sea un deseo de Catalunya entera –no de media, como ahora– y reduzco, en lugar de aumentar, la tensión entre catalanes? De nuevo, la segunda opción es la mejor, aunque no fácil.

No es fácil porque en este proceso se ha acumulado mucha propaganda indepe y, también, muchos agravios centralist­as. Primero fue un trato fiscal mejorable. Después el desdeñoso silencio ante las peticiones catalanas. El pasado domingo, la represión policial. Mientras, aquí se han cometido errores de bulto, que no cabe justificar con los del rival: se ha vulnerado la ley, se ha arrollado a la oposición, se ha pedido a la gente que resuelva en la calle lo que los políticos no han resuelto en los despachos. ¿Debería preocupars­e más la Generalita­t por las injusticia­s a las que la someten otros o por las que está dispuesta a cometer ella?

Algunos pensarán que ceder ahora sería dar la victoria a Madrid. Porque quizás no se den cuenta de que ya se le ha facilitado una victoria superior: dividir a la sociedad catalana. No deberíamos ahondar más en esa fractura, sino trabajar para reducirla y recuperar fuerza sobre la base de un nuevo consenso. El funesto Aznar afirmó que antes se partiría Catalunya que España. De momento lleva razón. Y si Puigdemont actúa con más corazón que cabeza, seguirá llevándola.

¿Será Puigdemont más patriota si proclama la DUI o si espera a que Catalunya entera –no media– la quiera?

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain